Paula Hawkins, autora de «La chica del tren»: «Trato de entender qué lleva a una persona corriente a matar»

CULTURA

© Phoebe Grigor

La escritora, considerada la maestra del «domestic noir», logró un éxito espectacular con su primera novela y lleva más de 27 millones de ejemplares vendidos de sus libros. Ahora publica «Punto ciego»

20 nov 2022 . Actualizado a las 10:11 h.

Se la considera la maestra del llamado domestic noir (thriller con personajes cercanos en los que podemos reconocernos). Paula Hawkins (Salisbury, Rodesia, 1972) trabajó 15 años como periodista antes de publicar La chica del tren, uno de los mayores fenómenos literarios de la última década. Ahora publica Punto ciego (Planeta), protagonizada por tres amigos (dos hombres y una mujer) desde la niñez, cuyas vidas cambian cuando uno de ellos es brutalmente asesinado. El subtítulo del libro de la autora británica, No lo verás venir, es muy indicativo.

 ­—¿Qué le ha aportado su trabajo de periodista para el de novelista?

—Hay toda una serie de habilidades de mi trabajo como periodista que son muy útiles para escribir novela negra. Para comenzar, los periodistas estamos acostumbrados a deshacernos de los elementos que no son esenciales e ir al núcleo de la historia. Pero, sobre todo, la mayor aportación es estar acostumbrada a escuchar con atención a las personas e identificar qué están tratando de ocultarme, y esto es muy útil porque es lo que hacemos constantemente los escritores de novela negra, ir revelando y escondiendo elementos a los lectores.

­—Uno de los ejes de la novela es la venganza. ¿Cree que es uno de los sentimientos más fuertes e incontrolables y que más influyen en la actuación de las personas?

—La mayoría tenemos sentimientos de venganza en algún momento, pero afortunadamente no las llevamos a cabo, aunque podamos guardar cierto resentimiento. Yo exploro a los personajes cuando sí deciden actuar y, por lo general, las cosas no salen bien. Para darle una respuesta corta, sí, el sentimiento de venganza es muy potente.

­—Otro de los elementos importantes de la novela es el peso del pasado y de los secretos, nada ni nadie es lo que parece.

—Me muevo en dos ejes distintos. Por una parte, trato de ahondar en los secretos de los personajes. Por otra, estoy constantemente moviéndome entre el pasado y el presente. Esto está en todos mis libros. Voy al pasado porque es el que nos permite descubrir por qué los personajes actúan de cierta manera. Esta relación entre el pasado y el presente es aún más pronunciada en esta novela, en la que quería crear una atmósfera como de película de Hitchcock, que produce una sensación de mucho miedo y en la cual los personajes ya no pueden confiar en sus recuerdos, en su percepción de las cosas ni en sus personas más cercanas.

­—El escenario juega un papel determinante, esa casa frente al acantilado.

—Desempeña un papel esencial, porque está en un lugar muy bonito, pero totalmente aislada. Es una casa con mucho cristal. Eso aumenta la sensación de miedo y paranoia que siente la protagonista. No puede escapar de la sensación de que la están mirando constantemente.

­—Ninguno de los cuatro personajes de la novela provoca empatía.

—Estoy de acuerdo, de todos mis libros es el que tiene los personajes más desagradables.

­—Esta novela no supera las 20.000 palabras. ¿Le resultó complicado ceñirse a ese espacio?

—Fue muy difícil. Tiene una estructura más simple y tradicional, un narrador único, que es algo que no suelo emplear, y no hay tantos saltos temporales. Tuve que hacer un esfuerzo de disciplina muy grande.

­—¿Cómo fue la experiencia de escribir durante el confinamiento?

—Tuvo un impacto sobre el tipo de historia que escribí. Durante el confinamiento estuve encerrada en una casa. Esa sensación de encierro e incertidumbre la plasmé en esta novela.

­­—En la novela hay una agresión sexual que encubre una mujer, algo políticamente incorrecto.

—Hay mujeres que rechazan el feminismo y la sororidad, la protagonista lo reconoce. Quería explorar ese tema. La mayoría no empatizamos con ella, no la encontramos un personaje agradable y vemos como un enorme acto de traición ser testigos del sufrimiento de una mujer en una agresión sexual y no solo no hacer nada al respecto, sino además encubrirla.

­—¿Cómo consigue meterse en la mente de un criminal?

—No me interesa tanto el procedimiento policial como la psicología criminal, trato de entender qué lleva a una persona corriente a hacer algo terrible, a matar. En el caso de esta novela, la persona que comete los asesinatos sufrió mucho cuando era joven, se ha sentido tremendamente traicionada, ha intentado pasar página y continuar con su vida, pero se vuelve a encontrar con sus atacantes y debe enfrentarse de nuevo con su pasado. Pero lo peor cuando vuelve a verlos es que se da cuenta de que han olvidado por completo lo que le han hecho, es algo que no tiene ningún valor ni peso en sus vidas, cuando a ella casi la mata. Uno puede comprender cómo un personaje así llega a cometer esos crímenes, no lo excusa, no lo perdona, pero sí lo entiende. ­­

—¿Por qué cree que tuvo tanto éxito «La chica del tren»?

—Para mí es casi imposible explicarlo exactamente. Hay una combinación de factores. El personaje de Rachel, que es inusual, pero con el que mucha gente se identifica; la ambientación en ese tren en movimiento, la sensación de ver e imaginarnos la vida de otros; y un elemento muy importante de suerte, que el libro llegara en el momento adecuado. Es un fenómeno extraño hasta para mí.

­—¿Le condicionó ese éxito espectacular al escribir las siguientes novelas?

—Sin duda, la novela que vino después, Escrito en agua, fue muy difícil de escribir, porque estaba siempre de gira y no tenía tiempo de sentarme a escribir con tranquilidad, y porque tenía mucha presión para ver qué escribía después.

­—¿Cómo ve la situación que vive su país?

— El brexit ha sido un desastre, la gestión del gobierno conservador ha sido un desastre y lo que querría es que hubiera elecciones.