Del «bacalao» a la «mákina»: Así es la música de «La Ruta», la serie que revive la escena valenciana tres décadas después

Carmen Novo REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

LAIALLUCH

Para recrear el sonido original, la banda sonora contó con dos líneas de composición

23 dic 2022 . Actualizado a las 15:25 h.

Las connotaciones que adquieren la velocidad y el volumen en la música electrónica son más que claras. Lo que popularmente se denominó bacalao, más tarde bakalao y terminó derivando en mákina, resonó hasta limites ensordecedores durante la última mitad de los años ochenta y la primera de los noventa. Entre cuatro paredes que hacían rebotar el sonido con mil matices diferentes, dos personajes —interpretados por Claudia Salas y Álex Monner— desafían el volumen conversando de oreja en oreja. Detrás, la gente baila, baila y baila hasta caer rendida en la pista. Las manos al cielo sostienen botellines de agua y las copas, para no molestar, en las mesas.

Un cartel luminoso indica la entrada a Espiral, una sala de fiestas situada en la Alianza, a las afueras de Valencia. Tres décadas atrás fue un espacio clave para la expansión y modificación de la Ruta del Bakalao, conocida inicialmente como Ruta Destroy, uno de los fenómenos sociales más extravagantes de la historia reciente en España. Durante los últimos meses, Espiral se convirtió de nuevo en un templo. Aunque, esta vez, para la ficción. La sala es uno de los escenarios en los que se rodó La Ruta, una serie original de Atresplayer que este domingo termina con su último episodio.

Elisabet Casanovas, Álex Monner, Caludia Salas y Ricardo Gómez interpretan a un grupo de amigos de Valencia.
Elisabet Casanovas, Álex Monner, Caludia Salas y Ricardo Gómez interpretan a un grupo de amigos de Valencia. LAIALLUCH

Creada por Borja Soler y Roberto Martín Maiztegui, la ficción establece un recorrido por el circuito de discotecas situados en os alrededores de la ciudad. Barraca, Chocolate, Spook o Espiral llevaron a la huerta levantina una serie de sonoridades y ritmos que basculaban entre el punk y el techno pop. «Las discotecas se convirtieron en un lugar para descubrir música que no escuchabas en otra parte. Los programadores y locutores de radio iban allí para ver lo que molaba, era una forma de desarrollar industria», explica Juan Ibáñez. Ha sido el encargado de coordinar la banda sonora de la serie, que se compone tanto de temas originales como de otros rescatados de la época. En cuanto a estilo, se guiaron por dos sonoridades distintas. Primero, en la mitad temprana de la década de los ochenta, una dominada por las guitarras. Fruto de la evolución de las tendencias musicales, la electrónica fue ganando terreno e hizo que la escena derivara en un movimiento masivo.

Para reflejar esas dos etapas, contaron con dos equipos de composición. Por una parte, el compositor, productor y DJ Pional se encargó de los tres primeros capítulos. La serie comienza en el año 1993 y, a partir de ahí, se desarrolla hacia el pasado. La velocidad mareante de las bases conquistó los primeros años de la década de los noventa. Triunfaron canciones como Así me gusta a mi, de Chimo Bayo, que indicaban la masificación del movimiento y su gran salto al mainstream. Así lo explica también Joan M. Oleaque en su libro En éxtasis: El bakalao como contracultura en España (Barlin Libros): «El pop, el rock y la electrónica de baile radical fueron dejándose de lado en los clubs a medida que aumentaba la afluencia de público de manera indiscriminada, porque no se quería renunciar ni a una milésima parte de éxito inmediato (...) El nombre de bacalao se aplicaría entonces tanto a la música cañera severa y estricta —la de ‘boumba-boumba-boumba' a toda velocidad—, como a una máquina más melódica de corte pseudoeurovisivo».

Las discotecas fueron el eje de la Ruta del Bakalao.
Las discotecas fueron el eje de la Ruta del Bakalao. LAIALLUCH

Siguiendo este orden cara atrás, los cinco últimos episodios se componen en torno a los acordes de las guitarras de Álex de Lucas, integrante del grupo The Parrots y compositor de la banda sonora de la serie Cardo, y los sintetizadores del DJ Raúl Santos. El último capítulo, ambientado en el año 81, cuenta con la participación de la banda valenciana La Plata. Cuenta Ibáñez que, como indicación para afrontar el proyecto, les propusieron lo siguiente: «¿Cómo habría sonado el grupo si, en vez de ahora, hubiera existido durante la década de los ochenta?». «Al final, uno quiere reflejar las cosas lo mejor posible. Al escucharlos piensas que es una composición de la época», continúa.

Aparte de la banda sonora original, la serie rescata algunos de los himnos colectivos que retumbaron hasta agotarse en los clubs. Mientras suena This is the One, de The Stone Roses, A Strange kind of Love, de Peter Murphy o Destination, de Megabeat, los personajes de Elisabet Casanovas, Ricardo Gómez, Claudia Salas y Álex Monner desgastan la suela de sus zapatos y mueven acompasadamente sus cabezas hasta el mareo. Ibáñez explica la dificultad que supone licenciar las canciones. Habla, por ejemplo, de la presencia del grupo alemán Kraftwerk en el sexto episodio, uno de los iconocs clave para comprender el sonido de Valencia: «Son muy rigurosos a la hora de aprobar en qué proyectos se meten. Les comunicamos bien las cosas y fue interesante. Hasta que no tuvieron toda la información y el sentido exacto que iba a tener la canción en la psique del personaje no dieron su aprobación».

Fotograma del sexto episodio de «La Ruta».
Fotograma del sexto episodio de «La Ruta». LAIALLUCH

Todos estos nombres —y más— son los protagonistas del libro Bacalao. Historia oral de la música de baile en Valencia, 1980-1995 (Editorial Contra), compuesto a raíz de los recuerdos de los protagonistas de La Ruta del Bakalao. El él, el autor Luis Costa habla con Artur Roger, Jesus Brisa, Toni «el gitano» o Jose Conca para demostrar, al igual que la serie, que la Ruta del Bakalao era algo más que la imagen hortera y machacona que los medios de los años noventa plasmaron del fenómeno. Una de las intenciones de La Ruta era crear un homaje a todas estas figuras.

«Fue bonito ver como la gente se fue sumando, incluso dándonos facilidades», continúa. Una de las figuras clave durante el rodaje fue el DJ Fran Lenaers, residente de la discoteca Spook —donde hace un cameo en el capítulo seis— y miembro del proyecto de música electrónica de baile Megabeat, que suena en el episodio dos. De cara a la verosimilitud de los personajes, para asegurar que todo se muestra tal y como fue, enseñó a pinchar a Monner y a Guillem Barrosa, que interpretan a dos hermanos pinchadiscos. También Carlos Simó, que aparece en el capítulo ocho. Pionero de la escena de baile valenciana, pinchó entre 1980 y 1986 en Barraca, discoteca de referencia en la década de los ochenta. Tal y como escribe Oleaque en En éxtasis, «quizás el primer caso de DJ que llegaría a ser abiertamente percibido como artista, rompiendo con el concepto antiguo de pinchadiscos como un empleado más». Sus sesiones eran de lo más esclécticas. Tal y como reveló al equipo de La Ruta durante las conversaciones que mantuvieron antes del rodaje, siempre cerraba sus sesionés con la canción La barraka, de Charles Aznavour. En el capítulos dos, un personaje interpreta a Kike Jaén, DJ y fotógrafo. Es el autor de todas las fotografías promocionales del 12” de Chimo Bayo Así me gusta a mí.