Jorge Volpi: «En México no existe la justicia penal, la impunidad es absoluta»

CULTURA

Jorge Volpi
Jorge Volpi ANGEL MANSO

Volpi busca en Chiapas el por qué de la violencia que desangra el país

24 dic 2022 . Actualizado a las 09:27 h.

«Como científicos, estamos obligados a hacer algo por este país, nos recriminaste, no podemos cerrar los ojos y olvidar que vivimos en un cementerio». Esto le recuerda Lucía al prestigioso neurocientífico Luis Roth. Son dos de los protagonistas de Partes de guerra (Alfaguara), la última novela de Jorge Volpi (México, 1968). Roth y su equipo investigan el por qué de la violencia, las razones por las que dos adolescentes, Jacinto y Saraí, matan con saña a Dayana, de 14 años y prima de Saraí.

—¿Por qué escribe sobre la violencia?

—Es una situación en México que ha sido terrible sobre todo a partir del año 2006, cuando el presidente Calderón lanza la guerra contra el narco y de pronto el país asume una espiral de violencia de la que no ha salido. Desde entonces van 250.000 muertos y 100.000 desaparecidos, cifras propias de la guerra aunque no estemos en guerra. Una violencia inaudita. Ahora estoy de vuelta en España pero los últimos nueve años los pasé en México y evidentemente es una situación que termina por sobrepasarnos a todos los escritores y a todos los ciudadanos. Parecería no haber otro tema posible del cual hablar estando en una situación como la que vivimos en México.

—Una protagonista asegura que es como vivir en un cementerio...

—¡Claro! Es una especie de cementerio con este nivel de cifras, más todavía si tomamos en cuenta que en México solo se resuelve el 0,5 % de los crímenes que se cometen. De tal manera que de 250.000 muertes no sabemos, en la mayor parte de los casos, nada. No sabemos las razones, no hay resolución del caso, no hay justicia, no hay reparación, ni garantía de no repetición. Hay impunidad absoluta.

—¿No hay justicia?

—No, en términos penales en México realmente no existe la justicia.

—¿Por qué elige adolescentes para protagonizar este crimen?

—Es un tema que me había obsesionado hace mucho, incluso antes de que empezara esta ola de violencia en México. Ha habido casos de violencia extrema entre adolescentes como estos en muchas partes del mundo: en Europa, en EE.UU. [se repite constantemente y lo acabamos de volver a ver con el caso de las armas]. Me parecía que era un tema particularmente interesante el ver qué podría hacer que niños se conviertan en criminales.

—¿Por qué pone a investigar a un equipo de neurocientíficos en lugar de policías?

—En la novela además de la historia del crimen entre los niños está la historia de los neurocientíficos que los estudian. Pronto descubrimos que esa trama también está llena de mentiras, de secretos y de otras violencias.

—¿Alguna razón para elegir a neurocientíficos?

—Me interesa mucho la conciencia y los orígenes de la violencia. Y por ello ante esa violencia vivida quise hacer una aproximación distinta y que fueran unos neurocientíficos los que intentaran entender por qué ocurre.

—El escenario es Chiapas, ¿por qué acudió a esa frontera sur?

—Esa frontera se ha convertido, una vez más, en una zona enormemente difícil. Ya lo fue durante la época zapatista. Ahora en esa frontera es donde México además de ser víctima [lo ha sido durante mucho tiempo por la situación de la emigración con los abusos y la manera en la que Estados Unidos ha bloqueado a los mexicanos] se ha convertido también en verdugo, porque es la barrera contra la emigración de sudafricanos, africanos, caribeños… Ahí tenemos también la condición no solo de los personajes sino también del país, que ahora son víctimas y verdugos.

—Entran por ahí los migrantes...

—Es el paso natural desde Guatemala para atravesar todo México y luego tratar de entrar en Estados Unidos. La situación ahí es la misma que en la frontera de México con Estados Unidos

—La lectura de la novela deja como un regusto amargo, ¿también lo deja en el autor?

—Ese desasosiego por tratar de entender el origen de tanta violencia es algo que queda en el autor y en el lector, esa voluntad de tratar de entender el origen de tanta violencia y lo que ocurre con los personajes en ese marco.

—Esa violencia se extiende...

—Es que está presente en todas partes, en todas partes ocurre de este modo: en los medios de comunicación, las redes sociales...

—¿Es posible pararla?

—De eso trata justo la novela: la tarea que llevan a cabo estos investigadores para tratar de entender los orígenes de la violencia. Meterse en el cerebro de esos niños. Hay razones internas, sociológicas, psicológicas, genéticas pero también las hay externas, sociales, familiares... No parece sencillo porque a veces es tan descarnada, tan terrible la violencia que no sabemos ver cómo podemos llegar a eso.