Beyoncé es ya la artista con más Grammys de la historia, pero se le resisten las categorías generales

Sucedió a mitad de la gala. James Corden leía los nominados a mejor disco de música electrónica. Al abrir el sobre del ganador, suspiraba y decía: «Esto es un honor». Hacía una pausa para tomar aire. Se estaba escribiendo una página gloriosa en el libro de la historia del pop.  Beyoncé acaba de lograr el 32.º premio Grammy de su carrera, convirtiéndose así en la artista más galardonada de todos los tiempos. Ya lo era como mujer desde el 2021, pero ahora pulveriza todas las marcas, más allá de géneros, demostrando su poderío en la industria musical. Ni Michael Jackson, ni U2, ni Madonna, ni Bruce Springsteen. Nadie había llegado ahí, tan alto. Hasta esta noche.

«Estoy tratando de no emocionarme. Gracias a Dios por cuidarme; a mi tía que ya no está conmigo; a mis padres por quererme y animarme; a mi bello marido y a mis tres hijos. Por supuesto, también a la comunidad queer por apoyarme tanto», dijo entre lágrimas. Sin embargo, la jugada no le salió redonda a la autora de Renaissance, dejándole un regusto agridulce en unos Grammy cuyas categoría principales se le escurrieron entre los dedos. Una vez más. Totalmente dispersos en sus ganadores y sin un claro protagonista, impidieron que la de ayer fuera la gran noche de Beyoncé.

El rostro de Bonnie Raitt al escuchar que se había impuesto como canción del año por Just Like That, por encima de Beyoncé, Adele, Kendrick Lamar o Harry Styles, lo decía todo. «Esto es irreal», confesaba ella con el trofeo en la mano. Se trataba de una sorpresa total que, en cierto modo, certificaba lo que estaba ocurriendo hasta entonces. Y lo que iba a seguir ocurriendo a lo largo de una gala fluctuante en lo que a la luz del triunfo se refiere. Igual se acercaba a uno como a otro, sin que al final iluminase a ninguno con toda su intensidad. 

La mejor grabación del año correspondió a la estupenda About Damn Time de una Lizzo desbordante de emoción. Recordando a Prince en su discurso y exaltando al diferente frente a lo uniforme, lo concluyó mirando a Beyoncé. Le dijo: «Cuando iba en 5º hice pellas para ir a un concierto tuyo. Gracias, me cambiaste la vida. Aquel día quise ser como tú. Eres la artista de nuestra vida». Harry Styles, que logró el Grammy al mejor disco del año por Harry's House, no se refirió a ella directamente, pero dijo que el resto de los nominados habían sido muy inspiradores para él en diferentes momentos de su vida. Y Adele, que en el 2017 llegó a llorar admitiendo que Beyoncé se merecía el premio de disco del año que le habían dado a ella, recogió el de mejor interpretación de pop en otra muestra de la atomización de los Grammy de este año.

Por tanto, Beyoncé tendrá que esperar a otra ocasión para coronarse como la artista del año. Esta vez partía, una vez más, como principal favorita con nueve nominaciones. De ellas ganó cuatro. Se trata de las categorías de mejor canción de música electrónica y dance por Break My Soul; mejor interpretación de r&b tradicional por Plastic Off the Sofa; mejor canción de R&B por Cuff It y por mejor álbum dance electrónico por Renaissance. Todas ellas son categorías especializadas. La gloria en las generales se le sigue resistiendo. Paradójicamente la artista con el récord de premios no tiene en su haber el de disco del año, pese a firmar álbumes tan incontestables como Beyonce (2013), Lemonade (2016) y Renaissance (2022), con el que acudía esta vez.

En el resto de los apartados, cabe destacar la esperable victoria de Kendrick Lamar en la categoría de rap con Mr Morale & the Big Steppers. También, la entrada por la puerta grande Bad Bunny con Un verano sin ti, mejor álbum de música urbana. Y Samara Joy, considerada la artista revelación de este año gracias a sus maneras de jazz clásico y elegante.

La española Rosalía -que muchos consideraban que, al menos, debería haber sido nominada a disco del año con Motomami- quedó relegada a los apartados menores. Pero allí se hizo valer, logrando el premio a mejor álbum de música latina alternativa. 

Una gala que prometía más de lo que fue

Respecto al espectáculo, empezó a lo grande con la reivindicación festiva y latina de un Bad Bunny en ebullición total. «Yo quiero saber si los Grammy están listos para la verdadera fiesta», dijo y lanzó un popurrí de temas que pusieron a bailar a todo el Staples Center de Los Ángeles, que un año más acogió el show. La imagen de Taylor Swift dejándose llevar por su música recorrió las redes sociales. 

Sin embargo, un arranque tan explosivo fue precedido por una gala que no brilló como otros años en sus actuaciones. Conducida por el humorista Trevor Noah, de lo visto cabe destacar la recreación del As It Was de Harry Styles y su circulo pop, la actuación demoníaca y flamígera de Sam Smith y Kim Petras (precedidos de la presentación de Madonna que proclamó: «Si te llaman transgesora vas por buen camino») y, sobre todo, el suceder de artistas que celebraron los 50 años del genero del rap. Por allí desfilaron muchísimos de los clásicos del género como Salt-N-Pepa, Queen Latifah, RUN-DMC y Public Enemy.   

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