«Trazo de tiza»: 30 años de un cómic imprescindible que ningún editor comprendió

CULTURA

La obra icónica de Miguelanxo Prado vuelve a las librerías con una edición especial con material inédito. «Foi o meu salvoconduto para poder traballar xa con total liberdade», dice su autor

28 feb 2023 . Actualizado a las 10:14 h.

Es una obra de teatro llevada al cómic: un solo espacio, unos pocos personajes, muchos diálogos y algunas reflexiones privadas. Es también un juego de tiempos llevado a imágenes fijas, un complejo puzle con varias lecturas. Y es un gran poema desde su propio título —Trazo de tiza— hasta su exposición en grandes secuencias en cada página. Todo eso, meditado por su autor durante mucho tiempo y publicado hace treinta años, primero por entregas, luego en un solo álbum. Cuando Miguelanxo Prado les presentó ese trabajo a sus editores le miraron extrañados. No había referencias de nada así en cómic; aún faltaban muchos años para películas que juegan con esos elementos como Crash o 21 gramos. No había internet, ni redes sociales, ni vídeos virales, ni plataformas de series ni semejante desarrollo audiovisual. «Non lle gustou a ninguén, non entendían nada, pensaban que non iría máis aló dunha publicación nunha revista e aí quedaría. Vían esta obra como un capricho meu, mesmo algún me dixera que cada vez debuxaba peor», recuerda Miguelanxo Prado, treinta años después y entre algunas risas. 

Sucedió que ese álbum por el que apostaba solo Miguelanxo Prado se convirtió pronto en un éxito. De público y de crítica. Hoy nadie discute que Trazo de tiza es un punto de inflexión en la obra del dibujante gallego más internacional, pero también en la historia del cómic contemporáneo europeo. Ganó premios por todo el continente y, releído hoy, parece haber salido ayer de imprenta por primera vez. Pura contemporaneidad. Nada hace sospechar que llegó a las librerías entre 1992 y 1993. Por esos treinta años, Norma acaba de publicar una edición especial con bocetos originales y material extra. Lo que no cambia es el contenido, claro.

La historia es aparentemente sencilla: un marinero busca un lugar donde meter su velero tras una noche de tormenta y encuentra una isla que no aparece en su mapa. Allí solo vive, sola con su hijo, una mujer que atiende un mesón-posada. Allí está también Ana, que llegó un tiempo atrás a la isla en otro barco y que duerme en su propia embarcación a la espera de que lleguen unos amigos y se la lleven de vuelta. La isla tiene un faro, una casa y un gran espigón blanco. Vista desde el cielo —antes de que viéramos una foto de dron ya nos la había presentado Miguelanxo Prado en esta obra—, semeja un trazo de tiza sobre una inmensa pizarra.

Ese viajero accidental, Raúl, siente pronto un enorme magnetismo por Ana. Y a partir de ahí, una historia de relaciones tirantes en un entorno extraordinario —en todos los sentidos—, con unos personajes con muchos interrogantes, y una construcción del relato que va despistando al lector. «Quería que esta fose unha obra atemporal que funcionara como un reloxo, cun control milimétrico sobre toda a historia, que se afastase de mecánicas previas», cuenta Prado, que admite que esta no es su obra más emotiva (posiblemente lo sea Ardalén), pero sí la que más trabajo previo le supuso. Se dejó inspirar por el realismo mágico y cita Rayuela como ejemplo de obra que juega con la mirada del lector. Porque, y esto no es spoiler, Trazo de tiza obliga a una cierta exigencia, a una segunda o tercera revisión para terminar de armar la historia y a fijarse en los pequeños detalles. «Estánme sorprendendo comentarios de lectores primeirizos, que vexan as mesmas cousas que hai trinta anos», cuenta el autor, que ha vuelto a las presentaciones públicas (en los próximos días estará en varias librerías gallegas) después de tres años de suspensiones por la pandemia, un paréntesis que hizo que su último trabajo, El pacto del letargo, que llegó al mercado justo antes del confinamiento, pasara un tanto desapercibido. Con Trazo de tiza, admite, su vida profesional cambió: «Foi o salvoconduto para poder traballar xa con total liberdade».

«TRAZO DE TIZA». MIGUELANXO PRADO.  EDITORIAL NORMA PÁGINAS 104 PÁGINAS PRECIO 19 EUROS