Esta Blancanieves cambia la historia y reparte el trabajo del hogar con los enanitos

Javier Becerra
Javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

La editorial Cuatro Tuercas plantea la revisión de los cuentos clásicos con valores igualitarios. «Nosotros pensamos que para tener y formar el espíritu crítico puedes tener las dos versiones y luego te quedas con la que quieras», dicen

05 mar 2023 . Actualizado a las 10:21 h.

Sostienen que no hacen cuentos políticamente correctos, sino muy incorrectos: «Nosotros no nos censuramos. No nos dice un editor que no se puede hablar de determinadas cosas. Escribimos sobre lo que queremos escribir y metemos los dedos en todas las llagas que podemos», apunta Pablo Macías, pareja y socio de Belén Gaudes en la editorial Cuatro Tuercas. Ella explica que fue hace 12 años cuando, como padres, empezaron a rescatar cuentos clásicos para su hija. Alarmados, consideraron que era necesaria una revisión.

«El clic fue ver la versión de Disney de La cenicienta —precisa—. Mi hija tenía tres años y yo recordaba esa película de un modo diferente. Al ponerla como adulta, empiezas a cuestionarte las cosas, porque más allá del clásico el problema es el modelo que llega. El de princesas, con mujeres que esperan, príncipes valientes, el amor romántico como salvación, la belleza por encima de todo... Una serie de cosas con las que no estábamos de acuerdo». Desde ese punto de partida empezó la colección Érase dos veces, en donde todo ese imaginario clásico de cuentos infantiles se somete a una nueva mirada crítica.

Belén Gaudes y Pablo Macías, editores de Cuatro Tuercas
Belén Gaudes y Pablo Macías, editores de Cuatro Tuercas

Los dos son conscientes de los recelos que despiertan este tipo de ajustes. Más aún, con el reciente anuncio de que se iban a revisar las expresiones malsonantes de la obra de Roald Dahl. Por ello matizan que se centran en obras de dominio público. «Reversionamos cuentos clásicos que parten de esa tradición oral y que han sido versionados mil veces —justifica la editora—. Hasta el propio Roald Dahl revisó a los clásicos en un libro maravilloso, Cuentos en verso para niños perversos. Otra cosa es una obra que no es de dominio público, que esté en autoría de una persona y que se haga una censura. Ahí no estoy de acuerdo».

En su afán por abrir debates y coeducar, en estos cuentos los personajes clásicos toman en sus manos caminos imprevistos. Es el caso de Blancanieves. Belén lo explica: «El clásico de Disney dice que esta chica se queda a vivir con los siete enanitos a cambio de que hagan todas las tareas de la casa y ellos son un desastre. Nosotros cambiamos el modelo de masculinidad. Nos encanta empoderar a las niñas, que sean luchadoras y fantásticas, vale. ¿Pero qué pasa con el modelo masculino? Los siete enanitos son capaces de valerse por sí mismos. No necesitan una madre, una hermana, una Blancanieves, ni nadie que hagan algo que, funcionalmente, como personas son capaces de hacer ellos solos, que es limpiar, cocinar y fregar». No se quedan en eso: «Desmontamos también el tema del amor romántico y, en concreto, nos centramos en el consentimiento. En la mayoría de los cuentos clásicos eso de dar un beso a una princesa que está dormida, muerta o desmayada no solo es lícito, sino que es algo maravilloso. Como el amor todo lo puede.... Luego, pasan los años y se nos llena la boca con el "solo es sí es sí", pero estás enseñando ese modelo desde el principio».

Páginas interiores de  La cenicienta
Páginas interiores de La cenicienta

En su Tres cerditos hay una cerdita «que también construye casas». En Pinocho, «todos mienten excepto el niño, porque esa es la realidad». En Rapunzel, «ella piensa en cortarse o no el cabello, mientras el príncipe la escucha tejiendo». Y en La cenicienta, la protagonista desecha los zapatos de cristal para acudir al baile, optando por un calzado mucho más cómodo. ¿Deberían sustituir a los tradicionales? «Nosotros pensamos que para tener y formar el espíritu crítico puedes tener las dos versiones y luego te quedas con la que quieras», concluye Belén Gaudes.