Thalía: «Cuanto más me dices que no, más me gusta, más quiero»

CULTURA

Enrique Vega

«Hace tiempo que dejé de medir la vida en números. Es agotador», dice la artista mexicana, que revisita las canciones que marcaron su adolescencia en un disco que sirve de adelanto de la docuserie «Thalia's Mixtape: el soundtrack de mi vida».

13 may 2023 . Actualizado a las 10:06 h.

Nadie le podrá negar a Thalía (Ciudad de México, 1971) su condición de espíritu libre. Lleva más de tres décadas haciendo y diciendo lo que literalmente le da la gana. Y casi nunca a favor de la corriente. Las grandes divas latinas de la actualidad reconocen su admiración y su deuda para con ella. Igual que ella lo hace ahora con los artistas y los grupos que marcaron su adolescencia. Los ha sacado del póster para citarse con ellos y revisitar algunas de aquellas canciones que los convirtieron en ídolos de aquella joven Thalía, que por entonces daba sus primeros pasos en la industria musical.

 El proyecto lo ha bautizado como Thalia’s Mixtape: El soundtrack de mi vida y consta de un disco publicado el viernes 28 de abril y una docuserie de tres capítulos, producida por Paramount y MTV, que se podrá ver este mes de mayo.

En el disco Thalía reinterpreta, en algunos casos con la participación de los artistas originales, nueve canciones que determinaron su pasión por la música. Abre el álbum el Devuélveme a mi chica, de Hombres G, cantada por Thalía y David Summers. También aparecen icónicas canciones de los 80 y 90 como Me cuesta tanto olvidarte, de Mecano; Rayando el sol, de Maná; Para no verte más, de La Mosca Tse Tse; Florecita rockera, de Aterciopelados; o Pachuco, de Maldita Vecindad. El disco se completa con un medley en el que suenan, entre otros, fragmentos de canciones de Los Toreros Muertos o Nacha Pop. En la docuserie, Thalía se reencuentra con algunos de sus ídolos de juventud para, a través de entrevistas y reinterpretaciones de sus clásicos, revisitar la historia de la música latina y desvelar su futuro de una forma íntima.

—¿Cómo surgió este proyecto?

—Este es un proyecto muy personal. Es el corazón de Thalía... Bueno, en realidad el de Ariadna [su primer nombre], la adolescente, buscando a sus ídolos de aquel momento para darles las gracias, cara a cara, por todo lo que hicieron para que yo encontrara mi fortaleza. Es una docuserie musical de tres episodios que viene de la mano de Paramount, en los que voy a llevar a la gente a través del desarrollo y la historia de la evolución de la música. Desde el vinilo a la web3, a la inteligencia artificial. Y lo voy a hacer

 

Enrique Vega

de la mano del mixtape de mi vida, de las canciones que me influenciaron y de sus autores originales. Serán ellos quienes nos cuenten las historias que hay detrás de esas canciones y yo haré mis reinterpretaciones.

—En ese «mixtape» de tu vida hay bastantes artistas españoles: Hombres G, Mecano, Antonio Vega, Los Toreros Muertos...

—Sí, claro. Imagínate lo que para mí supuso encontrar el contacto que me llevara, por ejemplo, a descolgar el teléfono y llamar a David Summers y explicarle que con este proyecto yo quería servir de puente entre generaciones y que él explicara a esta generación del TikTok y de YouTube la historia de aquellas canciones, lo que pasaba en la sociedad de aquella época, lo que vivieron ellos y lo que tuvieron que hacer para romper con lo que estaba establecido. Era como si David Summers se me estuviera saliendo del póster de Hombres G que yo tuve colgado en mi habitación durante mi adolescencia. Yo como fan siempre me había quedado con las ganas de que él quemara aquel jersey amarillo y de que rompiera el Ford Fiesta blanco [se ríe]. Se lo propuse y me dijo que sí, así que el videoclip es eso, él quemando el jersey y rompiendo el carro. Un sueño.

—¿A qué conclusiones has llegado tras hacer este repaso intergeneracional? ¿Hemos ido hacia adelante, hacia atrás, nos lo pasábamos mejor antes, se divierten más ahora...?

—Yo creo que antes nos divertíamos más porque todo era más presente. No había tanta distracción. Hoy la gente está pegada a su pantalla y hay muy poca interacción, muy poco espacio para crear historias, para contar cosas, para compartir momentos. Sin embargo, la nuestra fue una generación de mucha autenticidad, muy honesta. Y de mucha rebeldía, también. De ser uno mismo. Yo, como madre de un niño de 11 años y una niña de 15, quiero que ellos sepan que ha habido personas que han revolucionado la sociedad para ser auténticas, para poder ser ellas mismas. Hoy en las redes sociales todo el mundo quiere parecerse, todo el mundo quiere decir y hacer lo mismo. Yo les animo a que sean ellos. Sencillamente, ellos.

—¿Cuánto mantienes hoy de aquella rebeldía de entonces y de aquel afán de revolución?

—Todo. Lo mantengo todo. Eso va en mi ADN. ¿Cómo voy a desprenderme, por ejemplo, de aquella sensación de cuando escuchaba, por ejemplo, a Los Toreros Muertos? Yo me acuerdo una vez que llegaron a México para promocionar su disco. Cuando aparecieron en el plató, Pablo Carbonell nada más que se sentó, abrió el periódico y, mientras leía, cantó Mi agüita amarilla [canta un fragmento]. Y yo estaba viendo aquello por televisión y pensaba: «Esto es alucinante. Un tipo que canta sentado mientras lee el periódico». Esas imágenes, esas pequeñas cosas, para mí son las verdaderamente revolucionarias y creo que son las que conformaron la identidad de nuestra generación.

—Al igual que tú formas parte de la identidad de muchísima gente. Tú también fuiste para muchas personas una referencia importante, sobre todo en un momento en el que no nos llegaba mucha música desde América.

—Exacto. La conectividad que hoy existe hace que cualquier lanzamiento sea global al instante. Cuando yo empezaba, tú lanzabas tu long play o tu casete y si pegaba en tu país después tardaba cinco meses en llegar al resto de América y otros seis meses hasta que llegaba a Europa. O sea que era todo un año de promoción de una canción. Es increíble cómo ha cambiado todo. Pero a fin de cuentas, la nostalgia es la nostalgia. Y aquella sensación de abrir un long play o sacar un casete me sigue pareciendo algo incomparable.

—Porque ¿tú eres nostálgica?

—Mucho. Muy nostálgica. Pero también muy presente. También me gusta mucho la tecnología, me gusta mucho aprender de lo que está pasando. Por ejemplo, ahora me encanta saber de todo lo que está pasando con la inteligencia artificial.

—Son muchas las mujeres, no solo del mundo del espectáculo, que cuando llegan a los 50 años creen que ya se les terminó el camino. Y, de repente, que aparezca Thalía, con todo su poderío y manteniendo su vigencia, les resulta, cuando menos, un ejemplo estimulante. ¿Qué trascendencia podéis tener figuras como tú a modo de referente para esas mujeres?

—Mira, no hay que medir la vida en números. Yo dejé de hacerlo hace ya tiempo. ¿Cuántos likes consigues, cuántos followers tienes, cuántos discos has sacado, cuántos platinos, cuántos premios...? Y lo mismo con qué edad tienes, cuánto pesas... Eso es agotador. Eso te quita. Yo lo que creo es que al diálogo hay que sumarle el respeto, la inclusión, el no señalar ni prejuzgar. Es fantástico que todas podamos seguir reinventándonos y empezar de cero. Para mí hacer este proyecto, con tres capítulos alucinantes, con un disco espectacular, en una plataforma como Paramount, es algo que yo no hubiera imaginado jamás hace diez años. Y ya ves, lo estoy haciendo. Estoy reinventándome. Y eso es algo tan fabuloso...

Enrique Vega

—He visto en tus redes un vídeo en el que dices que para ser un icono tienes que atreverte a hacer cosas extraordinarias. ¿Cuál es la más extraordinaria que has hecho en tu vida?

—Defender mis puntos de vista. Ser siempre honesta con lo que sale de mi corazón. Hacer lo que de verdad quería hacer, aunque no fuera el momento o aunque no coincidiera lo que estaba pasando en la industria. Cuando reviso mi discografía digo: «¡Guau! He cantado de todo». Mi primer disco era pop rock y me lo vetaron en la radio por contenido explícito. Acabaron con él. Pero también me di el chance de cantar salsa, merengue, de rapear en Arrasando, de cantar reguetón y ahorita estoy bien nostálgica. Pero es que eso es lo bonito, seguir evolucionando, seguir cambiando y siempre atreverse.

—También has dicho que en el camino te vas a enfrentar muchas veces a tus propios límites. ¿Cuáles son los tuyos? ¿Cuáles son las líneas rojas que no estás dispuesta a atravesar?

—No son líneas rojas, porque a mí me gustan los riesgos. A mí, cuanto más me dices que no... ¡uy!, más me gusta, más quiero. Es más que nada entender que hay situaciones en la vida maravillosas, pero que también hay momentos que no son tan buenos. Momentos de mucho pesar, de mucho dolor. De caídas, de fracasos, de separaciones... Y es cuando tocas ese fondo, cuando se reestructura una fortaleza en tu alma que te ayuda a impulsarte desde ese fondo para llegar incluso más alto de donde nunca habías estado. Eso es lo que yo quiero que las personas entiendan. Que todo pasa para algo. Que hay que estar bien alerta de los pensamientos que de pronto son los que más te minan, los que te bloquean y te impiden hacer las cosas, y darles delete.

—¿Has estado alguna vez en Galicia? ¿Qué recuerdos tienes?

—Tengo los recuerdos de algunas visitas que hice durante el año y medio que viví en España cuando grababa el programa VIP Noche con Emilio Aragón. Los fines de semana nos íbamos a diferentes lugares y fue ahí cuando conocí Galicia. Me encantaría volver. Desde entonces la llevo en mi corazón.