El fenómeno «Barbie»: inclusión, diversidad y roles de género

Lucía Blanco / H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

La muñeca, que ahora da el salto al cine, perpetúa una imagen sexualizada y promueve el descontento con el propio cuerpo, según expertas en educación y género

11 jul 2023 . Actualizado a las 09:22 h.

No queda nada para que la gran pantalla se tiña de rosa. El 20 de julio podremos adentrarnos en el mundo de la famosa muñeca Barbie con el estreno de la película dirigida por Greta Gerwig y protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling. Pero el filme, que apunta a convertirse en una de las grandes apuestas cinematográficas del verano, aviva varios debates como es la estigmatización de la mujer o los cánones de belleza.

En el largometraje, inspirado en la creación Mattel, la muñeca es expulsada de Barbieland por no ajustarse a los parámetros de perfección que rigen en el lugar. «Nos va a sorprender porque, aunque en el territorio de los juguetes infantiles los discursos se simplifican al máximo, el salto desde ese mundo idealizado a la realidad puede hacer que esta muñeca entienda cuál es su papel en la sociedad», explica Bernat Sanromà, director creativo y consultor estratégico.

Amada y odiada a partes iguales, Barbie se ha convertido en un icono intergeneracional que ahora parece alejarse de esa vida idílica que promovía en un principio. Preocupaciones como el paso del tiempo y situaciones como la desigualdad de las mujeres en el ámbito laboral y el acoso callejero se hacen eco en la producción de Warner Bros, que supone una continuidad al cierto aire transgresor con el Mattel revolucionó la industria juguetera.

Promover la independencia

Hasta la década de los 50, las figuras dirigidas a la infancia femenina intentaban estimular el instinto maternal y perpetuaban el rol de ama de casa. La muñeca no solo se convirtió en la primera con forma adulta, sino que también animó a los más pequeños a convertirse en profesionales de cualquier disciplina. «Retrataba un tipo de mujer que era independiente, que tenía a un compañero, Ken, que funcionaba como un accesorio más y eso inspiró a un montón de niñas», dice Bernat Sanromà.

La evolución de la compañía es un buen ejemplo de cómo mantener viva una marca a pesar de las polémicas, pues el legado de la muñeca no ha estado exento de luces y sombras. La empresa enfrentó numerosas críticas por promover estándares de belleza inalcanzables. «La idea de mujer independiente —de hecho, no tiene hijos— se pervirtió a través de la figura que, ya no es que no sea la habitual, sino que es irreal y está bastante sexualizada», cuenta Marta Gijón, experta en materia de género y coeducación. 

La imagen de chica rubia, delgada y blanca se había quedado desfasada. «Transmítese un prototipo que contribúe ao descontento normativo co propio corpo e axuda a reproducir a opresión sobre certas mulleres que sofren discriminación non só por ser mulleres, senón tamén por ser racializadas, pobres ou trans», asegura María Victoria Carrera-Fernández, doctora en Ciencias de la Educación y del Comportamiento y profesora en la Universidad de Vigo. Para actualizar dicha imagen, a partir del 2016, Mattel comenzó a trabajar en versiones que representaban a los distintos modelos de mujer, lo que llevó a la figura a ser portada de la revista Time. 

Mirada inclusiva en el filme

«Apostar pola diversidade é beneficioso para a infancia e contribúe á xustiza social, aínda que o avance é moi limitado. As compañías son moi conservadoras na representación de modelos de feminidade e masculinidade afastados dos estereotipos de xénero e da lóxica sexista e cisheteronormativa», añade la doctora. El universo rosa de Gerwig parece que va a adscribirse a esa mirada diversa, pues darán vida a las distintas versiones de la muñeca, además de Margot Robbie, entre otras, Hari Nef, modelo, escritora y actriz trans; así como Ncuti Gatwa y Simu Liu encarnarán, con Ryan Gosling, los diferentes Ken.

«El mundo de Barbie es distinto del de hace treinta años. Han adaptado el concepto a lo que hoy se pide. Sus deseos ya no son tener un descapotable rosa, sino subirse a la estación espacial y ser astronauta», dice Sanromà. Algo que además que ya ha ocurrido, pues Samantha Cristoforetti, primera europea comandante de la Estación Espacial Internacional (EEI), viajó acompañada de una Barbie cuyo diseño se inspiró en ella misma —y que, por cierto, está a la venta en las tiendas por unos 35 euros— para animar a las estudiantes a cursar carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas.

«Sé lo que quieras ser»

El mensaje de «Sé lo que quieras ser» tiene su espacio en el filme, en el que aparece una Barbie Nobel de Física, una segunda magistrada y una tercera abogada, entre otras. Margot Robbie, que también asume el rol de productora, quiso destacar en una entrevista para Harper´s Bazaar cómo su personaje promueve «la confianza, la curiosidad y la comunicación durante la infancia, y empodera a los niños para imaginarse a sí mismos en roles aspiracionales, desde princesa hasta presidente».

Sin embargo, Gijón asegura que aún queda mucho por cambiar. «Han hecho esfuerzos porque el juguete sea más diverso, por ejemplo, fabricándolo con distintos tipos de piel, pero representan la excepción dentro de la colección. Deberían modificar los cuerpos porque perpetúan los mismos estereotipos físicos». La publicidad, mantiene, es otro de los sectores clave: «Hay anuncios de muñecas que animan a los más pequeños a que jueguen a ser lo que quieran, pero resulta que no aparecen niños. Si quieres conseguir una campaña que genere un cambio, tienes que modificar más cosas».

La producción levanta expectación desde que se filtraron las primeras imágenes del rodaje, en el que se agotaron las existencias mundiales de pintura rosa fluorescente. El tiempo dirá si el estreno puede revertir los tópicos sobre la muñeca más famosa para convertirla en icono feminista. «Esta película será muy provocadora y nos dirá cómo piensan acerca de los valores que tiene que seguir teniendo Barbie, porque el rol de las marcas no es solo ganar dinero, también son un activo para la sociedad», concluye Bernat Sanromà.