El folk-horror argentino «Cuando acecha la maldad» gana en Sitges

josé luis losa SITGES / E. LA VOZ

CULTURA

El director argentino Demián Ruga.
El director argentino Demián Ruga. Siu Wu | EFE

«Vermin», Premio Especial del Jurado, y «Late Night with the Devil», mejor guion

14 oct 2023 . Actualizado a las 22:03 h.

Una película ambientada en un pueblo de la Argentina profunda, Cuando acecha la maldad, dirigida por Demián Rugna, se alzó con el premio a la mejor película de entre las 31 que competían por el premio del Festival de Cine Fantástico de Sitges. Este filme de Rugna cuenta los estragos que provoca una posesión diabólica en un lugar de la campiña y se inscribe en la corriente del folk-horror muy en boga.

El jurado compuesto por varios críticos y teóricos del fantastique junto a la actriz Ana Torrent parece decantarse no por el mejor cine visto aquí (Cuando acecha la maldad es formalmente tosca y su cuadro de actores, manifiestamente mejorable) sino por una de las dos únicas propuestas que se inscribía de un modo diáfano en el género de terror. Y eso queda bien subrayado porque la otra película que jugaba con claridad las cartas del horror en estado puro, la francesa Vermin —esta sí, magnífica— se llevó la plata del palmarés, el Premio Especial del Jurado. Vermin, formidable opera prima de Sébastien Vanicek, se centra en el claustrofóbico survival de un grupo de inmigrantes que habita un edificio de la banlieue parisina infestado de una especie letal de arácnidos.

Vermin comparte ese Premio Especial —en un poco defendible ex aequo— con la británica y pretenciosa Stop Motion, que se pierde por entre la confusa línea de sombra entre la realidad la ficción de una creadora de cine de animación.

También es altamente discutible el premio a la mejor dirección para el congoleño Baloji por su muy errática Omen, en la que su protagonista regresa al Congo tras muchos años en Bélgica junto a su mujer blanca embarazada. El pésimo rollo y el rechazo con el que son recibidos se dispersan en una narración confusa y mal resuelta.

La mejor película y el hallazgo de relevancia superior de este 56.º Festival de Sitges, la australiana Late Night With The Devil, se ve reconocida como mejor guion. Sin duda, la manera en que sus directores Colin y Cameron Craines construyen esta meta ficción donde se nos ofrece la grabación de un programa nocturno de la televisión de los años 70 en el cual se asistió a un exorcismo en vivo y en directo es un prodigio que genera un pánico suspendido en el tiempo apabullante. Pero Late Night With The Devil no es solo epatante en su escritura. Lo es en su puesta en escena, en su malsana y complejísima creación de atmósfera, en su dirección de actores, con el gran David Dastmalchian como el médium o entertainer de esta misa negra que va mucho más allá del cine de género y se alza como lúcida explicación política del nacimiento de la telebasura y de la post-verdad populista que amenaza las libertades en el mundo. Por eso no hay justificación para que esta película seminal y soberbia no trascienda en el palmarés como lo mejor de estos once días de cine.

Me parece muy buena decisión la de reconocer al francés Karim Leklou como mejor actor por saber sufrir como el hombre más odiado de la humanidad en la notable Vincent debe morir. Creo que es nefasto incluir en el palmarés a la desastrosa película norteamericana The Seeding a través del premio a su actriz Kate Lyn Sheil. Y duele que la portentosa aventura de infancias recuperadas de Riddle of Fire se quede fuera de los premios. Más allá del palmarés, Sitges se reafirma como ese contenedor casi infinito de cine en apariencia colateral pero realmente inmanente. Y esa fórmula legitima un año más la relevancia nada folk de este festival.