Carlos Tarque: «Cada vez salgo menos de noche y más por el día; ahora disfruto de cosas que casi son una novedad»

CULTURA

Tarque & La Asociación del Riff
Tarque & La Asociación del Riff

El vocalista de M-Clan saca su segundo disco en solitario, que estrena con una gira que dará comienzo en Gijón el próximo 24 de noviembre: «La sociedad ha evolucionado y ahora hay una especie de censura que antes no había»

15 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Carlos Tarque (Santiago de Chile, 1969) iniciará el próximo 24 de noviembre en Gijón la gira de su último trabajo en solitario, llamado «Volumen 2». Un álbum más rockero que ha producido junto al guitarrista Carlos Raya, que cuenta con un papel esencial en el disco, en palabras del propio vocalista. El cantante de M-Clan habla sobre la evolución del género en España y de su lado más íntimo.

—Segundo disco en solitario y la segunda vez que empieza la gira en Gijón. ¿Es casualidad o una petición expresa?

—Es una especie de casualidad, sí (ríe), Creo que tiene que ver con la disponibilidad de las salas, pero vamos que es una casualidad que me encanta. El de Asturias es un público muy exigente, muy versado en el rock. El norte en general lo es. Me gusta porque tengo cierto cariño con Asturias y con Gijón. Una relación de amor y odio (ríe), pero con más amor. Estoy muy contento de empezar la gira en Gijón.

—¿Tiene alguna recomendación sobre la forma en la que escuchar su nuevo disco?

—Hacemos las canciones de rock una por una, que cuesta mucho trabajo. Sí es verdad que a la hora de hacer el orden del disco tenemos en cuenta una serie de factores. Por ejemplo, que los primeros temas sean los más llamativos, o sea, no puedes poner el tema lento el primero, evidentemente, sino que tiene que tener un orden de audición. También tener en cuenta que no coincidan los tonos; que si uno va en «Sol» el otro no vaya en «La». Además, creo que es un disco muy interesante para conducir, porque el rock y la carretera en general van muy de la mano. Realmente es un disco para escuchar como quieras, pero el estado anímico que tiene es muy potente. Creo que un buen momento puede ser antes de salir de fiesta. Lo que no recomiendo es ponerlo antes de ir a la cama (ríe), porque tiene mucha energía. 

 —Cada vez se escuchan menos discos como antes. Ahora parece que prima escuchar canción a canción, antes que un álbum de seguido. ¿Cómo lo escucha usted?

—Lo hago de todas formas, pero digamos que pertenezco a una generación que entendíamos la música como canciones, pero también como álbumes que tenían un por qué. Pero también me gusta escuchar canciones sueltas. Me gusta esa sensación de estar en un bar y que te vayan poniendo buenos temas. Me cuesta mucho acabar los álbumes. Tienen que ser muy buenos. Escucho por ejemplo siete temas y luego paso a otra cosa. También escucho por artistas en Spotify, por sus temas seleccionados. Es verdad que cuando estoy en casa y quiero escuchar un disco bien, me pongo un vinilo.

—¿Hay algún género que no escuche?

—Bueno, hay muchos géneros que no escucho. En general no suelo escuchar la música un poco más actual, como reggaeton o música urbana. Es un género con el que no conecto demasiado, tan solo la escucho en algún sitio concreto. La música que escucho suele ser rock clásico o folk, también mucha música anglosajona, funk, jazz, soul o reggae. Me gusta también el hip-hop de los 70 u 80 y algunas cosas posteriores. Hay cierto tipo de música que mi oído no entiende (ríe). No le tengo manía ni odio y no soy detractor de nada. Todo el que quiera hacer música para mí es bienvenido en el mundo y más en uno que está lleno de violencia y odio. Para mí la música en todas sus variantes siempre es bienvenida.

Carlos Tarque
Carlos Tarque

 —¿Qué hobbies tiene a parte de la música y cómo los compagina con su profesión?

—Me gusta mucho el mar porque vivo en la costa alicantina. Me gusta mucho el buceo, salir en tabla de pádel o en barco. Cada vez me gusta más la naturaleza. Cada vez salgo menos por la noche y más por el día. Y ahora disfruto de cosas que para mí son casi una novedad, ¿no? Lo compagino cuando tengo un hueco de unos días en una gira o intento buscar que haya diez días por lo menos de vacaciones al año en los que no tenga compromisos musicales ni profesionales. En realidad no son hobbies muy especiales, es un poco lo que hace todo el mundo. Más del día a día me gusta comer, leer o ver películas, un poco lo que le gusta a todo el mundo.

—¿Qué suele leer?

—Me gusta leer literatura, poesía o biografías. En general un poco lo que vaya cayendo en mis manos. Yo no soy poeta ni mucho menos, pero en un momento dado escribí ciertos escritos, como llamo yo, que me ayudan un poco a tener ideas para hacer canciones. Sí que tenía muchos escritas y junto con un amigo fotógrafo decidimos publicar algunos. La verdad que fue una experiencia muy muy chula.

—¿Tiene supersticiones o manías encima del escenario?

—La verdad que no tengo ninguna superstición. Eso sí, cuando preparamos un show, al igual que con las canciones del disco, tiene que haber un orden que tiene que ver con la energía del concierto. Por ejemplo, no puedes empezar con una canción lenta de diez minutos. A mí me gusta empezar con algo enérgico. Buscamos que dentro de esos 18 ó 19 temas que hacemos en directo haya pasajes más largos o que dejamos abiertos a la improvisación para ver qué cosas suceden con el público. El público eso te lo va marcar. El primer concierto de la gira no es igual que el último. 

—¿Tiene algún tipo de exigencia confesable que incluya en los contratos cuando va de gira?

 —Cuando hacemos conciertos tenemos un catering para cenar un poco en el camerino y tomar unas cervezas, nada especial. No hay pianos de cola blancos ni todo tiene que estar dorado (ríe). Sí que me gusta, por una cuestión de concentración, como un equipo de fútbol, que en el camerino haya cierta privacidad durante 15 minutos antes y 15 después del concierto. Hay gente que no lo entiende y que piensa que el camerino es un lugar de fiesta, pero no; es un lugar de trabajo. Después de media hora pues quizá sí puede entrar  alguien y tomar algo. No es algo grave, pero es una lucha constante que tenemos y nos interesa tener esa privacidad.

Nos gusta que en el camerino haya cierta privacidad; hay gente que no entiende que es un lugar de trabajo, no de fiesta

—¿Qué valoración hace a título personal de su evolución en la calidad del sonido? ¿Suena mejor con los años?

—Sí, claro. Es un proceso de aprendizaje y una búsqueda de la excelencia. Tengo la suerte de ir con músicos muy bueno, que llevan muchos años y que también trabajan por lograr ese buen sonido. El equipo que me acompaña es increíble. Los años me han ayudado a ir filtrando y dejando a los mejores, al menos para mí.

—Un equipo del que forma parte el guitarrista y productor musical Carlos Raya. ¿Habría sido posible esta aventura en solitario sin él?

—Bueno, podría haber sido con muchas personas desde luego. Nadie es insustituible en nada, ni siquiera yo. Cuando decidí hacer el proyecto de Tarque sí que tenía un enfoque muy claro de hacia dónde quería ir y el sonido que quería hacer. Entendí que Raya, por la experiencia de haber trabajado con él, iba a entenderlo mejor que nadie. Le dije lo que quería hacer y que me gustaría que estuviera conmigo. La importancia que tiene en el proyecto podría decir que es mayúscula. Casi te diría que él tiene, no más peso que yo porque el proyecto se llama Tarque y yo inicié, pero es verdad que en el sonido, la producción y la composición de los temas él es definitivo.

—¿Cómo ve la evolución de las letras, incluso la de las suyas propias, en una sociedad muy mirada al detalle, sobre todo en redes sociales?

—La sociedad ha evolucionado y tú puedes decir lo que quieras en una canción, pero es verdad que ahora hay una especie de censura que antes no había, precisamente por esa evolución. Y en muchos aspectos creo que ha evolucionado para bien. También creo ahora mismo cualquier opinión se hace viral y todo se amplifica demasiado, sobre todo lo negativo. Hay que intentar no ser tan asépticos, porque si vamos a estar tan mediatizados con las opiniones de los demás al final no vamos a poder decir nada. Más allá de la opinión de cada uno tiene que haber unas barreras legales que determinen si algo es ofensivo.

 —¿Hacia dónde le gustaría que evolucionara el rock nacional?

 —Es un género que sigue vivo y me gustaría que siguiera mucho tiempo más. Me gustaría que tuviera un poquito más de repercusión en el gusto masivo de la gente, que salieran bandas que pudieran llegar al gran público. Me refiero a grupos de rock, no de pop con canciones más amables. Me gustaría que volviera un poco a ser como antes en ese en ese sentido.

—¿Pesa de alguna forma el éxito de M-Clan al iniciar una carrera en solitario o lo ve como una garantía de éxito?

—A mí por ejemplo me ayuda, pero tampoco es una garantía de éxito. Cuando la gente pregunta quién es este tío dicen ¡ah, el cantante de M-Clan! Ahí ya hay un foco, pero eso no quiere decir que si la canción es una puta mierda, y no le gusta a alguien, le vaya a gustar. Sí que ayuda en el sentido de que la gente ya sabe quién eres.

—M-Clan sigue con ese parón marcado de en torno a tres o cuatro años. Después de eso, ¿volverán a retomar la banda?

—Yo creo que sí. Tenemos alguna idea, pero no puedo decir un sí definitivo. Ahora estamos en un punto de ver cómo va evolucionando todo. Creo que cuando terminas un trayecto al final te gusta cambiar, pero M-Clan es un grupo que funciona maravillosamente bien. Hacemos muchos conciertos y el público nos quiere, así que vamos a ver hacia dónde va todo.