¿Tenía Blancanieves ganas de limpiar la cabaña de los enanitos? Las princesas dan su versión en una obra de teatro

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

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La obra feminista «No me toques el cuento» se presenta en Ourense y Vigo con una visión gamberra de los clásicos

15 nov 2023 . Actualizado a las 16:57 h.

Una comedia gamberra y feminista. Así describe Olivia Lara Laguna No me toques el cuento, su particular visión del mundo de las princesas clásicas. La autora, directora y productora de la obra dice que con ella quiso «mostrar una parte de la historia de las mujeres, pero sin ser aleccionadoras y que cada uno saque sus propias conclusiones». Blancanieves; Cenicienta; Aurora, de La bella durmiente, y Bella, de La bella y la bestia surgen aquí con una visión muy diferente. Se trata de personajes que, desde el punto de vista de Lara Laguna, tuvieron una función perversa: «Se han utilizado para adoctrinarnos a nosotras desde muy pequeñas».

El próximo domingo 19 se podrá ver la función en Ourense (Auditorio Muncipal, 19.00 horas, desde 18 euros). Y la semana siguiente, el 26, en Vigo (Teatro Afundación, 18.30 horas, desde 18 euros). En el escenario se plasmará la fantasía creada en la mente de su autora, tras un par de preguntas. «¿Si esas mujeres no fueran creadas así y pudieran tener voz propia, qué dirían de su cuento y su vida? ¿Estarían felices con lo que se les ha dado o tendrían ambición por algo más?». Y a partir de ahí llegaron nuevos interrogantes: «¿Realmente Blancanieves tenía ganas de limpiar la campaña de los enanitos y ser todo el rato tan idiota, infantil y cuidadora? ¿Quiere hacer siete camas y pucheros para todos? ¿Esas mujeres en el mundo real harían todo eso o se negarían a ello?».

Con esas bases, y tirando de la comedia, No me toques el cuento juega a subvertir historias grabadas en la memoria colectiva de diferentes generaciones. Estas lecturas, que despiertan críticas y aplausos a partes iguales, son perfectamente legítimas, en opinión de la autora. «Estas historias se han contado toda la vida de 500 maneras distintas. Pero hay unas que dan miedo y otras que no dan miedo, porque La bella durmiente tiene 15 versiones. En unas, el príncipe la viola a ella. En otras, ella no es importante y la más importante es la bruja. Hay muchas versiones, y cada una intenta mostrar un punto de vista diferente. Yo doy el mío. De hecho, ni siquiera estoy haciendo una versión de la obra, sino que me estoy inventando una nueva».

En No me toques el cuento, las cuatro princesas se reúnen a solas para hablar de sus cosas: «Cada una cuenta un poco cómo fue su vida después de casarse, si realmente fueron a mejor o no —relata—. Blancanieves es un personaje que nunca se enfada, que siempre está sonriendo y es extremadamente amable. Hasta que un día estalla de ira y cabreo. Nadie quiere que Blancanieves sea como una mujer normal. Le diagnostican entonces un trastorno de la personalidad, con unas pastillas para mantener su estado de felicidad e inconsciencia constante. Ella empieza a cabrearse otra vez, pero le dan las pastillas y vuelve a sonreír y ser idiota. Es decir, se intentan tapar las emociones de Blancanieves para que no moleste».

Si Blancanieves anestesia su carácter con píldoras, la Cenicienta cambia sus zapatos de cristal por unas zapatillas deportivas. Por su parte, Bella se da a la bebida, al verse cada vez más mayor y llena de arrugas, víctima de la ansiedad que le genera no estar a la altura de lo que se espera de ella. Y La bella durmiente básicamente se dedica a dormir, viendo la vida pasar sin tomar decisiones reales. «Es decir, que calladita está más guapa, como se solía decir», dice Lara, que forma parte también del elenco de actrices interpretando precisamente este personaje pasivo. Carmen Calle, Katia Borlado, Isabel Morán, Lara Chaves, Masi Rodríguez y Colette Casas se encargan del resto de la función con un elenco variable.

Esa visión corrosiva del mundo de las princesas ha contado con un reproche. Lara dice que se repite constantemente: «Me plantean mucho que por qué, cuando hablamos de feminismo, las mujeres beben, se drogan y son superlibertinas y mal habladas. Ante eso, yo pienso que podemos hablar de estas historias y del feminismo de muchas maneras. Yo he elegido la comedia. Exaltar el dolor y ridiculizarlo para reírnos de la manera que tenemos de evadirnos no solo las mujeres, sino todo el mundo. Pero, cuando lo hacen las mujeres, parece que sean peores personas».

En todo caso, asegura que «no es una obra que regañe» y que, además de hacer pensar, lo que busca es la risa. Y asegura que lo consigue cada vez que le dan vida encima de un escenario.