Salman Rushdie indaga y desafía su agresión en «Cuchillo»

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Rushdie, en un encuentro en Alemania en fue premiado recientemente.
Rushdie, en un encuentro en Alemania en fue premiado recientemente.

El autor británicoestadounidense de origen indio trenza en este texto confesional un imaginario pero inútil diálogo con su ejecutor, manteniendo su valiente actitud de desafío a los fundamentalistas islámicos

17 abr 2024 . Actualizado a las 08:42 h.

Habían pasado 33 años y medio desde la sentencia de muerte dictada por el ayatolá Jomeini, recuerda Salman Rushdie en Cuchillo: meditaciones tras un intento de asesinato —publicado por el sello Random House, llega este jueves a las librerías—. Un larguísimo lapso de tiempo en que el escritor había imaginado unas cuantas veces cómo sería su asesinato, cómo alguien se levantaría de entre el público, en cualquier encuentro de lectores, caminaría hacia él y lo apuñalaría. El 12 de agosto del 2022, por fin, ocurrió, en aquel auditorio de Chautauqua, una población al norte del estado de Nueva York. Cuando vio a aquel hombre corriendo hacia el estrado del anfiteatro, se dijo: «O sea, que eres tú. Aquí estás [...]. No fastidies [...]. ¿Por qué ahora, después de tantos años?».

Salman Rushdie (Bombay, 1947) sirve un texto confesional y reflexivo, narrado en primera persona, para tratar de explicarse aquel ataque terrorista, «una forma —dice— de procesar lo sucedido y de responder a la violencia con arte». La primera de las 15 cuchilladas le atravesó la mano izquierda, con la que intentó protegerse; otra de ellas, le arrebató un ojo. No trató de huir, sin embargo. El escritor salvó la vida de milagro, y lo cuenta sin ahorrar pasajes terribles, tanto de la propia agresión —protagonizada por el joven Hadi Matar (al que llama solo A., en un intento de negarle toda relevancia), quien ni siquiera leyó su herética novela Los versos satánicos— como de su lucha por restablecerse y de su estrecha relación con la muerte. En su audaz indagación procura ver la luz al final del túnel, proclamar la victoria del amor, la belleza y —en último término— la palabra sobre el odio y la sinrazón. Por el camino, el autor británicoestadounidense de origen indio trenza un imaginario, pero jocoso e inútil diálogo con su ejecutor, manteniendo su valiente actitud de desafío a los fundamentalistas islámicos.