¿Una flor? Un clavel rojo. ¿Una palabra? Pasión. ¿Y si no fuese artista? «No, no podría ser otra cosa». El 13 de diciembre actúa en Galicia
28 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Mujer, solista e hija de dos leyendas no son credenciales que garantizan el éxito. Más bien al contrario. Además del talento, que de eso algo viaja en el ADN, hay que tener sobredosis de temperamento, energía y algo de duende. Rosario se lo echó todo a la espalda y ahí está, 33 años después, reivindicando y reafirmado con cada trabajo su condición de infatigable guerrera. La prueba irrefutable es Universo de ley, un disco en el que reinterpreta sus éxitos a dúo con figuras de la talla de Alejandro Sanz, Natalia Lafourcade, Niña Pastori, Diego El Cigala, Estopa, Ketama, Maná, Fito Páez, Carlos Vives o Sebastián Yatra. «El disco y la gira [que el sábado 13 de diciembre hace escala en el Palacio de la Ópera de A Coruña] son una celebración de 33 años en la música. De dar gracias a mi público y a la vida también, por todo lo que me ha dado. Treinta y tres años en la música... ¿Quién me lo iba a decir a mí? Es todo un regalo y un privilegio poder disfrutarlo».
—Pocos artistas en España son tan reconocidos y tan queridos por los músicos como Rosario.
—Muchísimas gracias. Eso me da mucho orgullo. La verdad es que yo me siento muy agradecida de la vida. Me siento muy querida por el público, por los músicos y por mi familia. Realmente esta gira es de agradecimiento a la vida. Todavía quiero hacer muchas más cosas en la música. Tengo un montón de canciones nuevas que me apetece muchísimo sacar, pero yo ya me siento realizada.
—Ha hecho rumbas, se ha acercado al «reggae», al funk, al pop, al rock, al blues... ¿Hay algún género con el que no se atreva?
—Nunca se puede decir «de esta agua no beberé», pero le tengo muchísimo respeto a todos los géneros y solo los haré cuando esté convencida de que puedo defenderlos. Si no, yo soy de las primeras que dicen «no sé hacerlo o no puedo».
—Hace 33 años, cuando empezó, ¿cómo se veía a los 60?
—Pues como estoy ahora. Yo es que tuve una maestra muy grande, que fue mi madre, que era totalmente abstracta respecto a la edad. Y yo tampoco tengo consciencia de la edad que tengo. No sé qué significa tener esta edad ni cómo se tiene que ser. Yo sé cómo me siento y listo. No soy de las que dicen «tienes que ser así o hacer esto porque tienes 60 años». Yo, mientras tenga salud y me sienta con fuerza, seguiré haciendo lo que me salga en cada momento. Por supuesto, hay cosas en la mente que sí te cambian con la edad: te vuelves más selectiva y disfrutas de cosas que antes, de jovencita, ni siquiera te dabas cuenta. Pero yo creo que eso es una virtud.
—La vida le ha dado de todo, le ha regalado éxitos, pero también ausencias. ¿Qué lugar ocupa la nostalgia en su música y en su vida?
—Muchísimo, porque las ausencias nunca se te olvidan. Los que te faltan, te faltan para siempre. Y más en mi caso, que eran personas que a mí me transmitían mucho arte y me enriquecían muchísimo por dentro. Yo siento que están muy presentes en el día a día conmigo. Es cierto que la vida, como dices, te regala muchas cosas. Te regala tu familia, tus hijos, tu carrera, tus amigos..., pero quienes faltan también siguen estando ahí conmigo. Nunca salen de ti, de tu cuerpo.
—¿Cuáles diría que son los rasgos artísticos o humanos que heredó y cuáles cree que son suyos propios?
—No lo sé, porque creo que todos están unidos. Mis padres me enseñaron el arte, lo bonito que es crear, expresar lo que tú sientes y dárselo a la gente. Y esa ha sido siempre mi guía en la vida. Y luego, lo que me nace de dentro es el temperamento y la energía que tengo en el escenario. No porque ponga la mente en ello, sino al contrario, es porque se me va la mente y entonces ahí es cuando más disfruto.
—En el escenario das la sensación de ser absolutamente invencible, ¿pero qué te sostiene cuando no hay luces ni aplausos?
—Yo puedo decir que tengo una vida muy bonita. Tengo a mis hijos, a mi marido, a mi hermana, a mis sobrinos... Me encanta crear, pintar, coser, tocar la guitarra, el piano... No me aburro nunca y todo lo que sea creativo me parece maravilloso.
—Si tu vida fuera una canción, ¿cuál sería?
—Creo que Qué bonito. Es mi canción más representativa. La escribí yo solita y se la dediqué a mi hermano, pero en ella está todo lo mío. Todo lo bonito de mi ser y todo lo que acarreo también de pena por perder a mi familia tan jovencita. Qué bonito es Rosario en esencia. Y si no, sería Marcha, marcha. Entre las dos, lo doy todo.
—Este fin de semana se estrena «Flores para Antonio», el documental que ha hecho su hija Alba. ¿Cómo lo habéis recibido en la familia?
—Estoy orgullosísima de mi sobrina porque ha hecho un documental maravilloso, gracias al cual la gente va a poder conocer muchísimo más a mi hermano. Flores para Antonio ha sido una liberación para ella y para toda la familia. Y yo creo que a la gente le va a emocionar muchísimo.
—Decía Alba en una entrevista que ahora a quien quiere poner en valor es a la figura de su abuelo, a tu padre. ¿Se ha sido o se está siendo aún injusto con la figura de Antonio González «El Pescaílla»?
—Ya no se trata de si se es justo o injusto. Lo que es incuestionable es que él fue un gran artista y que creó mucha música nueva. Creó la rumba catalana pero también era capaz de hacer boleros en clave de funky. Yo, toda la música que tengo y de donde vengo es de mi padre. Él era el músico de mi casa y la gente que es aficionada al flamenco sabe perfectamente quién era mi padre y lo que hizo. Es cierto que también hay mucha gente que no lo sabe y que me gustaría que lo supiera, pero quienes de verdad sabemos lo que él hizo y lo que él creó, sabemos lo que Antonio González significó.
—Tienes en Madrid una tienda de ropa de segunda mano que se llama «Ojo con el duende». ¿El duende existe?
—Por supuesto. El duende hecho carne. Eso es lo que yo quiero ser.
—El título de tu anterior disco era «Te lo digo todo y no te digo na». ¿Tú eres de esas?
—Pues sí. Porque si no te lo digo, al final a mí se me va a notar. Yo siempre creo que es mejor decir las cosas que guardártelas, que si no te hacen mucho daño.
Yo, mientras tenga salud y me sienta con fuerza, seguiré haciendo lo que me salga en cada momento.
—Entre una noche de juerga flamenca y una tarde tranquila en casa, ¿con cuál te quedas hoy?
—Hombre, si puede ser con las dos [se ríe]. Me encantaría de cuatro a siete, en casa tranquila, y de siete en adelante en una fiestecita.
—¿Qué palabra escogerías para definirte?
—Elegiría pasión. Aunque también podría decir arte o duende... Todo eso que se mueve y que lleva música.
—Y además de tu apellido, ¿qué flor te representa?
—Me encantan las rosas, rosas. Pero creo que para identificarme, una buganvilla también me gusta mucho. Y el jazmín. Eso en lo se refiere a mi parte más dulce. Y ya si nos vamos a la parte temperamental, me definiría con un clavel rojo.
—¿Cómo se siente un alma libre como la tuya en una sociedad que por momentos parece que quiere dejar de serlo?
—Pues muy contenta. Primero por la edad que tengo. Mira, en eso me viene muy bien [se ríe], porque ya estoy en otro equipo. Ya estoy viendo la vida de otra manera. Ya he jugado en la competición de querer hacer muchas cosas, he viajado mucho, he cantado mucho, y ahora estoy en un momento que me encanta porque es como de sosiego. Reconozco que el mundo está cada día más difícil, sobre todo para la juventud. Así que es la juventud la que tiene que luchar, la que tiene que ser rebelde y negarse a cosas que no son buenas para ellos. Tienen que utilizar internet para unirse y hacer cosas juntos. Yo siempre soy muy optimista y creo que con el amor y con la unión podemos hacer lo que queramos. Es verdad que esta vida está gritando que alguien la arregle. Pero es la juventud la que lo tiene que arreglar. Y yo seré la primera que me vaya con ellos.