La suspensión de Draymond Green añade pimienta a la final de la NBA

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LARRY W. SMITH | EFE

Los Warriors buscan sentenciar esta madrugada su segundo título consecutivo sin su ala pívot, líder espiritual del equipo

13 jun 2016 . Actualizado a las 14:27 h.

Draymond Green es el típico jugador que un aficionado adora cuando está en su equipo y odia a muerte cuando está en el rival. Tan polivalente y decisivo para la perfecta maquinaria de los Golden State Warriors como Bocazas, gesticulante y en estos play offs tendente a golpear entrepiernas ajenas, el ala pívot no podrá jugar esta madrugada (3 horas) el que puede ser el partido decisivo de la final de la NBA, si sus compañeros vencen a los Cleveland Cavaliers. La liga ha decidido sancionarle por acumulación de faltas antideportivas en estos play offs, tras el pique que mantuvo con  LeBron James el pasado viernes. La suspensión de Green ha añadido pimienta a la final de la NBA, con un agrio cruce de declaraciones entre ambos equipos.

Green y James, dos todoterrenos de más de 100 kilos con la agilidad y velocidad de tallas mucho menores, se las tuvieron tiesas en el último periodo del cuarto partido. LeBron empujó al suelo a Green, y quiso pasar por encima del jugador de los Warrriors, un gesto que en ese código de machos no escrito en la NBA está considerado una grave falta de respeto. Green respondió lanzando dos manotazos a James, uno de ellos casi desde el suelo que impactó en la entrepierna de la estrella de los Cavaliers. La NBA rearbitró la jugada este domingo, la consideró falta antideportiva y sancionó a Green, que ya acumulaba demasiadas amonestaciones en lo que llevamos de play off.

No es la primera vez que Draymond acierta con las partes sensibles de un rival. Hasta dos veces en dos partidos diferentes lo hizo con el pívot de Oklahoma City Thunder, Steve Adams, en la final del Oeste. Green estuvo cerca de ser sancionado con un partido entonces, pero es ahora, en plena final, cuando la NBA no le perdonó su último episodio.

La decisión de la liga abrió heridas en los Warriors. Andrew Bogut acusó a los Cavaliers de hacer lobby para apartar a Green y proteger a LeBron. Klay Thompson acusó a James de ser un llorón, tras sus quejas de recibir un comentario despectivo en el fragor de la batalla: «Todos decimos y escuchamos cosas que se quedan en la pista. Pero supongo que alguien vio heridos sus sentimientos». LeBron, preguntado sobre esto, se rió de manera irónica y decidió obviar el comentario de Thompson. Marreese Speights, jugador de banquillo de los Warriors, resumió el sentir de su equipo hacia James con un tuit: simplemente el emoji de un biberón.

Ken Blaze | reuters

El quinto y posiblemente decisivo partido entre Warriors y Cavaliers adquiere, de repente, un tono más agrio dentro de una serie de gran intensidad física. Sin Draymond Green, el técnico Steve Kerr no sólo pierde casi los 15 puntos, 9 rebotes y 6 asistencias que promedia el ala pívot en la final (además de ser el que más minutos juega de su equipo). Green es el alma defensiva de los Warriors, líder en la cancha y, gracias a su tremenda versatilidad, catalizador del sistema que permite al campeón jugar sin pívot (cuando realmente los Warriors marcan distancias sobre los rivales, incapaces de igualar los cambios de asignación en defensa y el movimiento de balón en ataque). Además, alivia la carga de Stephen Curry al ser capaz de manejar la bola en muchos ataques.

La ausencia de Green da alguna esperanza a unos Cavaliers que necesitan ganar para tener opciones de una hazaña: remontar un 3-1 en contra, algo que nunca ha sucedido en la final de la NBA. Los Warriors deben buscar una alternativa a la tercera pieza estelar de su equipo (después de Curry y Thompson), pasando por dar más minutos a un André Iguodala que va camino de su segundo premio consecutivo de jugador más valioso de la final.