Javier Hernánz, quinto en la final de K-4 1.000 metros

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso Lois REDACCIÓN

DEPORTES

Leonardo Muñoz

La medalla de oro fue para el equipo alemán. El cuarteto español se lleva diploma olímpico

20 ago 2016 . Actualizado a las 23:37 h.

Los resultados encierran mil y una lecturas. La última regata del piragüismo olímpico de los Juegos de Río concedió ayer un quinto puesto al K4 1.000 español que integran el tudense Óscar Carrera, el cangués Rodrigo Germade, el vasco Íñigo Peña y el asturiano Javier Hernanz. Su diploma en su debut en unos Juegos resulta ya una conquista. Respecto al Campeonato del Mundo de Milán del verano pasado, superaron a dos rivales que les habían derrotado, Portugal y Hungría, mientras que vieron como el barco de la potencia alemana les pasaba por delante -como al resto, pues agarró el oro-. Hasta ahí la comparación con la cita de Italia, el termómetro más fiable sobre el rendimiento de los aspirantes. Pero el kayak de cuatro palistas del equipo español se había plantado en Río con la ambición de elevarse al podio si redondeaban la regata perfecta. Como el viento no frenó tanto a los contrarios, tal y como esperaban en una carrera táctica en la que pretendían ir superando rivales, su remontada valió para un quinto puesto y dibujó una mueca de resignación en los palistas gallegos. Una amargura que el tiempo irá despejando después de igualar el resultado de la última participación de un K4 español en unos Juegos. Desde aquel otro quinto puesto de Atlanta 1996, nadie había clasificado siquiera al kayak español para una cita olímpica.

La final arranca con la misma estrategia que había funcionado la víspera a los españoles para clasificarse para el reparto de las medallas. El entrenador español, Luis Brasero, preparó al barco para un final fuerte y en progresión. Y el viento en contra que soplaba en la Lagoa Rodrigo de Freitas debía acompañar la estrategia. Saldrían cautelosos, confiarían en que el ansia de una cita olímpica acelerase a los rivales y lanzarían su remontada en el último tramo de los mil metros.

Sobre esa estrategia se desfondaron los españoles. Y, pese a remontar tarde, adelantaron a tres rivales que habían picado el anzuelo de una salida potente, Serbio, Francia y Portugal. Durante el último hectómetro se vieron con opciones de alcanzar también a Australia, uno de los favoritos, pero se quedaron a apenas 37 milésimas del cuarto puesto del barco oceánico. Y vieron el bronce, la ansiada medalla, a solo 1,6 segundos. Alemania, soberbia, ganó el título delante de Eslovaquia y la República Checa. Cuando Carrera y Germade desfilen hoy por Maracaná en la clausura de los Juegos, el quinto puesto, el diploma en el estreno olímpico, les hará avanzar con la cabeza alta frente al mundo.

«Queríamos la medalla, pero con el paso de los días disfrutaremos la hazaña»

No había reproches en el rostro del cangués Rodrigo Germade y el tudense Óscar Carrera al asimilar su quinto puesto. Solo la pena de que el viento no soplase lo suficiente como creían, como para hundir algún rival sobreexcitado. «Nos penalizó un poco el día. Porque pensábamos que a la gente se le iba a hacer duro el final, pero no pudimos meternos», resume Germade. Y explica como las remontadas se encarecen en los barcos de equipos. «Los rivales se clavaron menos de lo esperado. El K4 tiene mucho peso, velocidad e inercia, al llevar a cuatro personas, 300 kilos. Aunque te claves, la inercia te da velocidad. No es como en el K1, donde remontar posiciones resulta más sencillo al tener menos peso e inercia».

Y al momento valora el otro lado de su quinto puesto, una actuación brillante para el piragüismo español en la distancia. «Salió bien, lo correcto. Todo el mundo viene a por medalla. Nosotros también, pero estamos orgullosos de la final olímpica», indica antes de añadir con una sonrisa un detalle sobre la rivalidad con el barco vecino: «Lo único positivo es que le hemos ganado a Portugal, que nos tenía un poco cansados ya. Siempre nos ganaban por una décima y ahora les hemos derrotado nosotros».

Carrera coincide en el análisis: «Veníamos con expectativas muy altas y al pasar por meta no piensas en el quinto puesto, sino en la medalla que se te ha escapado. Queríamos el podio, pero con el paso de los días disfrutaremos la hazaña porque no es nada fácil lograr esto». Y coincide en que, a la luz de las condiciones finales, debieron apretar antes. «Había que hacer un poco más rápida la prueba desde el principio, pero esas cosas no las puedes adivinar», concluye.