Manchester, un derbi de banquillos

antón bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

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PAUL ELLIS|JON SUPER | Afp

Los dos técnicos más carismáticos del planeta se citan mañana en Old Trafford

09 sep 2016 . Actualizado a las 07:38 h.

En una fría noche del mes de marzo del 2004 Old Trafford conoció por primera vez al verdadero José Mourinho. Se presentó con su Porto en los octavos de final de la Liga de Campeones. Enfrente, Ferguson y su United, el equipo más exitoso de la historia reciente de Inglaterra. Scholes abrió el marcador. Un batallón de gorros de lana lo celebró de forma rabiosa, enfurecida, como solo lo hacen en aquellas islas. El resultado recuperaba la ventaja de 2-1 que el equipo portugués había conquistado en su casa. Tuvo ocasiones el Manchester para ampliar su ventaja. La tropa de Mou, sin embargo, se defendía con escuadra y cartabón, con esa disciplina militar que distingue al técnico de Setúbal. Y en el último minuto, Costinha obró el milagro. El gol del empate. Mourinho echó a correr por la banda. Señalaba a la grada, apuntaba al cielo... lo hacía con una pasión incontrolable. Aquello, lejos de enojar a la afición del United, acabó enamorándola.

El flechazo tardó años en fructificar. Justo hasta que el Manchester City, ese vecino que le ha salido impertinente, ese nuevo rico que ahora se ha propuesto desafiar el orden que da algo tan británico como la tradición, se decidió a contratar a Pep Guardiola, el hombre que apoyado en Messi, Xavi e Iniesta protagonizó la última gran revolución en el fútbol. La que ensalzaba el sentido común: en el fútbol las opciones de ganar se multiplican cuando tienes el balón. A Mourinho lo corearon en Old Trafford incluso antes de que se hiciese oficial que era el sustituto de Van Gaal. Todo el mundo quería que Guardiola y Mourinho se volviesen a encontrar. Era bueno para el fútbol inglés; era bueno para potenciar una liga atiborrada de millones, pero a la que le falta trasladar sus abultadas cuentas corrientes en títulos europeos; era, dijeron, bueno para todos.

Mañana (13.30 h, #0 Movistar+) llegará ese día especial. Uno de esos pocos partidos donde los focos prestarán más atención a los banquillos que al césped. Todo apunta a que no se revivirán aquellas batallas encarnizadas de cuando los dos dirigían en España. Mourinho entendió que la única manera de derribar la hegemonía del Barça era elevando el nivel de tensión por encima de lo imaginado. Su plan terminó con Guardiola en la Bundesliga y con él fuera del Madrid. Esas imágenes semejan parte del pasado, pero con dos egos de ese calibre, nunca se sabe.