El «backstage» de las estaciones de esquí

Carmen Liedo MIERES

DEPORTES

90 personas realizan complejos trabajos y a temperaturas bajo cero en Valgrande-Pajares y Fuentes de Invierno en diferentes turnos para que ambas instalaciones estén a punto cada jornada de esquí de la temporada

29 ene 2017 . Actualizado a las 17:56 h.

Son las nueve en punto de la mañana. En las estaciones de esquí de Fuentes de Invierno y Valgrande-Pajares ya hay movimiento de usuarios dispuestos a aprovechar al máximo la mañana, o incluso el día, porque «mientras haya nieve no se puede perder la oportunidad de disfrutarla», dice un grupo que ha madrugado para estar desde primera hora en el complejo invernal lenense, donde está todo listo para los esquiadores: las pistas como alfombras y los remontes comprobados. En Fuentes de Invierno también está todo preparado para abrir un día más la estación y con un poco más de dominio esquiable, más pistas a disposición y todos sus remontes en marcha. Pero los complejos invernales asturianos no amanecen con todo a punto por casualidad. Ni siquiera toda la nieve que hay en las pistas ha caído del cielo. Detrás de todo hay un importante equipo humano que entre las dos estaciones suman 90 personas, 90 trabajadores a los que se les presupone un componente vocacional y pasión por la nieve porque en la mayoría de las ocasiones realizan su labor con unas condiciones meteorológicas duras y muy bajas temperaturas.

Los 53 trabajadores de Valgrande-Pajares y los 37 de Fuentes de Invierno constituyen el backstage de cada una de las estaciones. De ellos depende que cada jornada de esquí los complejos puedan cobrar vida y que miles de usuarios puedan practicar deportes de invierno en ellas. Pero la labor que realizan algunos de esos empleados va más allá de la atención a los esquiadores. Los directores de ambos complejos invernales coinciden en señalar en que hay personal que realiza «un trabajo duro» y, muchas veces, con la complicación de que la meteorología está revuelta, lo que puede suponer «estar acondicionando pistas o limpiando el hielo de los remontes con un viento de 40 kilómetros hora», explica el responsable de Pajares, Javier Martínez.

Y más esfuerzo han tenido que realizar aún los trabajadores de las dos estaciones asturianas para arrancar la temporada, ya que la nieve caída a mediados de este mes de enero dejó los espesores tan al límite que el personal tuvo que hacer una importante labor de acondicionamiento de las pistas en ambos complejos para poder colgar el cartel de abierto, cartel que Fuentes de Invierno colgaba el lunes 16 y  Valgrande-Pajares el viernes 20 tras poder poner en marcha los cañones de nieve artificial. Pero como se decía, la apertura fue gracias al trabajo realizado por el personal encargado de las pistas y la maquinaria, que no sólo lograron obtener el espesor suficiente, sino que con el paso de los días su trabajo ha permitido ampliar el dominio esquiable en cuanto a kilómetros, abrir más pistas y poner en marcha más remontes.

Porque el trabajo en una estación de esquí no es sólo cuando ésta está abierta al público. Javier Martínez, director de Pajares, señala que el trabajo diurno de atención al usuario «puede decirse, incluso, que es un trabajo relajado». El difícil, explica, «es cuando se cierra la estación, anochece y hay que volver a pisar toda la superficie», y más teniendo en cuenta que las pistas del complejo lenense son muy anchas y es necesario pasar las máquinas varias veces para que éstas queden bien. «O cuando se arrancan los 90 cañones que tiene Valgrande y hay que orientarlos cada vez que cambiar el viento, que puede ser tres veces en una noche» porque la nieve también hay que colocarla, comenta Javier Martínez.

Por tanto, el mismo es consciente de que el trabajo en una estación de esquí puede ser «un trabajo ingrato» al que hay que sumar que los trabajadores lo desarrollan «a temperaturas bajo cero y, en muchas ocasiones, con viento», lo que hace que la sensación térmica sea de más frío. «Desde luego a alguien que no le guste la montaña, en un trabajo como este sufre. Tiene un componente vocacional», apostilla el director de Valgrande-Pajares, quien pone de relieve, por ejemplo, el esfuerzo físico que supone eliminar el manguito de hielo del casi medio centenar de pilonas, de las 8 o 10 poleas que tiene cada una y de las 250 sillas de los remontes, para lo que los trabajadores utilizan unos martillos especiales. Porque para arrancar los remontes, todo tiene que estar limpio de hielo, un fenómeno meteorológico que sufre especialmente la estación lenense por su orientación.

Así, el director de la estación de Brañillín se declara «contentísimo» y reconoce la importante labor que realizan quienes trabajan en ella «que no son meros trabajadores, sino que la sentimos y la queremos», y añade que desde que comenzó la temporada «están siendo eficientes al cien por cien» porque están «volcados» para conseguir que Valgrande-Pajares sea una referencia «en cuanto a calidad, trato y condiciones de la nieve».

En Fuentes de Invierno el trabajo no es más sencillo, porque la falta de cañones de nieve artificial se suple con el esfuerzo del personal y con su perfecto conocimiento de todas las áreas esquiables y aledañas, de forma que se aprovecha la nieve que está fuera de las pistas para ampliar los kilómetros que se ponen a disposición del público. La labor de los 37 empleados de Fuentes de Invierno la destaca también su director, Jorge Fernández, quien coincide con Javier Martínez en que «tiene que haber un componente vocacional porque el medio es duro» y en la voluntad de todos los que en ella trabajan está «dar el mejor servicio posible». Eso se ha comprobado en las apenas dos semanas que lleva abierta la estación allerana puesto que, pese a que estuvo muchos días sin nevar, aprovechando las bajas temperaturas se hizo una importante tarea para seguir ampliando el dominio esquiable, el número de pistas abiertas y los remontes.

Pablo Castaño es uno de los trabajadores del servicio de pistas de Fuentes de Invierno, estación en la que lleva desde su inauguración en 2007 y que, por tanto, conoce a la perfección. En su opinión, la clave para optimizar el complejo allerano «es el trabajo en equipo» de cuantos tienen un cometido en él «y el conocimiento de la propia estación». Y es que cuando la nieve se acumula en zonas inadecuadas, son las máquinas y los trabajadores los que la mueven a las pistas para aprovecharla, aunque una vez en las pistas también es necesario acondicionarla, lo que implica que hay una parte del trabajo que se tiene que hacer ya en horas nocturnas. Después el personal de pistas tiene que recorrerlas todas para colocar la cartelería y balizar con varillas de fibra de diferentes colores cada una de ellas en función de la dificultad de las mismas. Y que esté todo en orden se comprueba cada día con una inspección visual del balizaje a fin de que el trazado esté lo mejor señalizado posible para los esquiadores.

Importantes esfuerzos hacen también los responsables del mantenimiento de los remontes, encargados de retirar el manguito de hielo cuando por el frío éste se acumula en las pilonas, en las poleas o en los cables. «Esta semana pasada que llovió e hizo frío después tuvimos un manguito brutal y se tardó  tres días en limpiar cada silla», explica Pablo Castaño para advertir que esa labor «es muy cansada y arriesgada porque el acceso a los pilones no es fácil y porque estás limpiando bloques de hielo».

Pero, a pesar de todo ese trabajo, este trabajador de Fuentes de Invierno traslada que él y sus compañeros «están muy orgullosos del trabajo que realizamos» y más cuando la estación allerana es la que cuenta con los medios más justos porque tiene generadores de electricidad y carece de sistema de innivación artificial, por lo que insiste en que «se saca adelante porque hay un buen equipo humano» en el que todos son «polifacéticos». Sin embargo, el mismo apostilla que «es un trabajo duro que tiene sus recompensas» como puede ser «el estar balizando con los rebecos alrededor», con lo que se plantea que «me daría mal si tengo que estar todos los días un montón de horas en una oficina».

Otra recompensa con la que se encuentran en ocasiones los trabajadores tanto de Fuentes de Invierno como de Valgrande-Pajares es el reconocimiento de los esquiadores que acuden a disfrutar de la nieve tras el intenso trabajado realizado por ellos, un trabajo que da la sensación que es invisible porque lo realizan cuando los complejos están vacíos y a intempestivas horas de la noche pero sin el cual no sería posible que estos días miles y miles de aficionados a los deportes de nieve disfrutaran de los complejos invernales asturianos.