El canterano marcó un gol decisivo e histórico en la gran remontada del Barcelona ante el PSG
09 mar 2017 . Actualizado a las 07:58 h.En 2009 Josep Guardiola salió corriendo enloquecido por la banda de Stamford Bridge para celebrar un gol de Andrés Iniesta que parecía imposible. En la noche del miércoles, Luis Enrique reaccionó prácticamente igual cuando Sergi Roberto anotó otro tanto para la historia del Barcelona y del fútbol.
El nombre del canterano azulgrana quedará ligado ya para siempre a una noche inolvidable en la Liga de Campeones europea, la máxima competición de clubes del mundo.
El volante de 25 años anotó el último gol del 6-1 con el que el Barcelona eliminó al Paris Saint-Germain después de remontar en el último minuto del descuento el 4-0 en contra de la ida, algo que ningún equipo había hecho antes.
Iniesta, que hace casi ocho años tenía prácticamente la misma edad que Sergi Roberto, logró también en el último momento de aquel partido en Londres ante el Chelsea el 1-1 con el que el Barça se metió en la final de la Champions después del 0-0 de la ida.
Los partidos fueron en realidad muy distintos. El Barcelona apenas se acercó a la portería «blue» en Stamford Bridge, donde el conjunto local fue claramente superior. El miércoles, el Barcelona intimidó a un PSG que se mostró timorato y muy lejos al que arrasó a los azulgrana en París. El final, sin embargo, fue casi calcado.
«Ha sido la locura, la locura», dijo el miércoles Iniesta, que entonces puso la primera piedra camino de un año asombroso para un Barcelona que terminó conquistando los seis títulos posibles e inició una época de hegemonía.
Luis Enrique avisó ya de que dejará el club a final de temporada, pero eso parece haber liberado de tensión al equipo, que en las tres semanas que van de la debacle en París ha recuperado el liderato en la Liga española y ha logrado meterse contra toda lógica en los cuartos de la Champions League.
No parece probable que Sergi Roberto alcance en fama a Iniesta, autor también del gol de la victoria de España en la final de un Mundial. El todoterreno, que entró por Rafinha en el minuto 76 del partido, no tiene siquiera la vitola de titular indiscutible, pero será recordado ya para siempre como el autor de un gol de los que se recuerdan durante décadas.