Los arqueros de oro de Barcelona 92

Roberto Rodríguez OVIEDO

DEPORTES

Antonio Vázquez, oro en Barcelona'92, con Antonio Rebollo, encargado del encendido del pebetero.
Antonio Vázquez, oro en Barcelona'92, con Antonio Rebollo, encargado del encendido del pebetero.

Antonio Vázquez y Alfonso Menéndez son los dos asturianos que consiguieron, junto al extremeño Juan Carlos Holgado, una medalla impensable cuatro años antes

02 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Han pasado 25 años de Barcelona 92 y su deporte sigue siendo el más recordado de aquellos Juegos Olímpicos. Aquella flecha en llamas que Antonio Rebollo mandó al cielo de Barcelona ha perdurado más en la memoria colectiva que cualquier partido, carrera o batalla de las que se celebraron ese mes. Unas semanas después, dos asturianos completarían unos Juegos redondos para el tiro con arco español consiguiendo la medalla de oro por equipos. Se trata de Antonio Vázquez y Alfonso Menéndez, que junto al extremeño Juan Carlos Holgado, le dieron a España la undécima presea de aquellos Juegos.

«El que lo decidiese se arriesgó mucho», comenta Alfonso Menéndez sobre el lanzamiento inaugural de Rebollo. «Nosotros éramos muy conscientes del riesgo y la dificultad, si no hubiese salido bien se habría ido al traste toda la ceremonia», prosigue Menéndez, que no olvidó aquella inauguración única. «Ni el arco, ni la flecha, ni la inclinación eran normales. Antonio ejecutó el lanzamiento perfectamente. Para mí es el encendido más espectacular que se haya visto en unos Juegos», añade Antonio Vázquez. Ambos siguen manteniendo la relación 25 años después, se llaman habitualmente y también coinciden con el tercer miembro del equipo, Juan Carlos Holgado. Del ambiente en la villa Vázquez recuerda que «de repente me encontré con Carl Lewis», a lo que Menéndez añade que «sí, en el comedor coincidías con jugadores de la NBA. Era toda una experiencia».

De la competición ambos recuerdan la tranquilidad después de acceder a la final. «Nuestro objetivo era pasar al menos la primera eliminatoria, contra Dinamarca. Cuando en cuartos nos tocaron los rusos, que eran tres campeones del mundo, ya pensábamos que no pasaríamos de ahí, pero fue el partido que más holgados ganamos», recuerda Vázquez. Alfonso Menéndez afirma que «una vez llegados a la final estábamos tranquilos, pero queríamos más». Él había llegado algo tocado a Barcelona, «por una especie de bronquitis. El médico me decía que no podía darme nada para evitar un falso positivo. Los primeros días los pasé con una tos rara, pero poco a poco se me fue quitando».

Por aquella época, la competición de tiro con arco por equipos constaba de tres lanzamientos consecutivos por parte de cada miembro del equipo. Un total de nueve tiros que se debían realizar en solo dos minutos. Menéndez, el encargado de abrir por parte de España, recuerda que «el hecho de abrir tenía su punto, pero al final tienes que hacer tu trabajo y nada más». Más comprometida recuerda la situación Antonio Vázquez, el encargado de realizar la última tanda de lanzamiento por parte de España, que aún se apura recordando las prisas de la final: «Yo era el que más rápido tiraba. Alfonso era el primero porque era un poco más lento. Cuando llegó la final me dejaron solo 40 segundos para los tiros. Aún me tenía que preparar. Cuando lancé la primera flecha quedaban 35 segundos. Cuando tiré la última solo dos». Aún emocionado, Vázquez recuerda como «cuando aún me quedaba una flecha vi de reojo al finlandés ya saliendo de su caja. Lo que no sabía es que había hecho un 10, 10, 9. Íbamos ganando solo de 4. Por suerte yo hice un 9, 9, 9 que nos sirvió. Cuando solté la última flecha quedaban solo dos segundos».

Alfonso Menéndez con Fermín Cacho, Miriam Blasco, Juan Carlos Holgado y Teresa Zabell en Barcelona con motivo de un homenaje a los medallistas de 1992.
Alfonso Menéndez con Fermín Cacho, Miriam Blasco, Juan Carlos Holgado y Teresa Zabell en Barcelona con motivo de un homenaje a los medallistas de 1992.

Víctor Sidoruk, el entrenador «ruso» clave en el éxito

Pero si hay una figura que ambos recuerdan con un cariño especial es la de su entrenador, el ucraniano Víctor Sidoruk, a quien ellos llaman «el ruso». «Víctor es a quien yo achaco principalmente el resultado de los Juegos», comenta Menéndez. «Nos levantábamos a 8 y hacíamos una serie de 100 tiros antes de desayunar con una gomas que teníamos que simulaban el arco. Después por la mañana hacíamos otros 200, comíamos, y por la tarde 200 más. Cuando terminábamos íbamos al gimnasio a hacer preparación física y luego una hora a nadar», recuerda Vázquez, a lo que Menéndez añade «teníamos una dedicación completa desde cuatro años antes de los Juegos. Eran seis días a la semana». «A dos meses de los Juegos al ruso se le ocurrió contratar un pabellón con la Federación para que entrenásemos también de 10 a 12 de la noche, porque le parecía que era poco», recuerda entre risas Antonio Vázquez. «Yo en Seúl 88 me quedé fuera por un punto. Fue una frustración muy grande. Gracias a la preparación de Sidoruk pude clasificarme para Barcelona», cierra Menéndez.

Para Alfonso Menéndez hubo además otra persona muy especial en el cuerpo técnico. Se trataba de su padre, quien era seleccionador nacional, lo que a Menéndez le causaba «una presión extra pero también una experiencia muy bonita. Estaba claro que si algo salía mal me podían achacar esa vinculación, pero los resultados no dejaban lugar a dudas sobre quien debía ir a los Juegos». Además Menéndez recuerda probablemente el que para él fue el momento más entrañable de los Juegos: «mi recuerdo más imborrable fue mi abrazo con mi padre nada más acabar la final, fue mi primer abrazo como campeón olímpico. Eso es algo que los dos nos llevamos para siempre».

Ambos coinciden también en lo importante que fue el apoyo económico que recibieron antes de Barcelona. «Fue enorme, nunca ha habido tanto apoyo como entonces. Deportes que nadie conocía se llevaron medalla», cuenta Vázquez. Para Alfonso Menéndez incluso el modelo fue más allá de lo exclusivamente económico y cuenta que «se implantó un sistema encaminado a conseguir resultados deportivos. Aquello fue el germen de todo lo que estamos viviendo hoy. Comparas el deporte español de los años 80 con el actual y está a años luz. Entonces dependías del talento y trabajo individual de una persona, no había un sistema». Sin embargo Vázquez es más pesimista con el estado actual del deporte y sentencia que «si no se vuelve a hacer una inversión a cuatro años vista como entonces jamás se volverán a conseguir aquellos resultados». Su historia con el tiro con arco comenzó de una forma muy particular, como él mismo cuenta «me quedaron asignaturas y comencé a ir con un profesor particular. Él hacía tiro con arco y me invitó a ir a practicar un día. Me gustó y ahí empezó todo».

Sin defensa del título en Atlanta 96

Sin embargo todo el sistema saltó por los aires antes de Atlanta 96, donde España no pudo ni siquiera defender su medalla. «Inexplicablemente, después de unos resultados tan buenos en tan poco tiempo, la Federación prescindió de Víctor Sidoruk. Vinieron una serie de entrenadores que ni de lejos aportaban lo que hacía el ruso», cuenta Menéndez. Antonio Vázquez es más indulgente con la Federación pero afirma que «tardaron mucho en buscarle sustituto. Trajeron a un danés (Henry Brandt) que no conectó con nosotros, no nos gustaba su forma de entrenar. Al final solo me clasifiqué yo para Atlanta, en individual, y me fue muy mal». Alfonso Menéndez se sincera y cuenta que «el colmo fue cuando nos vinieron a decir que nosotros éramos muy buenos y que no necesitábamos entrenador. Era un planteamiento muy peregrino. Éramos campeones olímpicos y yo entendí que no podíamos ir a Atlanta solo a participar. Así que decidí hacer lo más honesto conmigo mismo y no seguí con la participación». En otras palabras, Alfonso Menéndez dejó el tiro con arco para siempre.

«No he vuelto a tirar desde entonces y no lo echo de menos. Sigo teniendo muy presentes las sensaciones que tenía entonces y no quiero ver en el estado de forma en que me puedo encontrar ahora mismo», continúa. Por su parte Antonio Vázquez cuenta que «yo dejé de tirar hace cinco años, pero me he reenganchado hace poco para ayudar a unos chavales de una escuela de Cataluña». «Actualmente se puede vivir de muy pocos deportes», cuenta Menéndez. «Puedes subsistir con becas y ayudas, pero no solucionar tu vida. Por eso es importante proporcionar a los deportistas una formación académica para que cuando finalice su etapa deportiva puedan encauzar su vida laboral». Por eso él ahora trabaja para el club de natación Santa Olaya, aunque siempre con un recuerdo dorado en el horizonte del que ahora se cumplen 25 años. Porque, como coinciden ambos, «conseguir aquel oro, en casa, con ese ambiente… no pudo haber nada mejor».