Sporting y Oviedo se reparten el derbi

Raúl Álvarez GIJÓN

DEPORTES

Derbi asturiano

Los rojiblancos marcaron al principio del partido y los azules en las postrimerías de un encuentro muy igualado (1-1)

09 sep 2017 . Actualizado a las 20:47 h.

No faltó de nada en El Molinón. En el derbi que Asturias llevaba catorce años ansiando, no tardó en aparecer el gol. Hubo lluvia y un hermoso ambiente norteño en el campo, hubo momentos de sol, hubo concentración y tarjetas, hubo detalles de buen juego de los dos equipos y hubo en toda la segunda mitad una sensación de dominio del Real Oviedo que desembocó en un balón suelto y un descontrol en cerca de la portería local. Toché, en su elemento, lo atrapó en mitad del área para colocarlo junto a un poste de Mariño y rescatar hacia el final el empate que los azules perseguían desde el primer cuarto de hora. Lo único que no compareció, y nadie lo echó de menos, fue el aburrimiento.

Paco Herrera ha encontrado una fórmula que le gusta para su once. Repitió el equipo que se impuso en la segunda parte al Lugo y que la semana pasada logró una victoria cómoda en Tarragona. Pero el Oviedo es mucho más que el equipo catalán y que casi todos los rivales de la categoría y, además, contaba con el impulso emocional de volver a verse en un derbi. Los azules, dispuestos en un 4-4-2 clásico, vieron debutar a Yeboah, se olvidaron del chasco copero y, en unos diez primeros minutos vigorosos, marcaron una línea ante el Sporting y procuraron no cederla. Los rojiblancos empezaron con voluntad de jugar pero sin encontrar la precisión para hacerlo bien. Hasta que apareció Carmona.

A la defensa del Oviedo en la primera mitad se le puede poner el pero de las faltas concedidas cerca de su área. En una de ellas, pasado el minuto diez, el mallorquín dio alas a la fiebre que se ha desatado sobre él en Gijón. Logró la proeza de sacar una falta y rematarla a gol pocos segundos después. Su disparo, rechazado como pudo por Juan Carlos, se transformó en un balón sin dueño en el área oviedista. Rubén García, el primero en recogerlo, lo llevó hasta la línea de fondo y centró hacia atrás. Carmona ya estaba allí para rematarlo de cabeza hacia la escuadra.

Desorientado por el gol, el Oviedo perdió su cuajó inicial y el Sporting tuvo los veinte minutos en los que gobernó el partido. Su presión le permitía recuperaciones rápidas, sus centrocampistas y sus medias puntas se encontraban con facilidad y avanzaban con fluidez hacia Juan Carlos. No abundaron, sin embargo, las ocasiones claras. La mejor fue una rosca de Rubén García, que en ese tramo dio un mal rato al lado izquierdo de la defensa azul con carreras, sombreros y centros, aunque el balón no cogió la curva suficiente para superar a Juan Carlos.

El duelo volvió a equilibrarse pasada la media hora. El Oviedo dejó de sentirse dominado y lanzó algunas estiradas para ver de cerca a Mariño. En la misma jugada, un tiro de Toché desviado por el portero y otro de Berjón desviado por el cuerpo de Barba anunciaron la intención azul de no darse por rendidos, aunque no hubo mucho más fútbol antes del descanso. En unos pocos minutos broncos, Verdés acumuló faltas, una tarjeta y un enjambre de sportinguistas intentando que perdiera los nervios.

Después del descanso, el Oviedo tomó el mando y no lo soltó en ningún momento. Su presión elevada, que empezaba en los tres cuartos de cancha, se atragantó a un Sporting incapaz de sacar el balón jugado con limpieza. A los azules les faltó filo para finalizar sus jugadas con peligro, pero no brío para pasar muchos minutos en campo ajeno y embotellar a su rival. El que más cerca estuvo fue Mossa a la salida de un córner, pero Mariño sacó una buena mano para frustrar su cabezazo. Los locales, mientras tanto, intentaban encontrar resquicios a la contra y sacaron a relucir la velocidad y la determinación de Michael Santos en la banda izquierda, pero el uruguayo, a menudo muy solo, solo tuvo una verdadera ocasión en otro disparo enroscado, tras llevarse el balón en lo que la defensa azul reclamó como falta.

Anquela empezó pronto con los cambios, dispuesto a buscar el empate. Herrera se retrasó más, para desesperación de los aficionados que veían al centro del campo rojiblanco hacer aguas. Cuando retiró a Rubén García para dar minutos a Bergantiños ya quedó claro que su objetivo era contener las acometidas azules. Pero el plan no le funcionó. A falta de seis minutos, Toché acertó con la portería y decidió un reparto de puntos para que nadie quedase totalmente frustrado tras una década y media sin un derbi en El Molinón.