El ojo que no todo lo ve

maría prieto

DEPORTES

WOLFGANG RATTAY | Reuters

El uso del videoarbitraje (VAR) genera división en el fútbol alemán, tanto por los fallos técnicos como por las interrupciones

03 nov 2017 . Actualizado a las 08:40 h.

La historia del videoarbitraje (VAR) en el fútbol alemán constituye la crónica de la caída en picado de una tecnología que, lejos de zanjar la polémica ayudando a los árbitros a tomar decisiones justas en jugadas controvertidas, genera más confusión. A punto de comenzar la undécima jornada de la Bundesliga, que ofrecerá el primer clásico de la temporada con el encuentro que enfrentará al Borussia Dortmund y al Bayern de Múnich, el malestar con el rendimiento del sistema ha desembocado en un debate que ya se antoja interminable.

«El videoarbitraje mata el ambiente. Molesta más de lo que ayuda y el espectáculo en el estadio se resiente», aseguró recientemente Rudi Völler, el jefe deportivo del Bayer Leverkusen, una de las últimas voces que ha criticado con dureza la nueva herramienta.

La desazón no es nueva, viene de lejos. El estreno del VAR en la Liga alemana de fútbol, a mediados del mes de agosto, ya fue un tanto aparatoso. Mientras que en algunos partidos el desempeño del videoarbitraje fue correcto en su estreno, en diversos estadios la técnica falló parcial o completamente.

En su primer día, por ejemplo, en los partidos Hoffenheim-Bremen y Hertha Berlín-Stuttgart el VAR solo pudo ser utilizado a partir del segundo tiempo, mientras que en el duelo de la primera jornada que enfrentó al Hamburgo con el Augsburgo no funcionó en absoluto.

La Liga alemana de fútbol llegó a calificar esos errores iniciales de «inaceptables» para una competición de prestigio y los responsables del sistema señalaron que, de seguir presentando ese tipo de confictos, su utilización podría tener los días contados.

No obstante, tras un intenso análisis, tanto la Bundesliga como la Federación Alemana de Fútbol (DFB) decidieron dar una segunda oportunidad al sistema. Desde entonces, el videoarbitraje continúa poniendo a prueba la templanza de los jugadores y la capacidad cardíaca de las aficiones.

«Esto es un disparate, hay que acabar con el VAR», declaró el pasado fin de semana el delantero del Friburgo Florian Niederlechner tras el derbi disputado ante el Stuttgart, en el que su equipo perdió por 3-0. «Tal y como está ahora es una chiste», añadió por su parte su compañero de equipo Christian Günter, también notablemente molesto con el empleo de la tecnología. El árbitro de aquel partido mostró una tarjeta roja a un jugador del Friburgo por una falta. Lo curioso es que le mostró la cartulina diez minutos después de la infracción, cuando decidió revisarla, y no un instante después de que se produjera la acción.

Tanto en partidos de gran envergadura como en otros que enfrentan a equipos más modestos, lo cierto es que apenas hay una jornada de Liga en Alemania en la que el videoarbitraje no acabe convirtiéndose en noticia. Sus detractores abundan más que sus partidarios, pero aún así todos son conscientes de que, les guste o no, parecen definitivamente condenados a entenderse.

«Es mayor el porcentaje de situaciones que ha llevado a tomar decisiones justas (...) Al final, la decisión la toma una persona y las personas también cometemos errores», señaló el joven entrenador del Hoffenheim, Julian Nagelsmann.

«Esto es algo bueno, tenemos que seguir y cada vez será mejor. Va a contribuir a que haya una mayor justicia en el fútbol», añadió optimista técnico del Wolfsburgo, Martin Schmidt.