Nadal barre de la tierra de Montecarlo a Thiem

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso REDACCIÓN

DEPORTES

ERIC GAILLARD | REUTERS

El español ganó al único rival que le había derrotado en tierra en el 2017, y se enfrentará en semifinales con Dimitrov

20 abr 2018 . Actualizado a las 19:30 h.

No tiene rival Rafa Nadal. No lo encuentra en su arranque sobre tierra batida, ni siquiera cuando enfrente tiene a un jugador joven, talentoso y especialista sobre arcilla. El único que había quebrado su paseo triunfal por la arena europea en el 2017, el austríaco Dominic Thiem, salió sonado este viernes de su cruce con el español. Durante tres cuartos de hora la duda estaba en si el número uno mundial cedería siquiera un juego, antes de marcharse a la ducha con un soberbio 6-0 y 6-2 a su favor. «Fue un partido casi perfecto con una velocidad de bola que me convenía. Me sentí muy cómodo ante uno de los mejores jugadores en tierra batida», resumió Nadal. Poco queda que añadir antes de su cruce de este sábado en semifinales de Montecarlo contra el búlgaro Grigor Dimitrov, verdugo ayer del belga David Goffin por 6-4 y 7-6 (Movistar Deportes 2, 13.30). El undécimo título persigue en Mónaco para abrir su paseo triunfal de cada primavera sobre tierra batida..

ERIC GAILLARD | REUTERS

Nadal confirma lo que ya pudo intuir cualquiera en Valencia. En el prólogo de la Davis de la gira de arcilla meneó a Alexander Zverev de una forma tan clara que asustaba. El repertorio lo repitió el miércoles contra un rival menor como el esloveno Alja? Bedene, y a continuación empezó a pasar revista a la nueva generación con toda contundencia. Sofocó el jueves la garra de Karen Khachanov, de una forma muy parecida a como aplastó esta vez a Thiem. Pero este, el número siete del mundo, representa una de las principales amenazas en esta atípica temporada europea de tierra, con Murray aún convaleciente de su lesión de cadera, Federer dosificando esfuerzos hasta la hierba y Djokovic en plena reconstrucción. Thiem lo tiene todo para ganar a Nadal, y a cualquiera. Y pareció un juguete en manos de un tenista ahora más sabio. A su ritmo habitual sobre su superficie favorita ?cambios de alturas y efectos, disciplina táctica, bola alta al revés a una mano del rival? añade ahora un revés cruzado tan angulado como imprevisible. Así que el público celebró con la condescendencia que arropa al débil cuando Thiem rompió los nueve juegos seguidos que iba sumando el de siempre. No era más que una anécdota irrelevante que alargaba un poco más el partido y amortizaba el precio de la entrada.