Una odisea de Sanxenxo a la gloria

DEPORTES

THOMAS JOHANSSON | AFP

El Mapfre, que preparó en Galicia la Volvo, se recupera de una mala salida para liderar la etapa y buscar el triunfo en el cierre más emocionante de la historia de la vuelta al mundo

22 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El sol asomó ayer por fin sobre los fiordos de Gotemburgo para iluminar la salida del Mapfre como líder de la Volvo Ocean Race. Afronta las mil últimas millas náuticas hasta La Haya de una vuelta al mundo que ya le ha llevado 45.000 (más de 83.000 kilómetros). En apenas tres días se decide una aventura que dura ya casi nueve meses -con 127 días en el agua-. Ayer, la embarcación española arregló su discreta salida para, al cierre de esta edición, liderar la prueba.

La odisea empezó en Sanxenxo, que el equipo español eligió como base y centro de entrenamientos. Allí se ensambló el proyecto ganador que luego se enfrentó a dificultades por los mares de todo el globo: junto al cabo de Hornos, sufrió en marzo la rotura de la vela mayor; en abril, camino de Newport, un fallo eléctrico dejó al barco sin referencias durante horas, navegando casi a ciegas, antes de terminar remontando cinco puestos en un día para conseguir un triunfo de etapa que puede ser decisivo.

Y ayer en Suecia avanzaba con rachas de 15 nudos y cierto oleaje cuando comenzó la última etapa. Hasta el domingo, con la llegada en Holanda, se esperan toda clase de condiciones en una singladura que algunos analistas consideran que se adapta a sus condiciones. Una locura, un constante cambio de escenarios que le puede sonreír al barco de la pontevedresa Támara Echegoyen. Porque el VO65 español ha demostrado rendir con toda clase de vientos, corrientes y oleajes. En la práctica, llega a la última jornada empatado con el Brunel holandés y el Dongfeng chino. El mejor en los tres próximos días ganará una de las pruebas más prestigiosas y duras del deporte mundial, con el recorrido más largo de su historia. Y en ese escenario tan tenso, el barco español pifió en la salida. Tuvo que corregir un rumbo que lo sacaba fuera de la línea de boyas, perdió velocidad y comenzó de último en una flota de siete barcos

«Para ganar la última etapa, como siempre, la salida será muy importante; y también las primeras 24h, así que hay que intentar estar delante desde el primer momento y no cometer muchos fallos», había valorado la víspera el campeón olímpico Xabi Fernández, patrón del Mapfre. Y justo los primeros metros de la undécima jornada complicaron al barco español. Ahora necesita una remontada desde la plaza que ocupaba al cierre de esta edición. Un último impulso después de un agotador desafío deportivo, estratégico, logístico y hasta de ingeniería, que enfrenta a los barcos a situaciones extremas y opuestas en apenas unos días. De las proximidades de la Antártida a las cálidas aguas ecuatoriales, de las maniobras costeras a la soledad del mar abierto.

Récord de velocidad

Los modelos actuales, VO65, han elevado esta vez todavía más la espectacularidad de la vuelta al mundo. Por eso se batió el récord histórico del evento, cuando el AkzoNobel recorrió en solo 24 horas 602,5 millas náuticas. La Volvo 2017/18 queda marcada a fuego también por la tragedia y su impacto en los regatistas. Un pescador falleció en la costa de Hong Kong tras impactar con el Vestas norteamericano, y un tripulante del Scallywag desapareció cerca del cabo de Hornos tras caer al agua.

La aventura ha sido extrema, y discutida en condiciones que llegaron a ser dantestas. Y enfrenta a las tripulaciones a etapas de hasta 20 días en las que la vida de nueve personas se reduce a unos cuantos metros cuadrados en los que potabilizan el agua para beber, se alimentan de comida liofilizada, se asean con apenas una cubeta y un chorro de agua y descansan en una especie de hamacas sujetas de forma inclinada a la pared interna del casco para aumentar la seguridad.

Nunca un barco español había llegado con opciones a la última etapa de la Volvo. Ni ninguna mujer había ganado la vuelta al mundo. El doble desafío de la pontevedresa Támara Echegoyen se resolverá este fin de semana en La Haya. El interés por resolver una aventura de nueve meses al mediodía del domingo hizo que hasta horas antes de la salida no se supiese con exactitud ni la distancia ni el recorrido de la última etapa: salida en Gotemburgo, rumbo norte hasta una bota próxima a Noruega, viraje al sur hasta la costa de Aarghus (Dinamarca), rumbo norte de nuevo y cambio de rumbo final hacia La Haya. Los cambios, no solo geográficos sino de condiciones de navegación, serán constantes. Un último examen de versatilidad. «Creo que nos conviene. Hay un poco de todo y nosotros vamos bien con todo. Hay que salir a por todas. Es difícil marcar a un barco, así que más aún a dos», concluye el patrón español.