El día de los sueños en Wimbledon

Fernando Rey Tapias

DEPORTES

ANDREW BOYERS

El primer domingo se detiene el torneo y se imagina una segunda semana inmaculada. ¿Con un Nadal-Federer?

09 jul 2018 . Actualizado a las 12:18 h.

Es conocida la tradición en Wimbledon de descansar el domingo en mitad del torneo cuando se alcanzan los octavos de final, salvo en contadas ocasiones en que las inclemencias meteorológicas provocaron retrasos obligando a la organización a saltarse la norma.

Es un día en que los 32 supervivientes, 16 jugadores y 16 jugadoras, de los 128 que iniciaron el cuadro final aprovechan para recuperarse de los esfuerzos físicos realizados, relajarse de las tensiones generadas en las tres rondas, disfrutar de la satisfacción de haber logrado el objetivo de seguir en competición y, sobre todo, soñar e ilusionarse con las posibilidades que se les presentan a partir de hoy con la disputa de los octavos de final.

En el cuadro masculino, Vesely y Mannarino, rivales de Nadal y Federer, tienen una oportunidad de obtener un triunfo resonante ante los dos principales favoritos que, de producirse, les abriría nuevas oportunidades en las siguientes rondas. Por la parte del cuadro del suizo, están tres cañoneros que, avalados por su gran servicio, pueden soñar con eliminar a cualquier rival.

Wooden, el referente del básquet

Dos de ellos, Isner y Anderson, se formaron en las universidades americanas, mientras que Raonic, canadiense de origen montenegrino, tiene como rival al jugador más inexperto de los que quedan. McDonald (107ATP) también está formado universidades americanas (en este caso en UCLA), de ahí que su referente sea el mítico John Wooden, el entrenador de baloncesto más laureado de la NCAA, que llevó a dicha universidad a ganar 10 títulos consecutivos.

Monfils y Tsitsipas, que jugarán ante Anderson e Isner respectivamente, tienen retos muy diferentes. El del francés, aprovechar una de sus últimas oportunidades para repetir el triunfo de su etapa júnior, cuando en el 2004 ganó en Australia, París y en la hierba londinense. Es probable que el francés recordara ayer el juego que deslumbró entonces, pero que en su etapa profesional se inclinó en exceso del lado de la fantasía sobre el de la practicidad. En el caso del griego, sus 19 años le permiten soñar con la gloria. Tiene desparpajo y nada que perder.

El regreso de Djokovic

Por la parte del cuadro de Nadal se encuentran dos de los mejores competidores de los últimos años. Novak Djokovic, cada vez más cerca de recuperar su condición de gran campeón, demostrando que su carácter puede superar cualquier crisis, aunque en su caso se hayan juntado los problemas físicos de su codo con una grave crisis emocional que dañó de forma notable en su competitividad. Otro caso para descubrirse es el de Del Potro. El argentino, que superó un autentico calvario por sus problemas con las muñecas, busca recuperar el tiempo perdido, y sus cualidades y determinación le permiten soñar con cualquier meta. La presencia del francés Simon, rival del argentino en octavos, premia su proverbial regularidad, mientras que la del ruso Khachanov ante Djokovic, la confirmación de otro buen representante de la nueva generación.

El curioso caso Gulbis

Nishikori-Gulbis es el último enfrentamiento a analizar. El japonés aspira a dejar atrás también una larga racha de lesiones, mientras el del letón es un caso asombroso. Hijo de un multimillonario, Gulbis viajaba en avión privado a los torneos, se gastaba los premios en los casinos, fue detenido en Suecia por contratar a prostitutas y, tras alcanzar el puesto 10 de la ATP, cayó hasta el 589 el pasado año. Se casó con una modelo rusa, tuvo una niña y, cuando todos pensaban que dejaría el tenis hastiado, resulta que vuelve, con las extraordinarias condiciones de antaño, pero con una mentalidad totalmente diferente: «El tenis es un instrumento que me ayuda como ser humano, juego porque sé que esto me hace mejor persona». Un caso curioso el de Gulbis.

Y para el final quedan los dos favoritos, Rafa y Roger, Roger y Rafa. Ambos han llegado a octavos demostrando una gran superioridad, sin puntos débiles. Comienza la hora de la verdad: el camino que han de recorrer (tres victorias) para repetir la inolvidable final de hace diez años.

Es el sueño de los aficionados.

El de ellos, es el de conseguir un nuevo triunfo en la catedral, lo que agrandaría su leyenda. Ayer fue un día para soñar. Hoy comienza una semana ciertamente apasionante.