Manuel Meana, la leyenda en el olvido

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Manuel Meana a la izquierda y Luis Enrique a la derecha
Manuel Meana a la izquierda y Luis Enrique a la derecha

10 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El nombramiento de Luis Enrique como seleccionador español permite evocar la figura de  otro asturiano, Manuel Meana, que ocupó el mismo cargo durante tres años (1956-1959), una figura del fútbol asturiano al que el tiempo ha ido diluyendo injustamente. Nacido en Gijón en 1901, a los 14 años fichó por el Sporting y con la camiseta rojiblanca se convirtió en uno de los jugadores más brillantes de su generación, calificado como el mejor medio centro del momento en la década de los años 20. Las crónicas y cronistas como el histórico Gilera le dibujan como un jugador exuberante, arrollador, un luchador en los balones aéreos en aquellos campos de tierra en el que el bote de la pelota era muy alto. El propio Gilera lo considera mejor jugador que Kada, un checo del Spartak de Praga que tenía fama de ser el mejor medio centro de Europa («vi a Kada y me pareció que no podía compararse a Meana»). Siete veces internacional, Meana fue víctima de las lesiones (fue el primer jugador operado de menisco en España) y dejó prematuramente el fútbol. Comenzó una etapa de entrenador (fue técnico del Sporting y también del Oviedo) que le llevó a la selección. Durante tres años fue seleccionador y no consiguió su gran objetivo: la clasificación para el Mundial de Suecia de 1958. Un fracaso sin paliativos, porque el potencial de aquella selección es posible que no lo haya tenido España. La delantera de cinco estaba formada por Miguel, el extraordinario extremo canario que había militado en el Oviedo, Di Stefano, Kubala, Luis Suárez y Gento. Casi nada. También jugaba el mítico Campanal, Ramallets, Zárraga, Garay, Quincoces o Heriberto Herrera. Un empate en casa frente a Suiza condenó al equipo. Lo que podría haber hecho la selección en ese mundial, el primero de Pelé, podría haber sido histórico. Tras su paso por la selección, Santiago Bernabéu se acordó de Manolo Meana y lo fichó para tareas administrativas en la Ciudad Deportiva del club blanco. Meana murió en agosto de 1985. En aquel momento se dijo que era el futbolista más grande que había dado Asturias. Su vida está plagada de anécdotas: al estallar la Guerra Civil, un anarquista le pegó dos tiros: consiguió sobrevivir. Quizá el fútbol asturiano debería honrar la memoria de deportistas como Meana, para que no caigan el olvido.