Boca y River: una rivalidad en diez enfrentamientos inolvidables

La Voz / Agencias

DEPORTES

MARCOS BRINDICCI

Desde el penalti que Antonio Roma le detuvo a Delem en 1962 a los goles del «Beto» Alonso con la pelota naranja en 1986 y desde la consagración como ídolo de Boca de Diego Maradona hasta la última conquista de River en la Supercopa argentina de este año.

08 nov 2018 . Actualizado a las 08:20 h.

La definición de la Copa Libertadores 2018 entre Boca Juniors y River Plate marcará lo que muchos consideran como los superclásicos más importantes de más de un siglo de enfrentamientos entre los dos clubes de fútbol más populares de Argentina. La ida, en La Bombonera, se disputará el próximo sábado 10 de noviembre (21:00 horas, hora peninsular española). La vuelta, el sábado 24 de noviembre a la misma hora. El súperclásico argentino en la final de la Copa Libertadores recupera uno de los duelos más apasionantes del fútbol mundial que ha dejado infinidad imágenes para el recuerdo. 

El penal de Roma a Delem

Boca y River llegaron peleando palmo a palmo por el título del campeonato de 1962 hasta la penúltima fecha, cuando se cruzaron en la Bombonera. Los locales se adelantaron en el marcador con un penal convertido por el brasileño Paulo Valentim y acariciaban el título. Sin embargo, River tuvo la posibilidad de empatar con un penal a pocos minutos para el cierre. El arquero boquense, Antonio Roma, se ganó el pase al olimpo de dioses boquenses al contener el remate del brasileño Delem, en una jugada que provocó polémicas durante años por el adelantamiento del portero «xeneize». «Penal bien pateado es gol», dijo el árbitro del partido, Carlos Nai Foino, para rechazar las protestas de los jugadores de River por el adelantamiento de «Tarzán» Roma.

 

Una vuelta olímpica pasada por agua

Para la última jornada del Nacional de 1969, Boca, dirigido por el mítico Alfredo Di Stéfano, gloria de River como jugador, necesitaba un empate en el Monumental para consagrarse campeón, mientras que River estaba obligado a un triunfo para forzar un desempate y evitar que su clásico rival diera la vuelta olímpica en su cancha. Con dos goles de Norberto Madurga, los visitantes se pusieron 2-0 y tenían todo listo para celebrar. Pero River le puso suspenso con el descuento de Oscar Mas y el empate de Víctor Marchetti cuando promediaba la segunda mitad. Pese a lo ajustado del marcador, Boca rescató el empate que necesitaba para consagrarse campeón. Mientras daba la vuelta olímpica y gran parte del público aplaudía a los campeones, los empleados de River abrieron los grifos del campo y los futbolistas terminaron su recorrido mojados pero felices.

 

El más loco de la historia

No definían un título, ni siquiera una clasificación, apenas era la primera fecha del Torneo Nacional de 1972. Pero el clásico del 15 de octubre de ese año se ganó un lugar en la historia por ser el más increíble en más de un siglo de enfrentamientos. Antes de los 10 minutos, River ya ganaba 2-0 con tantos de Ernesto Mastrángelo y Oscar Mas. Sin embargo, pese a que Boca no aprovechó un penal ejecutado por Rubén Suñé y atajado por «Perico» Pérez, antes de la pausa los «xeneizes» ya ganaban 3-2 con tantos de Hugo Curioni, Rubén «Mané» Ponce y Osvaldo Potente. El propio «Patota» aumentó en el inicio del segundo tiempo, pero River completó una remontada épica con otro tanto de «Pinino» Mas y un doblete de Carlos Morete, el último cuando se jugaba el minuto 90, para un 5-4 inolvidable.

 

El título del gol fantasma

En diciembre de 1976, River y Boca definían entre ellos por primera vez un título de campeón en el profesionalismo, en una final, en cancha neutral. El estadio de Racing Club, abarrotado por más de 70.000 hinchas, fue el escenario para la definición de ese Nacional. Una picardía de Rubén Suñé, que ejecutó un tiro libre mientras Ubaldo Fillol acomodaba la barrera, marcó la única diferencia en aquella definición que quedó marcada en la historia grande de Boca. Lo curioso es que de aquel gol inolvidable no quedó guardado ningún registro fílmico, por lo que perdura en la memoria de los hinchas que asistieron al estadio o en las imágenes fotográficas que permitieron reconstruir aquel tiro de Suñé y aquella mirada desesperada de Fillol.

 

Maradona, en la noche del oro y el barro

El clásico del Metropolitano de 1981 en la Bombonera tuvo todos los condimentos que describe el escritor Nick Hornby en «Fiebre en las gradas» sobre el partido perfecto. Grandes goles, grandes jugadores, lluvia, barro, polémicas y expulsiones. Con el detalle de que la figura de aquella noche fue Diego Maradona, líder del triunfo de Boca por 3-0 en su primer superclásico. Después de que Miguel Brindisi anotara un doblete para que los locales se adelantaran 2-0, Maradona convirtió uno de los goles más recordados de la historia de los superclásicos, con una jugada en la que dejó tirados en el barro al arquero Ubaldo Fillol y al defensor Alberto Tarantini para ganarse para siempre el cariño de los hinchas xeneizes.

 

Alonso y la pelota naranja

River ya era campeón del Torneo 85/86 y debía visitar la Bombonera ante un Boca que venía en alza después de un mal inicio de torneo. La gran discusión en la semana previa era si los «millonarios» iban a dar la vuelta olímpica antes del partido. Además, el excéntrico portero de Boca, Hugo Gatti, había pedido que se jugara con un balón naranja, en función de la cantidad de papelitos que iban a caer sobre el césped. El día del partido, River concretó una media vuelta olímpica, sin completar el tramo frente a la barra brava de Boca, y luego se impuso 2-0 con dos goles de Norberto Alonso, uno de los máximos ídolos del club. El «Beto», con la pelota naranja, venció a Gatti con un cabezazo en el primer tiempo, y ya en el segundo, con el balón normal, anotó un tiro libre que se desvió en la barrera y descolocó al portero para cerrar una de sus tardes más gloriosas.

 

El caño de Román y las muletas de Palermo

Los clásicos rivales se cruzaban en los cuartos de final de la Libertadores 2000 y eran claros favoritos a ganarla. En la ida en el Monumental, River se impuso 2-1 con tantos de Juan Pablo Ángel y Javier Saviola, mientras que Juan Román Riquelme descontó de tiro libre. La previa de la revancha se calentó cuando el entrenador de River, Américo Gallego, bromeó sobre la eventual presencia de Martín Palermo, que se estaba recuperando de una rotura de ligamentos de rodilla: «Si lo ponen a Palermo, yo lo pongo al Enzo (Francescoli, que se había retirado un par de años antes)». Tras un gol de Marcelo Delgado que igualaba la serie, Palermo saltó a la cancha y Boca completó un inapelable 3-0 con un penal de Riquelme y un tanto de su goleador histórico. Tan lento fue el movimiento del delantero, que los propios hinchas boquenses se burlaban diciendo que había hecho el gol con las muletas que usó en su recuperación. Para coronar una noche perfecta, un caño con pisada de Riquelme a Mario Yepes quedó como símbolo de aquella eliminatoria.

 

La noche de los penales en el Monumental

Cuatro años después de aquel cruce de Libertadores, el fixture los volvió a enfrentar en las semifinales de 2004, aunque esta vez por seguridad no se permitió la presencia de hinchas visitantes. En un duelo cargado de polémica, con tres expulsados y una trifulca en el medio del campo, Boca se impuso como local en la ida con un gol de Rolando Schiavi y todo quedó abierto para la revancha. Un gol de Luis González y la expulsión de Fabián Vargas en el inicio del segundo tiempo parecían inclinar la balanza para River. Pero la roja que vio Rubens Sambueza y la lesión de Ricardo Rojas en la misma jugada dejaron a los locales con nueve hombres para el final del juego. Boca lo aprovechó con el empate de Carlos Tevez, que se fue expulsado por gritar el gol haciendo el gesto de una gallina. En la última maniobra del partido, Cristian Nasuti igualó la serie y mandó la definición a los penales. Allí, las manos de Roberto Abbondanzieri, que tapó el tiro de Maxi López, provocaron el festejo interminable de Boca en un Monumental completo de incrédulos hinchas de River.

 

El bochorno del gas pimienta

Para los octavos de la Libertadores 2015, Boca llegaba como favorito tras haber ganado sus seis partidos de fase de grupos y que River apareciera como el peor de los clasificados gracias a la mano que le dio Tigres de México al ganar su último partido en Perú. Sin embargo, el equipo de Marcelo Gallardo se impuso con autoridad 1-0 en el Monumental con un penal convertido por Carlos Sánchez y pasó sin sobresaltos los primeros 45 minutos en la Bombonera. Cuando los futbolistas regresaban al campo, hinchas de Boca le arrojaron gas pimienta a los jugadores de River, lo que provocó un escándalo y que el partido se suspendiera. Tras acusaciones cruzadas y presentaciones de abogados, la Confederación Sudamericana le dio por ganada la serie a River, que luego celebró el título del torneo.

 

La Supercopa 2018, el antecedente más fresco

Desde la final del Nacional de 1976, River y Boca no se encontraban mano a mano para definir un título. Y si bien se trata de una competición muy menor para la consideración de los aficionados argentinos, la Supercopa argentina de este año pasó a tener una importancia sin par porque se cruzaron los dos gigantes del país. Por más que Boca, líder del certamen y vigente campeón, aparecía como favorito, River, ganador de la Copa Argentina y en baja en el torneo con muchas dudas, lo sorprendió con una actuación muy sólida y lo venció por 2-0 con un penal anotado por Gonzalo Martínez y un tanto convertido por Ignacio Scocco tras una gran asistencia del «Pity».