Una parte pío-pío, una parte coruxista

DEPORTES

Lorena García Calvo

Ismael Jiménez alentó al equipo de su Las Palmas natal en la primera parte y al Coruxo de su Vigo de adopción en la segunda

02 dic 2018 . Actualizado a las 18:35 h.

Mientras el balón rueda por O Vao y el Coruxo y el filial del Las Palmas se dejan hasta la última gota de sudor en busca de la victoria, en la grada viguesa se desarrolla un espectáculo en paralelo que acapara casi tanta atención como el partido.

En la zona reservada para la afición visitante, un solitario pío-pío armado con bufanda, bubucela -todo en amarillo corporativo, por supuesto- y unas potentes cuerdas vocales se desgañita repasando todo el repertorio del club canario. En medio de la contemplativa grada de O Vao solo se le escucha a él. A grito pelado. Los ritmos son tan pegadizos que incluso un par de niños de la cantera verde acaban infiltrándose como quien no quiere la cosa en la bancada enemiga para acompañarle con las palmas. Primero, tímidamente, ¡que en el pecho llevan el escudo del Coruxo!, pero al final, con risas en la cara, apurando las palmas. Imposible no dejarse llevar.

Pero lo más curioso está por llegar. Acaba la primera parte e Ismael, que así se llama el protagonista, se descuelga su bufanda del Las Palmas, se cuelga la del Coruxo y se interna en la grada local, bombo en mano. En un puñado de segundos ha dejado de ser el solitario aficionado visitante a liderar a la afición viguesa, donde le acogen con cariño. Es uno de los suyos, el encargado de aporrear el bombo cada quince días y tirar de la grada.

Y semejante cambio de colores (literalmente) tiene una explicación. Y con amor de por medio, claro. Hace ocho años este canario de Las Palmas conoció a la mujer de su vida, una gallega por la que renunció a calidez de sus islas y se mudó a un Vigo en el que ha formado una familia, ha hecho buenos amigos y también se ha enganchado al Coruxo, donde su hijo pequeño Yoel ya le da patadas a la pelota.

«Yo soy del Las Palmas a morir y voy a muerte con el Coruxo», proclamaba ayer a quien le quisiera preguntar, «así que hoy tengo el corazón dividido. Por eso decidí animar cada parte a un equipo». Y vaya si lo hizo. A todo decibelio, celebrando los goles de unos y otros y deseando un empate que no llegó.