El Mundial de balonmano, rentabilidad ante todo

Juan J. Fernández

DEPORTES

Xavi Ramos

Las instituciones necesitan aprovechar la inversión en un torneo en el que España afrontará un partido clave ante Croacia para tener opciones en la segunda fase, donde aguardan los grandes

10 ene 2019 . Actualizado a las 08:18 h.

Todos sabemos los elevados costes que conlleva la organización de un gran evento deportivo en todos sus niveles. La búsqueda de un producto atractivo tanto para la venta a los grandes operadores televisivos, como la necesaria presencia de aficionados hasta las últimas fases, son sin lugar a dudas la génesis del cambio de criterio a la hora de adjudicar la organización de estos campeonatos.

Dividimos costes entre varios países para maximizar ganancias para las federaciones correspondientes; esta ha sido el enunciado económico irrechazable de tal actuación. Tanto la federación mundial (IHF) como la europea (EHF), que en otros asuntos defienden con vehemencia sin par sus competencias y criterios, en esto de las finanzas lo han visto claro; europeos masculinos del 2020 (Suecia, Noruega y Austria) y 2022 (Eslovaquia y Hungría) así como también en el Mundial del 2023 (Suecia y Polonia).

Analicemos ahora las consecuencias en el plano deportivo de tal decisión. La primera pregunta que nos debemos hacer es si un país organizador saca ventaja alguna de tal hecho. ¡Pues claro que sí! Científicamente a este hecho se le conoce como Home Advantage (ventaja de jugar en casa) y ha sido últimamente un tópico muy estudiado.

Sus conclusiones para este tipo de campeonatos es clara: a todos los niveles supone un parámetro crucial para alcanzar el éxito deportivo. Si nos trasladamos a este mundial, tanto Alemania como Dinamarca son dos de los máximos exponentes de la implantación social y deportiva de este deporte en el mundo. Son los Brasil en fútbol o USA en baloncesto. Por tanto no es difícil entender que las dificultades para el resto se han multiplicado exponencialmente. Además los organizadores han creado un ecosistema competitivo óptimo tanto para alemanes como daneses, a los cuales el resto se los encontrarán indefectiblemente en la fase de grupos o en la main round. Es decir la entrada en semifinales va a ser la más cara de la historia. Juzguen ustedes mismos si esto favorece la sana competitividad o la igualdad de oportunidades. En fin, todo al servicio de los índices de audiencia y la cuenta de resultados con la excusa de la viabilidad del balonmano en un entorno de proliferación de gran competencia, a la que se suman últimamente los deportes en arena y, sobre todo, los eSports.

La lucha por los Juegos

Los tiempos cambian y debemos adaptarnos para mantenernos en el programa olímpico. Los actuales campeones de Europa llegan a este Mundial con un grupo de jugadores muy contrastado y donde las individualidades siempre se desvanecen ante la solidez de un colectivo bien conjuntado y aderezado por la entrada progresiva y continua de nuevos valores. No debemos esperar grandes sorpresas en el ámbito estratégico y táctico. El motor de nuestro juego siempre será optimizar el rendimiento defensivo como catapulta a metas mayores.

Nuestra portería, dupla sin parangón, y nuestro bloque central tanto en 5:1 como 6:0 nos deben dar la tranquilidad para el déficit ofensivo que sin duda llegará. El cóctel ofensivo de la veteranía con la juventud que tan buenos resultados dio en el anterior europeo debe ir traspasando galones a estos últimos pensando ya en los Juegos Olímpicos del próximo año.

Será el Campeonato del Mundo más complicado a nivel deportivo de la historia. Debemos hacer pleno en la primera fase y no dejarnos puntos con Macedonia o Islandia. El partido contra Croacia será clave para tener opciones en la siguiente fase donde nos esperarán con toda seguridad Alemania y Francia. Es decir, dos superpotencias deben caer antes de semifinales. Gran crueldad de una competición hecha con claros criterios mercantilistas.

Juan J. Fernández es profesor en la Facultade de Ciencias do Deporte (UDC)