Cristian Toro aparca un tiempo el piragüismo para estar con su familia: «No me compensa el éxito y perder los mejores años de mi hijo»

DEPORTES

Sin motivación al estar lejos de su familia, el campeón olímpico renunció al Mundial para reenfocar su carrera y conciliar su trabajo y su vida

30 jul 2019 . Actualizado a las 17:05 h.

Campeón olímpico en Río, el gallego Cristian Toro (1992) quiere conciliar su trayectoria de estrella del piragüismo con su vida familiar. Por eso, después de vivir desde los 13 años de forma casi ininterrumpida en centros de alto rendimiento, ha decidido descansar, renunciar al Mundial de agosto en Szeged (Hungría) y recuperar la motivación perdida en compañía de su mujer y su hijo de 8 meses. Las largas concentraciones en Trasona (Asturias) en un frío cuarto de la residencia junto al río, con su familia a 500 kilómetros, en Madrid, le hicieron plantearse muchas cosas. El próximo año quiere pelear por una plaza en el K4 500 para los Juegos de Tokio, pero de otra forma. «Ahora estoy en Madrid y quiero desconectar sin una fecha fija de regreso a los entrenamientos. Por ahora voy a guiarme por lo que me apetezca hacer. Quizá en septiembre, a la vuelta de vacaciones, vuelva a entrenar», reflexiona.

-¿Cuándo se empezó a encontrar mal, desmotivado, agotado?

-No sabría la fecha, quizá a principios del 2018. Después de los Juegos de Río nos instalamos en Madrid y estaba motivado, pero volver a Asturias se me hizo difícil porque veo agotada esa etapa, tanto tiempo concentrado. He intentado sobrellevar esas estancias, pero me siento fuera de casa.

-Pero en el 2018 fueron subcampeones del Mundo. Los resultados no se vieron afectados.

-Ese año estuvimos unidos como equipo. Pero es todas las temporadas lo mismo. Tienes que dedicarle al piragüismo las 24 horas del día y, si no estas al 100%, no merece la pena estar.

-¿Intentó hacer algún parón para recargar energías, antes de renunciar al Mundial?

-No, no hay tiempo para parar, tienes que ir todo el rato a tope. Este año lo entrené muy muy bien al principio, pero al volver a Asturias se me acentúa más esa falta de motivación, de querer hacer otras cosas. En Trasona son las 24 horas al día para el piragüismo, y yo necesito estar con mi hijo y estudiar. En Asturias no tenemos ninguna vida social, y yo la necesito. Si me quitas todo, ya no soy yo. Me encantan las bromas, tener buen ambiente y últimamente sentía que allí cada uno iba a su bola: al terminar de entrenar cada uno se iba a su casa, mis compañeros están en un apartamento, pero yo en la residencia, y no había la magia de antes.

-¿Está agotado mentalmente, llegó a odiar el piraguismo? ¿Cuál es la expresión exacta?

-La expresión es falta de motivación. No odiaba el piragüismo, simplemente están las cartas mal planteadas sobre la mesa: en Asturias son 24 horas al día de piraguismo y nada de familia. Yo necesito un poco de todo, familia, amigos, estudio... Estoy con Fisioterapia, y hay clases online que no puedo hacer porque en la residencia de Trasona no hay ni wifi, porque con la señal que hay no funciona ni el Whatsapp. Así que a mitad de curso tuve que dejar de estudiar porque era imposible.

-La situación le costó noches sin dormir y sufrimiento.

-Yo lo he pasado muy mal, muy mal. No puedo bajar al agua sin ganas de entrenar.

-¿Qué le decían sus compañeros y su entrenador, Miguel García?

-Es una situación compleja y no todo el mundo entiende lo que pasa. Dos compañeros, Marcus [Cooper] y Saúl [Craviotto] me han escrito dándome ánimo, y Miguel también, pero otra gente creo que no lo entiende.

-Miguel García considera muy valiente su decisión.

-Sí, me lo ha dicho bastante gente. Lo fácil sería seguir hasta que un día dijese ‘me retiro’, y yo quiero anticiparme a eso, parar antes del Mundial por respeto a mis compañeros y a mí. Si no me veo motivado no tiene sentido ir, porque físicamente sí estaba listo.

-Un hombre que aparca el deporte para estar con su hijo. La decisión también manda un mensaje feminista porque antes solo lo hacían las mujeres.

-No lo sé. Sí sé que a mí no me compensa tener más éxitos y perderme los años más bonitos de mi hijo. Lo tengo clarísimo. Si me hacen elegir, no cambio dos medallas por ver crecer a mi hijo y criarlo.

«Confío en que el año que viene estaré en buena forma física y mental»

Toro no puso su caso, su falta de motivación, en manos de un psicólogo. «No era eso. Yo sé bien qué pasa. El K4 se fue a Asturias y hay que estar allí, pero quizá pueda entrenar en otro grupo, en Madrid, y unirme al K4 en momentos puntuales», entiende.

-Su idea es entrenar en Madrid.

-No. Mi idea es descansar y reorganizarme, luego reunirme con los entrenadores de la federación española y con la directiva y ver algo que me venga bien. En la solución hemos de estar cómodos todos.

-Ha recibido muchos mensajes de apoyo.

-Sí. Muchos compañeros me entienden, saben lo que es subir a una piragua. Mucha gente me dice que ellos no tuvieron la valentía de hacer esto cuando podían.

-El día que fue campeón olímpico en Río, su madre recordó lo que lloraba con 13 años cuando se fue a una residencia a Lugo.

-Eso parece que fue hace mucho, pero también me pesa ahora. Paso de ser un niño a tener familia e hijo y veo que la vida pasa y yo estoy metido en una bubuja, dedicando 24 horas al piragüismo, y no quiero arrepentirme.

-Pero con este parón, ¿siente que pierde algo el paso en la pelea por una plaza en ese K4 hacia los Juegos de Tokio?

-No, esto me acerca a los Juegos porque la dinámica que llevaba no era buena. Parar ahora, y no más adelante, me aceca a Tokio. Confío en que mis compañeros, en el Mundial, van a clasificar el barco para los Juegos, y yo el año que viene estaré en buena forma fisica y mental.

-¿Todavía es un sueño ser otra vez campeón olímpico, o ya no?

-Sí, sí, el oro en Tokio también es un sueño. Son medallas muy especiales, y claro que ser otra vez campeón es un sueño, y evidentemente que mi hijo lo vea.