Rubiales olvida sus «valores» y prepara una Supercopa en Arabia Saudí

L. Balado

DEPORTES

Juan Carlos Hidalgo | EFE

La federación duda entre el país saudí o Catar para celebrar el torneo pese a los compromisos suscritos por el presidente para proteger a las mujeres

28 sep 2019 . Actualizado a las 09:07 h.

En octubre del 2018, Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, presentó a bombo y platillo el «decálogo de valores» que regirían el proceder del máximo órgano estatal del fútbol español. Integridad, respeto, diálogo... Toda una enumeración de palabras gruesas y de objetivos loables. Mención especial, por supuesto, para el objetivo de «la lucha contra la discriminación, la xenofobia y el racismo desde el deporte y de defender y proteger a la mujer y a los menores en el fútbol». La cita es literal, sacada de la página web de la federación.

No ha pasado ni un solo año y Luis Rubiales ya tiene decidido que la próxima Supercopa de España se jugará en Arabia Saudí -la alternativa más probable- o en Catar, dos estados de encaje imposible en esos valores que desde la RFEF se han cansado de agitar. La bandera ondeaba, pero los hechos dicen que no había viento.

Rubiales ha hecho cuentas. El presidente parece haber asumido que los más de 30 millones de euros que la federación se embolsará por llevar la competición a Oriente Medio compensan el girar la cabeza y mirar al otro lado con un país que no reconoce derechos fundamentales a minorías étnicas, colectivos LGTB o a las mujeres que por primera vez el año pasado pudieron acudir a un estadio a presenciar un partido de fútbol. Separadas de los hombres, eso sí.

No se esperaba Isabel Celaá, la portavoz del Gobierno en funciones, que un asunto tan feo saltase a la palestra en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros. «Nosotros defendemos la igualdad de las mujeres y de los hombres. La igualdad de género. Lo llevamos en nuestro programa y, en fin, hay cuestiones todavía, muchas, para resolver socialmente, mundialmente, globalmente... Y esa que usted apunta puede ser una», espetaba Celaá al periodista que había formulado la pregunta. Respuesta con triple tirabuzón para tratar de salvar la papeleta y difícilmente interpretable.

Si ya de por sí, la decisión de llevar el partido a cualquiera de los dos países abre un profundo debate, la actualidad hace todavía más inoportunas las preferencias de Luis Rubiales, que descartó las otras tres opciones en liza: China, India y Estados Unidos. No hace ni una semana que el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, pidió a los clubes que se negasen a jugar partidos en países «donde no se respeten los derechos básicos de las mujeres» e hizo alusión específica a hacer el vacío a aquellos estados en «los que las mujeres tienen un acceso restringido a los estadios». Se ahorró el máximo dirigente del máximo organismo del fútbol europeo hacer referencia explícita a ningún país, pero muchos han entendido que la decisión de Rubiales encaja en este toque de atención por mucho que la federación asegure que pedirá garantías por escrito de que se preservaran los derechos de todos si la Supercopa se acaba jugando a orillas del golfo pérsico.