El sillón de Maradona

DEPORTES

Franco Trovato Fuoco

17 feb 2020 . Actualizado a las 08:46 h.

Gimnasia y Vélez empataron sin goles en su último duelo. Ese marcador, salvo gafe insalvable, suele ser un delator de un mal partido. Pero el sillón de uno de los entrenadores acaba de ser subastado en Argentina. Juan Carlos Bruno 300.000 pesos por un trono blanco acolchado. Este abogado contó al diario argentino El día que pagó unos 4.500 euros por un mueble que, con su escudo y su ornamentación, hubiera pasado desapercibido en Mujeres y hombres y viceversa. La cuestión es que sirvió de asiento a Diego Armando Maradona. El comprador quiere exhibir su adquisición en diferentes lugares. Como si sacara en procesión un paso sin el santo, ahora entrenador del Gimnasia. Pero al apóstol le asoman los cuernos. El banquillo no es tan confortable e inmaculado como el sillón de coleccionista. Una de las últimas frases de Maradona no deja lugar a dudas del olor a azufre. «Si el presidente me echa, lo echo yo a él». Siempre brillan los colmillos cuando cae la noche del descenso. Pero el astro nunca ha necesitado que anochezca para enseñar los dientes. Es cierto que es imposible ponerse en su lugar, meterse en esa cabeza que fue tan dueña de sus pies y tan desentendida de muchas otras cosas. El documental británico Diego Maradona, dirigido por Asif Kapadia, ayuda a entender por qué es imposible meterse en la piel del mito. La película ofrece imágenes nuevas sobre el paso del futbolista por Nápoles, muestra cómo subió a los cielos y cayó a los infiernos. Levantó la bandera del terrone, del sur pobre y olvidado. Y al hacerlo estrechó la mano de la Camorra. Todo conocido. Pero contado con una visión diferente, con vídeos que retratan de forma más descarnada la adoración de toda una ciudad, el altar de los excesos, y los desencuentros finales entre el mesías y sus fieles. Cuando Nápoles estalló celebrando su primer Scudetto, la muralla del cementerio amaneció con una gran pintada: «No sabéis lo que os habéis perdido». Maradona, rey en el campo. En la calle, monarca y mendigo de sus debilidades, portando la cruz de Villa Fiorito. El ojo del huracán de las pasiones propias y ajenas. Dios sentado en un sillón blanco.