Cristóbal Dios, el triatleta que se tira a un pozo helado para no perder la forma

DEPORTES

El deportista rehabilitó un pozo en A Estrada para seguir su preparación para el próximo Ironman

05 abr 2020 . Actualizado a las 10:12 h.

Un auténtico todoterreno. Y nunca mejor dicho. El confimaniento decretado por el Gobierno ante la crisis del COVID-19 no ha hecho más que agudizar el ingenio de Cristóbal Dios (A Estrada, 1991). Este triatleta intenta mantener una similar rutina de entrenamiento a la de antes de que se decretase el estado de alarma. Encerrado junto a sus padres en una casa en una aldea casi desierta cerca de A Estrada, su preparación en las tres disciplinas que conforman el triatlón tenía una carencia grave: una piscina.

Deportista infatigable y apasionado del entrenamiento, a Cristóbal se le hace cuesta arriba pensar en las dificultades. Así que indagando descubrió un pozo que su abuela utilizaba hace años para almacenar el agua. La bombilla se encendió en su mente. Su piscina de supervivencia ya sabía donde estaba. «Se nos ocurrió la idea a mi padre y a mí. Mi abuela tenía un pozo en el que recolectaba el agua, pero estaba completamente destrozado y muy sucio. La primera semana de confinamiento nos pusimos a limpiarlo y a echarle cemento, y la verdad es que nos quedó bastante bien», explica Cristóbal, que en un ironman cubre 3,8 kilómetros a nado, 180 en bici y 42 a pie. Ahora en casa pedalea en el rodillo, corre por la finca y nada en el pozo.

Gracias a unas gomas que le sujetan por la cintura, el triatleta estradense puede nadar sin moverse del sitio. «Es como un rodillo para la bici, pero en el agua. Me permite nadar estático y al menos no perder el contacto con el agua. Todos los días nado sobre 45 minutos», relata.

Subcampeón de la Copa de España de Media y Larga de España en el 2018 y el 2019, Cristóbal está contento con el resultado. «El pozo me da prácticamente justo para poder meter la mano y no chocar en la pared de al lado, y con los pies me pasa igual. Estoy haciendo buenos entrenamientos dentro de las circunstancias y salvando la papeleta», matiza.

El frío es el mayor handicap a la hora de entrenar. «Cuando me meto en el pozo, los primeros minutos se me congelan las manos y la cara. El agua está helada».

Su entrenador, Álvaro Rancé, le organiza las rutinas. Desde Cataluña y en contacto directo con Cristóbal, reconoce que, «en la situación en que estamos, es lo mejor que hay. Todo el mundo estaría encantado de tener un pozo como ese», afirma. A pesar de no haber desplazamiento, «se puede trabajar la velocidad. Cambia la aerodinámica y los entrenamientos deben ser más cortos porque son más exigentes», aclara Rancé.

A pesar de que el pozo es lo contrario a un entrenamiento en una piscina, puesto que es el agua la que se mueve en lugar del cuerpo, Fernando Zarzosa, preparador de la Federación Gallega de Natación, aclara que «la mayor ventaja es no perder el contacto con el agua, aunque a nivel fisiológico no aporte lo mismo».

Cristóbal Dios ha conseguido acabar con el dicho de «no caer en el pozo», durante el confinamiento para convertirlo en su mejor aliado para no perder la forma y mantener la mejor versión de sí mismo de cara a la vuelta a la normalidad.

Cuando la piscina de plástico es el mejor aliado de un nadador olímpico en cuarentena

De plástico flexible, de plástico duro, hinchable, o desmontable, de madera y de tamaño variable. Comprar una piscina de estas características se ha convertido en el sueño de muchos nadadores de élite, que quieren seguir en contacto con el agua en este período de confinamiento.

Desde que todos los nadadores observaron el vídeo que la holandesa Sharon van Rouwendaal, oro olímpico, nadando en una piscina de plástico con un tirante oponiendo resistencia, la búsqueda de estas piscinas «de juguete» se ha convertido en una obsesión.

La triateta española Judith Corachán aprovechó el espacio que tenía en el garaje de su casa para sacar el coche a la calle y montar una piscina de emergencia. «No tiene nada que ver con nadar en una piscina olímpica, lo único que busco es tocar agua», indica.

El entrenador de Jessica Vall, podio en el Mundial del año 2015 y con tres medallas en Europeos, Jordi Jou, coincide en que este tipo de entrenamientos es «operativo y efectivo» porque «no se pierden las sensaciones y gestos técnicos».

El francés Fred Vergnoux, entrenador jefe de la natación española y máximo responsable de la preparación de Mireia Belmonte, cree esas piscinas ahora son «la única manera» que algunos nadadores han conseguido para estar en contacto con el agua. Jou asegura que con este trabajo «en estático» se pueden trabajar «sensaciones, técnica, potencia, velocidad y piernas», aunque por contra «el principal trabajo que se hace dentro del agua, el cardiovascular, no se puede trabajar así». Y Vergnoux coincide: «Nadar en posición estática, con una goma de resistencia, es positivo para poder entrenar el movimiento».