¡Qué partido de fútbol, Carlos!

DEPORTES

Rodrigo JimÈnez | EE

04 may 2020 . Actualizado a las 09:10 h.

Cuando Mika lanzó su sencillo Grace Kelly en el 2007, los círculos musicales se pusieron a rumiar qué porcentaje de responsabilidad tenía el márketing en el hecho de que medio mundo tararease aquella melodía tan pegadiza. Al parecer, su supuesta indefinición sexual era una estrategia genial y millonaria. La economía suele tratar de colgarse medallas con piruetas de lo más enrevesadas. Quizás, simplemente la canción era buena. La autenticidad no se estudia. «La naturalidad, la más difícil de las poses», cantaba Tote King, Se puede triunfar siendo un producto, eso está claro. Aitana parece que tendrá una carrera llena de éxitos, pero nuestro corazón es para Amaia. Aunque venda diez discos.

Pese a que dominaba el español, Michael Robinson nunca logró sonar como un español. Para muchos también será una genialidad del márketing. En la facultad moldean a los futuros periodistas para tratar de arrancarles una pronunciación perfecta y ese soniquete que sustituya a la forma de leer en alto de las clases de primaria. La mayoría acaba abrazando una sonoridad impostada que, sea cual sea el tema a tratar, acaba sonando igual. Es irritante. Una fórmula, eso sí, aceptada en el medio pese a ser totalmente impersonal y artificial. El que apostó por Michael se revolvió contra eso y acertó.

«¡Qué partido de fútbol, Carlos!», era la frase que nos acompañó 30 años de domingos cuando el fútbol se ponía bonito. También los martes y los miércoles, colaborando a destacar ese color distinto que tiene el césped en la Champions. Por edad, todo el fútbol de mi vida tiene acento británico. La transición va a ser difícil. TVE todavía no ha logrado superar el legado de José Ángel de la Casa y Carlos de Andrés es la voz consolidada del ciclismo, pero las narraciones de Pedro González Menéndez asoman en cada cuneta.

En el país en el que nadie se pone de acuerdo, se fue el inglés y llegó el consenso. El tipo le caía bien a todo el mundo. Fue un jugador normalito y su hueco en la Liga estuvo en Osasuna. Una casa humilde donde empaparse de la parroquia. Le valdría para darle años después un nuevo enfoque al periodismo deportivo. Era talento, no márketing.