Sergio García da positivo por coronavirus y causa baja en un extraño Masters de Augusta

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Thomas Shea | REUTERS

El torneo cierra desde el jueves el año de «grand slams» sin algunas de las tradiciones que lo hacen único

10 nov 2020 . Actualizado a las 08:45 h.

Cuando Bobby Jones soñó en 1931 la obra de su vida, primero un campo único y luego el futuro Masters de Augusta, el golf ya disfrutaba de los otros tres torneos del Grand Slam actual. Pero el evento más joven de los cuatro incorporó una liturgia que, en muy poco tiempo, lo convirtió en el más tradicional de los campeonatos, o al menos el que más protagonismo da a sus leyendas. En parte caló esa idea, con el aura de un lugar que parece detenido en el tiempo, gracias a su poítica de invitaciones vitalicias para los antiguos ganadores. Salvo una puntual primera edición en marzo en 1934, el Masters representaba, siempre a principios de abril, el comienzo de la primavera del deporte en Estados Unidos. La pandemia convirtió este 2020 al primer major del calendario en el último, de un programa que movió las fechas de decenas de torneos y canceló otros, como el Open Británico. El golf profesional regresa a Augusta el jueves (Movistar Golf, xx), en pleno noviembre, en la edición más extraña que se recuerda. Sin público, sin torneos de pares 3 en el miércoles de víspera, sin apenas chaquetas verdes por el campo, con menos horas de luz, sin siquiera flores... A la lista de anomalías se sumó este lunes la baja de Sergio García, el campeón del 2017, por culpa de un positivo por coronavirus. El último sobresalto para el torneo.

Desde que se clasificó para el Open Británico de 1999, Sergio García no faltaba a ningún grand slam, un dato que ilustra su regularidad en la élite, pese a sus altibajos anímicos y de comportamiento en el campo. El español estuvo en contacto con otros jugadores la semana pasada en el Open de Houston. Durante dos días compartió partida con Tony Finau, presente en el Masters. García falló el corte el viernes, precisamene, en el primer torneo con público en el PGA.

«El sábado por la noche, al volver de Houston, comencé a sentir un poco de dolor de garganta y tos. Los síntomas siguieron el domingo por la mañana, así que decidí hacerme la prueba de covid-19, al igual que mi mujer, Angela. Afortunadamente ella dio negativo, pero yo no», explicó García.

«Después de 21 años sin perderme ningún major, desafortunadamente me lo perderé esta semana. Lo importante es que mi familia y yo nos encontramos bien. Volveremos más fuertes que antes y el próximo abril intentaremos conseguir la segunda chaqueta verde», añadió en las redes sociales el español, que en enero cumplirá 41 años. Hace unos días también se había cancelado la presencia en Augusta del chileno Joaquín Niemann por un positivo por coronavirus.

Comienzo oficial del Masters

Aunque algunos jugadores llegan incluso antes, la semana del Masters comienza de forma oficial el lunes previo, tres días antes del inicio de la competición. La primera sesión, aunque sea de prácticas, para la que se venden entradas. Hasta la pandemia, que cerró sus puertas. La paleta de tonos este lunes en Augusta cambió los vivos colores de la primavera por los ocres y rojizos del otoño. Las flores que dan nombre a cada uno de los 18 hoyos del campo apenas han aparecido, salvo las tempraneras camelias del 10. No hay gradas, ni sillas plegables para el público —patrocinadores, les llaman en Augusta— alredeor del green donde se corona al ganador. El cambio de mobiliario ofrecerá perspectivas diferentes del campo. Pero faltará el júbilo del torneo más ruidoso del mundo, donde durante cuatro días jalean los birdies 60.000 personas. Se mantienen, como elemento decorativo, los gigantes marcadores que muestran los resultados al modo tradicional, con las cartulinas blancas con los golpes bajo par señalados en rojo y el acumulado al paso por cada uno de los 18 hoyos. Por las calles, al otro lado de las cuerdas, no se moverán los socios con sus características chaquetas verdes, porque su atuendo tan característico se creó en 1937, en realidad, para que fuesen fácilmente indentificables para dar servicio al público.

Este miércoles tampoco se celebrará el desenfadado torneo de pares 3, porque la organización considera que lo que da sentido al aperitivo del torneo en el coqueto campo anexo es la interacción de los profesionales con sus cadis, a menudo sus hijos, parejas o padres, que tienen muy restringido esta vez el acceso al club.

Con menos horas de luz que en abril, ya que el sol sale en Georgia sobre las 7 y se pone a las cinco y media, el Masters se saltará otra de las tradiciones, la del inicio de las rondas por el tee del 1 exclusivamente. Los jugadores saldrán también desde el 10 para dar más agilidad a un torneo que reúne a 94 participantes repartidos en dos turnos de mañana y tarde. Después del viernes solo continuarán en el Masters los 50 mejores y empatados, sin incluirse también a los que estuviesen a diez golpes o menos del líder, como sucedía otros años. El domingo, el campeonato debería terminar más temprano que nunca, sobre las tres de la tarde, por si hubiese que recurrir desempates. Al campeón le será impuesta, entonces, la chaqueta verde con que se les premia desde el triunfo de Sam Snead en 1949.

Todo empezará este jueves. El silencio acompañará a uno de los rituales que se van transformando con los años. El inicio simbólico del Masters, golpeando el driver en el tee del 1, volverán a hacerlo dos leyendas como Jack Nicklaus, con seis chaquetas verdes en su armario a los 80 años, y Gary Player, cinco años mayor y cinco cinco títulos en Augusta. Entonces volverá el juego, en un Masters extraño.

Fajitas y sushi en la cena de Tiger Woods

La cena de los campeones del Masters se celebra desde 1952. El defensor del título elige el menú que sirve a los antiguos ganadores en la primera planta de la casa club. Una reunión en la que los veteranos se ponen al día y comparten batallitas para contar luego ante la prensa. Tiger Woods ofrece este martes la cena. Pero, para cumplir con las medidas de distanciamiento social que requiere la pandemia, y sobre todo dado que varios invitados, por su edad, están considerados población de riesgo por el coronavirus, el anfitrión prefirió la reunión en la planta baja, con más espacio. Tiger, que ganó su quinto Masters en el 2019, tiene previsto ofrecer un menú desenfadado, con fajitas de carne y pollo, un variado de sushi y sashimi y de nuevo batidos, como cuando organizó su primera cena como campeón en 1998, cuando tenía solo 22 años.