Zidane y el Madrid se pierden

DEPORTES

GLEB GARANICH | REUTERS

Los malos resultados y las sensaciones decadentes ahogan el proyecto blanco

03 dic 2020 . Actualizado a las 09:01 h.

Zinedine Zidane no sonríe, el Real Madrid no manda. Entrenador y club fruncen el ceño. Los resultados son malos. Las sensaciones, peores. Los jugadores no dan un paso al frente. Si acaso, lo dan hacia atrás. El equipo se despeña. Se descuelga en la Liga. Se la jugará a una carta en la Champions. No parece una situación circunstancial sino estructural. El colectivo que ganó tres Champions seguidas se diluye. No llega el relevo. Hay marejada con amenaza de fuerte marejada. El estrés viste de blanco.

Con público en las gradas, el Bernabéu sería una jaula de protestas. Porque la afición blanca puede pasar por alto alguna derrota, pero no la decadencia de un fútbol desnortado y desdentado. Se puede perder, pero no de cualquier manera. Y la capacidad de reacción del equipo está en entredicho. Ante el Cádiz, fue un desastre. Frente al Alavés, algo menos. La victoria en Valdebebas de un Shakhtar Donetsk diezmado por el coronavirus fue una bofetada. La de este martes, en un partido que hubiese certificado la clasificación para la siguiente fase, fue un tiro en el pie. Y son peores las sensaciones que los resultados, el no saber si el equipo no puede o no sabe.

No es fácil encontrar explicaciones en el fútbol cuando las cosas no salen. No es como un coche al que le falla la batería o un ordenador que se queda sin memoria RAM. Es más como la meteorología, cuando se ven venir las tormentas.

Si hubiese afición en el estadio, muy probablemente se hubiese vuelto hacia el palco. En el Real Madrid no hay un director deportivo, un responsable de planificar fichajes. El presidente, Florentino Pérez, que años atrás era partidario de gastarse el dinero en futbolistas ya hechos, optó en su momento por fichar a jóvenes talentos, caros, convencido de que seguirían creciendo en el Bernabéu. Ni Vinicius, ni Rodrygo están progresando lo que se esperaba de ellos. Odegaard tuvo que emigrar para crecer. Ahora, recién repescado, Zidane no le encuentra el sitio.

En las que debían ser apuestas seguras tampoco ha acertado. Hazard suma más tiempo lesionado que sano. Jovic es un expediente equis. Llegó para tener al menos una referencia en el área y, en las pocas oportunidades que le han dado, no se le recuerda un partido medianamente aceptable.

Zidane se fue dando un portazo después de conquistar la tercera Champions consecutiva. Quizás vio venir el cambio de ciclo. Y quizás ahí radique el origen de la decadencia, empezando por la confianza ciega que siempre mostró Florentino Pérez en Bale para cubrir el vacío de Ronaldo. Tampoco esa apuesta salió bien.

Inestabilidad

El presidente eligió en aquel momento a Lopetegui. Duró poco. Recurrió a Solari, que estaba en el filial. Cogió miedo, porque los resultados no acababan de llegar, y consiguió repescar a Zidane, que era su mejor escudo. Ahora, también está en entredicho.

Y el técnico francés, a menudo indescifrable, sorprendió. Si tenía las manos libres para hacer una revolución, optó por una mínima evolución, por volver a confiar en los mismos. Quería a Pogba y no pudo ser, por precio prohibitivo. No lo está haciendo mal Valverde en esa posición.

No le entró por el ojo Ceballos. Y tampoco le convenció la progresión de Reguilón, que triunfó en el Sevilla y ahora en el Tottenham. Prefirió gastarse casi 50 millones en Mendy.

El pasado verano el club no se movió en el mercado. El coronavirus ha hecho daño a todas las arcas. En el horizonte aparece el nombre de Mbappé. También el de Haland. Pero antes hay que salvar esta temporada. De momento, Zidane se tambalea. Y el Madrid también.