El exseleccionador a Vero Boquete: «Lo que te hace falta es un macho»

DEPORTES

ANDRE PICHETTE

Un libro denuncia las humillaciones y vejaciones sufridas por las futbolistas durante su paso por la selección española en la etapa de Ignacio Quereda

25 mar 2021 . Actualizado a las 17:17 h.

El mundo del fútbol vive inmerso en una revolucionaria lucha por la igualdad. En España comenzó a profesionalizarse cuando ellas reclamaron condiciones. Se espera que la próxima temporada la Primera Iberdrola pase a ser Liga Profesional. Un paso de gigante para todas las que están y las que se quedaron por el camino. La periodista Danae Boronat ha publicado el libro No las llames chicas, llámalas futbolistas, en el que relata el infierno que tuvieron que pasar varias jugadoras en sus años como internacionales en la selección española. La federación estaba dirigida por Ángel María Villar y su atención a la sección femenina, según relata el libro, era nula.

La gallega Vero Boquete es uno de los mejores ejemplos. Es la futbolista más importante de la historia del fútbol femenino español, pero con una trayectoria en la que ha tenido que soportar situaciones realmente desagradables. Admite en el libro que se inició en el fútbol gracias a que su padre era entrenador, pero «hasta los 15 años siempre jugué con chicos, y para mí era un deporte más individual que colectivo porque, menos ju­gar, lo hacía todo sola. Eso no ayuda ni inspira para nada».

Con la llegada de Ignacio Quereda al banquillo de la selección española femenina la situación se convirtió en desesperante para muchas jugadoras. Fue el entrenador más longevo. Empezó su andadura al frente del equipo en 1988 y estuvo hasta el 2015. A lo largo de 192 páginas, las futbolistas a las que dirigió solo recuerdan momentos negativos. «Hacía muchos chistecillos del tipo: ‘Esta lo que necesita es que le metan una guindilla por el culo’», comenta Mar Prieto. Boquete recuerda que un día le espetó: «A ti lo que te hace falta es un buen macho». Quereda se dirigía a ellas como «chavalitas». Eso era lo más suave que les decía. «A otras compañeras las llamaba gordas delante de todas las demás», recuerda Prieto en el libro. Ellas se quejaban, pero desde arriba disculpaban al seleccionador diciendo: «Él es así».

«Vaya culo tienes... ¡parece una plaza de toros!», eran comentarios habituales en boca de Quereda. Alicia Fuentes cuenta un suceso que le marcó: «Tenía 17 años, era muy tímida, no había salido de casa y, como venía del pueblo, me decía “¿Tú sabes cómo fecundan los gallos a las gallinas?” y me pellizcaba».

Villar y Quereda fueron de la mano desde 1988. Y el presidente defendió al entrenador hasta que las futbolistas dijeron hasta aquí. Su marcha o renuncia, como así lo anunció la RFEF, dio paso a Jorge Vilda. No sin polémicas. Las capitanas y los pesos pesados del equipo se quedaron fuera de futuras convocatorias. Entre ellas, Vero Boquete, la cual reconoce en el libro que paga «las consecuencias». «Después de 14 años como internacional, nunca recibí una llamada, un men­saje de explicación, nada. Se me deja de convocar y ya. Es eviden­te que no fue por una cuestión deportiva», lamenta.

Las charlas de Quereda: «Quiero erradicar el lesbianismo y los malos hábitos»

En el capítulo Jugar en la selección... ¿un sueño? se relatan hechos tan bochornosos como cuando el seleccionador comentó a sus jugadoras: «Quiero erradicar el lesbianismo y los malos hábitos». La futbolista Vicky Losada admitió que no supo qué responder en ese momento. Las palabras del entrenador llegaron después de que varias jugadoras dieran su opinión públicamente sobre la homosexualidad y contasen que tenían pareja. Fue entonces cuando les dio un toque de atención y le avisó de que «si exponían públicamente su condición sexual, podían llegar a tener consecuencias deportivas».

Testimonios de mujeres que tuvieron que soportar toda clase de machismos. Algunas han preferido no revelar su identidad a la vez que relatan hechos lamentables: «Íbamos a ducharnos cuando me di cuenta de que él estaba en medio del vestuario. Lo hacía cuando nos duchábamos o nos estábamos cambiando. Otro día, en un reconocimiento médico, también estaba él dentro... Yo tenía un culo fuerte, respingón, que le debía llamar la atención.» ¿Dónde quedaba la intimidad de una mujer que todavía hoy lo cuenta con pudor? El resultado de eso fue su abandono de la selección.