Octavos para todos en Budapest

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Bernadett Szabo | REUTERS

Francia y Portugal llegan a un conveniente empate que deja el récord de goles con selecciones de Cristiano y el espectáculo de Mateu

24 jun 2021 . Actualizado a las 08:58 h.

Seis franceses se perdieron el espectáculo que dieron, mano a mano, Portugal y Mateu Lahoz. El equipo de Fernando Santos se metió en octavos y el colegiado protagonizó un duelo interno dentro del que arbitró. Fue capaz de discutirle el foco a Cristiano Ronaldo el día en que el portugués se consagró como el jugador con más gol en el fútbol de selección. Desbancó al iraní Ali Daei gracias a dos de los tres penaltis señalados en una cita resuelta convenientemente para todos los que acudieron al estadio salvo la afición local. Una suerte, la de los once metros a la que España está intentando dotar de enjundia y que el 7 luso liquidó sin despeinarse (claro), eligiendo por dos veces el rincón a la derecha de Lloris.

Precisamente fue el meta quien dio a Cristiano la primera ocasión de engrosar su cuenta a la media hora, cuando Portugal controlaba el choque pero Francia había gozado de la única ocasión. Oportunidad servida en un pase maravilloso que Pogba filtró entre infinidad de piernas para alcanzar a Mbappé. El punta lo recibió con ventaja para encarar a Rui Patricio y eligió resolver de lejos con un disparo que se le fue centrado y repelió el portero de camino a la red.

No hubo más del conjunto de Deschamps hasta que su adversario encontró premio al dominio ejercido en torno a una de sus piezas de valor más discutido. Renato Sanches hizo disminuir a Bernardo Silva, Moutinho, Diogo Jota (a este, especialmente) e incluso a Cristiano para imponer su figura a la de Kante.

Ese entre el centrocampista del Lille y el del Chelsea fue uno de los pequeños pulsos de la noche en el Puskas Arena. El más atractivo a nivel táctico, mientras otros dirimían el suyo a nivel gestual. Los aspavientos de Mateu Lahoz se dispararon cuando Lloris salió a despejar el balón colgado en una falta frontal y combinó el golpeo al cuero con un codazo a la cabeza de Danilo. Penalti difícil de discutir, pero que dio para que el colegiado protagonizara un sinfín de apartes hasta pasar turno a Cristiano para que también pudiera gesticular. Lo hizo antes y después de anotar el 1-0, vigente lo que tardó el trencilla en silbar de nuevo. Justo antes del descanso, interpretando como falta en el área una disputa con suave roce entre Semedo y Mbappe. Más movimientos de brazos, corrillos y advertencias. Más goles, este a cuenta de Benzema.

El delantero reenganchado a Francia despidió con diana el primer tiempo y saludó con otra la segunda mitad. Nada más reanudarse el partido, Pogba probó con otro envío a la carta. Este, aún desde más atrás. Tuvo la suerte de que en esta ocasión el receptor fuera el ariete del Real Madrid y no el del PSG. Encaró a Rui Patricio y superó el enorme obstáculo del meta colocando la pelota en el interior del poste, encumbrando a su selección a salvo en la primera plaza y negando la incuestionable superioridad del rival.

Deschamps había maniobrado en el vestuario para salvar distancias, sentando a Lucas para hacer sitio a Digne. No había profundidad ofensiva ninguna en el carril zurdo, como tampoco la daba en el otro lado Kounde. El lateral de reemplazo no tardó nada en retornar a toriles, lesionado, forzando el ingreso y la reubicación de Rabiot. Fue la primera señal al técnico de que se había equivocado de flanco en la sustitución. La segunda la dio el propio zaguero del Sevilla, interceptando con la mano un centro atrás de Cristiano, que se autoasistió en diferido en el punto de penalti, desde donde volvió a no fallar.

Consumado el récord solo quedaba cerrar además el pase a octavos, con un ojo en Rui Patricio, que realizó dos formidables intervenciones a tiros de Pogba y Griezmann, y otro en Mateu, que se guardó los aspavientos y silbidos sobrantes para mejor ocasión. Encontró la inesperada solidaridad de la afición húngara, que reemplazó sus pitidos con otros dedicados a la desgana de los contendientes, ya satisfechos con el empate. Un jolgorio en la grada que no disfrutaron seis franceses, perdidos por un par de letras en Bucarest.