Entre Nadia Comaneci y Simone Biles

Lois Balado Tomé
Lois Balado TOKIO2020

DEPORTES

DYLAN MARTINEZ | REUTERS

29 jul 2021 . Actualizado a las 11:13 h.

Entre lo que contaban los que estaban y lo que contaron los que vinieron, es difícil saber qué pasaba realmente en Rumanía entre 1967 y 1989. A Nicolae y Elena Ceausescu su país les deseó feliz navidad el 25 de diciembre fusilándolos. Hubo fiestas más felices en la familia.

Existe un amplio debate historiográfico sobre la trayectoria académica de la primera dama. Hay quien dice que sus grandes logros se los regaló el comunismo sin pasar por clase. Los otros critican las falacias revisionistas al comunismo tras su caída. Que la Rumanía socialista no era un paseo por Disneylandia está claro. Pero que nadie se venga arriba con el paraíso de la Rumanía del 2021.

Sin entrar en el debate, la señora Ceausescu sí era, al parecer, bastante exigente. Y se enfadaba si su Nadia Comaneci no ganaba medallas de oro. La niña, en una opinión sin ninguna base científica, muy feliz nunca pareció. Algo que se puede llegar a entender si es verdad que el gobierno le colocó micrófonos ocultos en casa y le proponía una dieta para adelgazar —por otra parte infalible— que consistía en no comer durante tres días.

Han pasado 46 años desde Montreal 1976 y la gimnasia rumana, brillante en lo estrictamente deportivo mientras el bloque soviético se mantuvo en pie, está de capa caída. De no ser porque a la sociedad le suele gustar que sus niños coman tres veces al día, casi se podría decir que se las echa de menos.

Algo se ha mejorado, está claro. Si Nadia Comaneci, que reconoció que quiso dejar la gimnasia, hubiese hecho lo que Simon Biles le hubiesen puesto un pisito con vistas al gulag —es una licencia, que los gulags desaparecieron en los sesenta, pero tampoco la hubiesen premiado con el apartamento en Torrevieja—. Aún así, la presión sobre gimnastas tan jóvenes sigue siendo enorme.

Son muy buenas, pero dicen que, a nivel artístico, las chinas no transmiten ni emocionan como las rusas. Pero qué transparentes cuando expresan su angustia esperando una nota después de tropezar.

Las rusas —lo siento, pero desconozco el gentilicio de Comité Olímpico Ruso— ganaron la final por equipos y se quitaron un peso de encima que arrastraban 30 años en la dinámica completa. Batieron a Estados Unidos. La geopolítica mundial en un salto de niñas de 15 años. Si Eurovisión es política, cómo no va a serlo también los Juegos.

Simone Biles fue valiente. Tuvo la madurez suficiente para retirarse. Sí, bien, pero no todas son tan fuertes y a lo mejor (no lo sé) no todas se atreven. Por mucho coraje que haya sacado Biles, digo yo que alguien habrá visto venir esto, que alguien era consciente de sus problemas. ¿O la retirada de una gimnasta depende exclusivamente de que ella tenga el arrojo de pedir ayuda? Espero que no.

Béla Károlyi, el señor que no daba de comer a Comaneci, pidió asilo en Estados Unidos y allí siguió trabajando. En el año 2000 lo incluyeron en el Salón de la Fama.