El milagro de Alberto Ginés: medalla de oro en escalada sin tener instalaciones adecuadas en España

Iván Antelo REDACCIÓN

DEPORTES

Empezó a escalar con 3 años, con 12 logró una vía de máxima dificultad y con 16 apostó por ser profesional. Con 18 es campeón olímpico

05 ago 2021 . Actualizado a las 23:28 h.

¿Qué hubiera pasado si Fernando Alonso no hubiese tenido circuitos de karts en los que entrenar? ¿Y si en España no hubiese pistas de tierra batida? ¿Qué habría sido de Rafael Nadal? Por eso, nadie se explica el milagro de Alberto Ginés (Cáceres, 2002), Oro olímpico en Tokio, a pesar de entrenar en unas condiciones completamente inadecuadas para cualquier escalador deportivo. Sus rivales no dan crédito. La hazaña es antológica. Fue el más rápido en velocidad, séptimo en bloques y cuarto en la prueba de dificultad. Lo justo y necesario para ser campeón olímpico de la combinada. El primer oro olímpico en la historia de la escalada.

Hay bebés que nacen inquietos. Y Ginés era uno de esos que se subía a todo. Al sofá, a la mesa, a la cama... Su padre era un amante de la escalada y Alberto lo aprovechó para practicar con él este deporte desde que apenas tenía tres años. Eso sí, en sus inicios, más orientados a escalar montañas y rocódromos, ni se imaginaba que acabaría siendo un deportista olímpico.

Ginés no es un desconocido, a pesar de que supera por poco la mayoría de edad. Hace siete años, cuando apenas tenía 12, se hizo famoso en Extremadura por haber escalado una vía de máxima dificultad (8b+) en La Muela (Cádiz). Una proeza al alcance de muy pocos. Y él solo era un niño.

Macià, su descubridor

En aquella época conoció a David Macià, que a la postre acabaría siendo el seleccionador español cuando el COI determinó que la escalada fuera deporte olímpico. En el 2018 se lo llevó al CAR de Sant Cugat, aunque eso no palió las enormes dificultades para prepararlo de cara a los Juegos Olímpicos.

Y es que la decisión del COI cogió por sorpresa al deporte español, que sigue sin estar preparado para formar  deportistas en esta disciplina. La prueba es que Ginés se fue al CAR como deportista de élite, pero sin contar con un muro de velocidad para entrenarse a alto nivel. De hecho, en toda Cataluña no lo hay y, en los últimos dos años, ha tenido que realizar once concentraciones en Pamplona, en donde sí hay uno que se adapta un poco a lo que necesitaba. «La velocidad la hemos trabajado en Pamplona por lo que teníamos cinco horas de coche para ir y otras tantas para volver (a Sant Cugat)», explicaba el seleccionador antes de partir a Tokio.

El problema no está solo en la velocidad. También en el resto. Aunque en España sí es verdad que hay bastantes instalaciones para ensayar la prueba de bloques, estas nada tienen que ver con las que luego hay en competiciones internacionales. Por lo que en estos dos últimos años, Ginés ha realizado más de treinta concentraciones, la mayoría fuera de España y subvencionadas con los recursos de la FEDM, para poder pulir los defectos en la que sin duda es su punto débil. Austria fue el país en el que más ha progresado Ginés.

La clasificación para Tokio 2020 ya fue toda una sorpresa para el escalador español. Por su juventud y por la falta de medios, los técnicos enfocaban más su planificación hacia París 2024. Pero el cacereño siempre fue un adelantado a sus tiempos y lo volvió a demostrar. No solo se metió en la cita japonesa, sino que además se coló en la final y sorprendió ganando la velocidad. Ahora, solo piensa en saborear este éxito y lo hará como más le gusta. Yéndose de vacaciones a escalar montañas. Asturias o Rodellar. Ese es su dilema. Porque a Alberto Ginés nadie lo baja de las alturas, mientras se motiva escuchando Extremoduro. El bebé que no estaba quieto. El niño precoz. El milagroso escalador español.