Un Nadal heroico supera una lesión y cinco sets para avanzar en Australia

DEPORTES

DEAN LEWINS

El español derrota a Shapovalov y jugará la semifinal en Melbourne, ya a dos victorias de conseguir su vigesimoprimer «grand slam»

25 ene 2022 . Actualizado a las 09:29 h.

Después de más de cuatro horas, cinco sets y un partido con drama y épica, Rafa Nadal se encuentra a dos victorias de conseguir lo nunca visto: su vigesimoprimer «grand slam», uno más que sus enemigos históricos, Roger Federer y Novak Djokovic. El español, a sus 35 años, supera un partido de tenis y, al mismo tiempo, un desafío físico para vencer al canadiense Denis Shapovalov por 6-3, 6-4, 4-6, 3-6 y 6-3 y acceder a la semifinal del Open de Australia. Se impone, además, después de sufrir en la cuarta manga unos problemas estomacales, fatiga y cansancio por un calor asfixiante. Un cóctel que le dejó casi parado durante alrededor de media hora. Solo la intervención del médico, y la administración de una pastilla, hizo revivir poco a poco al gigante de Manacor. En la penúltima ronda del torneo de Melbourne le espera el italiano Matteo Berrettin, vencedor del duelo ante el francés Gael Monfils.

El partido tiene cinco sets y tres fases diferentes. Y Nadal las encara con sus siete vidas, ese instinto de supervivencia, esa moral estoica que le hace encajar los momentos más delicados con una tranquilidad que no tiene ningún otro tenista del mundo. También, de fondo, pelea con una lesión crónica, su problema con un escafoides tocado, con esa molestia que arrastra desde el 2005 y frustró de nuevo su verano del 2021.

En el primero de esos tres partidos en que se divide el cruce de cuartos de final, en la tarde del verano de Melbourne, Nadal gobierna gracias a su tenis y su jerarquía sobre un rival que no está todavía al nivel de los purasangre del tenis. Gana el español el set inicial por 6-3 gracias a una sola rotura de servicio y repite el patrón en el segundo, al conseguir un break con 3-3. Dispone de idéntica situación en la tercera manga, con 3-3 y varias bolas para romper el espectacular saque del gigante canadiense. Pero la oportunidad se le escapa por detalles y el paso al frente del rival, que se apunta ese parcial por 4-6 ante un Nadal que empezaba a dar síntomas de debilidad. Ya no celebraba los puntos, ya no conectaba su derecha como acostumbra.

Ya había empezado, por entonces, el segundo acto de la obra. Recién iniciado el cuarto set, Nadal pide la presencia en pista del médico y confirma lo que todos intuían. Algo va mal. Se toca el abdomen, hace gestos de dolor, deja de sacar como antes, ya no corre a todas las pelotas como si no hubiera un mañana. El doctor le administra en el descanso por un cambio de lado de la pista una pastilla y toca esperar. Pasan juegos sin que Nadal sea todavía Nadal. Acorta los puntos por su indisposición, sube a la red a la mínima oportunidad, golpea voleas sin apenas colocarse bien, persigue el efecto sorpresa y evita el cuerpo a cuerpo, por raro que parezca. Se resigna a que el dolor desaparezca y escampe su tenis. Pide, también, una toalla con hielo para mitigar el sofoco del verano de Melbourne, que luego el propio Nadal define como un golpe de calor de libro. Y poco a poco funcionan los remedios.

Y, al final, el servicio

Esa mejoría física comienza al terminar el cuarto set, aunque lo gane Shapovalov por 6-3. Nadal vuelve al partido primero e intimida luego. Es en el quinto cuando recupera su mejor tenis y el rival se tiene que frotar los ojos ante lo que ve. Nadal ha renacido, lo ha vuelto a hacer. El español consigue un break rápido en esa manga definitiva y ya no va a dejar que ninguna molestia frene su vuelo hacia la semifinal.

Encuentra, además, un recurso indispensable en pista rápida para un jugador que ya tiene 35 años, el más veterano entre los supervivientes: el servicio. El saque, tantas veces señalado como el golpe menos intimidador de Nadal, le libra de varios apuros. Y gana.

Nadal ha vuelto. Otra vez.   

«No sé ni cómo lo he hecho»

«No sé ni cómo lo he hecho. Estoy destrozado, hace mucho calor, no me preparé para esto, honestamente», bromeó en cuanto terminó el partido en la entrevista a pie de pista ante el extenista Jim Courier.

«Tuve algo de suerte al inicio del quinto set. Jugué muy bien al comienzo del partido ante un rival como Denis con mucho talento y un juego agresivo, que conectó saques increíbles y segundos servicios muy buenos», analizó. Nadal recordó los problemas en el escafoides, su lesión crónica que sufrió en el verano del 2021.

«Podemos hacer historia con estas cosas. Pero la realidad es que hace dos meses no sabía si podía volver al circuito. Para mí es un regalo de la vida estar aquí jugando al tenis otra vez», insistió en la línea de las últimas semanas. Porque, además, a final de año pasado Nadal superó el covid, solo unos días antes de viajar a Melbourne.

El español explicó su indisposición del cuarto set. «No me sentía muy bien en el estómago e intenté hacer algo, tenía algo en el estómago, la presión, la tensión, no lo sé...». De ese lío emergió en la manga definitiva con un arma no tan frecuente en su repertorio. «Tengo suerte de que he sacado muy bien en el quinto set porque en ese momento no era capaz de aguantar los intercambios desde el fondo de la pista», explicó Nadal. 

El nuevo calendario del Open de Australia, sin ninguna semifinal el jueves, sino las dos el viernes, permite a Nadal disponer de dos días de descanso antes de encarar la penúltima ronda. «Ya no tengo 21 años. Para mí esto hoy es muy bueno. Después de partidos como estos es bueno disponer de dos días libres. Las condiciones aquí han sido incluso más duras que en el pasado y este es un gran test. Espero que esté listo para las semifinales», comentó antes de insistir en su felicidad por verse compitiendo de nuevo al mejor nivel, pues entre agosto y enero no había disputado torneos oficiales por sus problemas en el escafoides. «Todo lo que sea poder jugar una vez más aquí en semifinales en la Rod Laver Arena me hace feliz y doy gracias a todo el mundo por su apoyo», añadió ante un público entregado con otra demostración de épica. La épica de Nadal.