Nadal, un partido ante Ruud y 22 «grand slams»

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AFP7 vía Europa Press | EUROPAPRESS

El español, con una lesión en el pie que alimenta las dudas sobre una cercana retirada, se mide al noruego por su decimocuarto título en Roland Garros y un récord impensable

05 jun 2022 . Actualizado a las 09:52 h.

Aquella tarde de junio del 2013, París mostraba la versión más desabrida de su primavera. El día de abrigo llevó al noruego Casper Ruud, entonces un chaval de 14 años, a presenciar la final en la Philippe Chatrier con un chaleco de plumas. Aquel chaval noruego vio cómo su ídolo de siempre, Rafa Nadal, despachaba a David Ferrer en tres sets con una suficiencia cercana a la de quien despacha un trámite. Antes de levantar, aquel día, su octava Copa de los Mosqueteros, el mallorquín había ganado cuatro finales a Roger Federer, una a Mariano Puerta, otra a Robin Soderling y otra a Novak Djokovic. Después de aquel paseo ante su compañero Ferrer, Nadal todavía amargó en otros domingos decisivos en París un par de veces más tanto a Djokovic como a Dominic Thiem y otra más a Stan Wawrinka. Hoy Ruud (Discovery Max en abierto y Eurosport, 15.00), el chaval del chaleco en lo alto de la grada, ya con 23 años, ejerce de rival de un Nadal invicto en una final de Roland Garros. No hay un dominio semejante al del español en la historia del tenis masculino, que no es corta.

A Nadal, a sus 36 años, con 21 grand slams en su palmarés, lo nunca visto, y uno más que Federer y Djokovic, el tiempo se le escapa entre los dedos. Porque lleva semanas recreándose en que su lesión crónica en el pie izquierdo va camino de complicarle en su vida diaria, más allá de lo que ya le molesta en el deporte. Pero ni termina de desmentir que sopese retirarse en breve —algo que cabe pensar que solo propiciaría un percance físico gravísimo, dado el soberbio rendimiento que ofrece estos días en París— ni confirma que esta temporada será la última en la que viaje por el mundo con un dolor insoportable a cuestas.

Tres escenarios distintos

Mientras Nadal pelea palmo a palmo cada ronda que supera en un grand slam, con la amenaza de que un día las lesiones le manden parar y ese esfuerzo titánico que le acompaña desde que se hizo profesional, Federer se recupera de lesiones cada vez más largas —apenas jugó seis torneos en dos años y medio— y Djokovic se queja de las oportunidades perdidas por no vacunarse contra el coronavirus.

Nadal acaba de cumplir 36 años, uno más que el serbio y cuatro menos que el suizo. Así que aquí, más que su decimocuarto Roland Garros —un registro que parece blindado durante décadas o siglos—, importa el de su vigésimo segundo grand slam, más al alcance de los dos gigantes con los que comparte generación, los otros dos mitos vivientes del tenis.

Hace unos meses, pensar que Ruud pudiese amargar semejante récord habría parecido impensable. Pero, sin tener ni el juego, ni el físico, ni la mente prodigiosa de Nadal, describe una progresión más que interesante. Cuando en el 2018 entró en la academia que lleva el nombre del deportista español en Manacor, el tenista noruego era el número 150 del mundo, y ya alcanzó el octavo. En aquel momento, con 19 años, su mayor logro habían sido las semifinales en el ATP 500 de Río. Después de entrar en el centro que dirige Toni Nadal celebró de febrero del 2020 a hoy ocho títulos —seis en tierra y dos en pista dura—.

El precedente de su padre

Figura en un país como Noruega, sin una consolidada tradición tenística, ya superó los registros de su padre, Christian, que había sido el número 39 del ránking en 1995. Casper esprinta esta primavera. Aunque le costó el cambio de superficie, de la pista dura a la arcilla. De Miami salió con el subcampeonato bajo el brazo, después de perder en la final contra Carlos Alcaraz, pero sufrió en su maratón de torneos en tierra. Solo cuatro victorias respaldaron su paso por Montecarlo, Barcelona, Madrid y Múnich. Hasta caer en la final de Roma frente a Djokovic y anotarse el título en Ginebra unas horas antes de debutar en París.

Hoy le espera el más grande. Un animal competitivo con 21 grand slams, una cifra que parecía ciencia ficción cuando se convirtió en profesional a principios de siglo, cuando el récord lo marcaban los 14 majors de Pete Sampras. El 22 le espera, a solo un partido ya de distancia, con permiso del chaval del chaleco.