Asier Martínez, campeón de Europa por una milésima

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RONALD WITTEK | EFE

El navarro se cuelga el oro en los 110 vallas en una gran carrera con final de infarto

18 ago 2022 . Actualizado a las 10:58 h.

El 2022 es el año de Asier Martínez. Todo lo que toca es oro y en Múnich se convirtió en campeón de Europa de los 110 vallas un mes después de colgarse el bronce mundialista. Lo hizo a lo grande y con suspense, porque destronó al francés Pascal Martinot-Lagarde por una sola milésima y esperando a que el monitor confirmase la gesta. Para la delegación española es la sexta medalla en tres días de campeonato.

Los 110 metros vallas prometían. El navarro llegaba como líder europeo del año y en semifinales ganó su serie con claridad, igual que Quique Llopis, el hombre que le hizo mejor cuando ambos rivalizaban en las categorías de formación.

Pero en la final, Llopis desapareció enseguida del foco. Todo lo contrario que su rival y amigo, que entró y salió del estadio como una estrella. Asier marcó el segundo mejor tiempo de reacción en los tacos (0.149) y enseguida se puso en cabeza, superando las vallas largas con su impecable técnica de la escuela francesa. Fue un galo, Pascal Martinot-Lagarde, el vigente campeón de Europa, el único que le siguió el paso, pero lo hizo hasta la última línea. Tanto, que el suspense se apoderó del estadio y de los propios atletas hasta que el resultado se hizo oficial. Asier Martínez, que marcó un tiempo de 13.14 segundos, se hizo con el oro por una milésima de segundo. Además del oro, firmó una nueva marca personal, en el momento preciso y demostrando su gen competitivo.

El oro del Europeo es la guinda a un año redondo que comenzó con un tiro al palo en Belgrado, el cuarto puesto en el Mundial bajo techo, y que se completó con el bronce de Eugene en otro final memorable y aprovechando la oportunidad que se le presentó.

Porque todas las decisiones de este navarro de 22 años son correctas. Cambió su plan de estudios —cursa Ciencias Políticas— para no tener que desplazarse todos los días a Bilbao, dejó de hacer cosas de chicos de su edad —según sus mismas palabras— y se dedicó a entrenar en cuerpo y alma de la mano de François Beoringyan. El resultado es una visita permanente al podio. Ahora, desde lo más alto del continente europeo.