Real Madrid: cuatro partidos, tres de ellos a domicilio, y cuatro victorias. FC Barcelona: 10 puntos, con tres triunfos consecutivos, once goles a favor y solo uno en contra. La fría estadística invita a pensar que una nueva versión de la liga de los 100 puntos está en camino, lo que significa que los 18 equipos restantes jugarán una competición paralela y que en los duelos directos ante los dos grandes serán una especie de comparsa. Un actor de reparto necesario para desarrollar la función.
En la temporada 11/12, el Real Madrid ganó 32 de los 38 partidos y solo perdió dos, levantando el título tras sumar 100 de 114 posibles. Un año después, lo emuló el Barcelona clavando idénticos números. Los dos pasaron entonces del centenar de goles.
Puede que de cara a vender la liga en el exterior, que Real Madrid (que mantiene a su bloque campeón) y Barcelona (que encontró en las palancas su mecanismo de salvación) vuelvan a estar a la par sea positivo, pero para el fútbol tanta diferencia no parece la mejor noticia. De nuevo se acentúan las diferencias y entre la clase noble y la terrenal hay un mundo que apenas pueden ocupar ricos menos pudientes (léase Atlético y poco más). Visto así, quizás lo más atractivo del curso sea conocer el nombre del cuarto equipo de Champions, al que podría considerarse el campeón de la otra liga.
En Inglaterra, el curso pasado, City y Liverpool protagonizaron una encarnizada rivalidad que llevó a los de Guardiola a ganar la liga con 93 puntos, con 19 de diferencia sobre el tercer clasificado (el Chelsea). De puertas afuera, todo el mundo siguió el desenlace de la Premier, pero esperando el fallo, no deteniéndose en el motivo de una diferencia tan abismal. Esta liga corre el mismo riesgo. Que la opulencia termine por comerse al deporte en donde el factor sorpresa existía más que en ningún otro.