Muere Dietrich Mateschitz, dueño del imperio de bebidas y deportivo Red Bull

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Dietrich Mateschitz
Dietrich Mateschitz LISI NIESNER | REUTERS

El empresario austríaco, de 78 años, ocupaba el puesto 51 en la lista de personas más ricas del mundo

23 oct 2022 . Actualizado a las 12:32 h.

El multimillonario austríaco Dietrich Mateschitz, fundador y propietario de la empresa de bebidas energéticas Red Bull y de varios clubes del fútbol y escuderías de Fórmula 1, entre otros, fallecía este sábado a los 78 años de edad después de semanas de rumores sobre su preocupante estado de salud. En los últimos meses, Mateschitz permaneció alejado de la vida pública y la última vez que se le vio en público fue durante el Gran Premio de Austria de 2019.

«Le rogamos que comprenda que no estaremos disponibles para responder a sus preguntas hasta nuevo aviso. Le agradecemos que respete el deseo de la familia y los amigos más cercanos al señor Mateschitz de mantener su privacidad», manifestó la compañía en un comunicado. «En estos momentos, el sentimiento que predomina es el de la tristeza. Pero pronto la tristeza dejará paso a la gratitud, a la gratitud por lo que él cambió, movió, alentó e hizo posible para tantas personas», escribió Red Bull a sus empleados.

El empresario austríaco fue la mente que dio vida a la gran revolución de las bebidas energéticas ligada al mundo de los deportes extremos, que desde la década de los años 1980 encontró en el toro rojo a su mayor representante.

Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad de Viena, los inicios de Dietrich (Estiria, Austria, 20 de mayo de 1944) fueron en Unilever, Jacobs Kaffee y Blendax, como experto en mercadotecnia. Durante un viaje a Tailandia en 1982 descubrió el éxito de los refrescos con propiedades excitantes, conoció a Chaleo Yoovidhya, un productor local que vendía un refresco llamado Krating Daeng cuya traducción es... Toro Rojo. Se unieron, y dos años después nació la empresa Red Bull GmbH, que comenzó a comercializar unos refrescos basados en la receta original pero ligeramente modificados. Ese fue el comienzo de una brillante idea que dio origen a su imperio.

El camino para dar a conocer su marca de bebidas se basó en identificar sus propiedades con los deportes de riesgo y aventura. Poco a poco fue convirtiéndose en promotor de competiciones deportivas asociadas al deporte extremo: escalada, triatlón, ciclismo de montaña, saltos, paracaidismo... y la Fórmula 1.

En 1987 introdujo la marca oficialmente en Austria, y desde entonces la ha convertido en la Coca-Cola de las bebidas energéticas, con más de 7.000 millones de latas vendidas cada año, suficientes para proveer de cafeína al 80 % del planeta.

La empresa, controlada por el propio Meteschitz (49 %) y la familia del empresario tailandés Chaleo Yoovidhya (51 %), registró en el 2021 ventas por valor de 7.307 millones de euros, según datos del registro mercantil, ya que Red Bull no cotiza en bolsa.

Red Bull patrocina y es propietario de numerosos equipos deportivos, como las escuderías de Fórmula 1 Red Bull y Alpha Tauri, y varios clubes de fútbol, entre ellos el austríaco Red Bull de Salzburgo y el RB Leipzig de la Bundesliga alemana, así como otros clubes en Estados Unidos, Brasil o Ghana. La empresa también patrocina a numerosos atletas y es un nombre de referencia en eventos de deportes extremos, como moto y bicicross o vuelo acrobático.

El empresario austríaco es el más rico de su país. La revista Forbes estimaba en abril pasado su fortuna en 27.400 millones de euros, con lo que ocupaba el puesto 51 en la lista de personas más ricas del mundo que elabora esa publicación. Nunca se casó. Tenía su propia isla Laucala, en Fiji, que le compró a la familia Forbes por 9 millones de euros, pero su residencia principal estaba en su natal Austria.

Uno de sus principales aficiones era volar, por lo que tenía licencia y pilotaba aviones Falcon 900 y monoplanos Piper PA-18. También poseía su propio submarino Deep Flight Falcon 3S, con valor de 1.5 millones de euros.

El futuro de Red Bull y de todo su imperio queda ahora pendiente de lo que harán sus herederos, quienes sean.