Richarlison, el coraje del niño de los helados

Iván Antelo REDACCIÓN

DEPORTES

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

El héroe de Brasil se puso a trabajar a los 11 años para ayudar a su madre, divorciada y con cinco hijos: «Fue una guerrera, pero no podía hacer todo sola»

28 nov 2022 . Actualizado a las 11:22 h.

«Richarlison es muy malo, el Tottenham ha pagado 75 millones por él y no sabe controlar el balón». Así lo definió el exfutbolista italiano Antonio Cassano nada más conocer que Tite lo había convocado para jugar el Mundial en lugar de Firmino. Tras el doblete ante Serbia, se reafirmó: «Soy una persona que nunca niega lo que dice. Con lo que he visto confirmo que es malísimo. ¿El segundo gol? La realidad es que controló mal el balón y le salió esa chilena, mientras que el otro tanto fue a puerta vacía. No tiene nada que ver con los otros delanteros de Brasil». Al exmadridista no le valen de nada los 21 goles y 5 asistencias que el ariete de 25 años lleva en 39 participaciones con la canarinha.

Quizás Cassano no vaya muy desencaminado, porque Richarlison no es el prototipo de delantero talentoso que es tradición en Brasil. Es la antítesis de Neymar y de Vinicius. Tampoco tiene nada que ver con ilustres como Bebeto, Ronaldo y Romario. Lo suyo es un balompié más aguerrido. Dentro y fuera del juego. Como cuando salió en defensa de un compañero en sala de prensa e increpó a un periodista por ello.

Pero lo que seguramente ignora Cassano es que Richarlison es un delantero hecho a sí mismo. Con una historia de superación detrás que explica su forma de ser y entender el juego. Nació en Nova Venécia, un municipio del estado de Espirito Santo, en una zona muy humilde. Con solo siete años, sufrió el divorcio de sus padres. Su padre, con problemas depresivos, se marchó a Minas Gerais y él se quedó con su madre y sus cuatro hermanos en una pequeña casa. «Mi mamá trabajaba todo el día para poner comida en la mesa. Ella fue una guerrera, pero no podía hacer todo sola», explicó en una entrevista al portal The Players Tribune. Con solo 11 años, se puso a trabajar vendiendo helados, lavando coches e incluso ejerciendo de granjero. Todo lo que le repercutiera unas monedas, mientras a la par le daba patadas a un balón. «Me di cuenta de que el fútbol podría ser algo más que mi carrera. Sería una manera de ayudar a mi familia».

Richalison no perdió contacto con su padre, que por su lado también lo estaba pasando muy mal para salir adelante. «Un día de pesca con él, un hombre gritó y humilló a mi padre frente a todo el mundo. Le decía que podría desahuciarlo de la casa cuando quisiera. Antes de eso, ayudar a mi familia a través del fútbol era una idea. Después, se volvió una obsesión», señala. «El fútbol me salvó, Es por eso que tomo posiciones y muestro mi indignación por el mínimo de dignidad e igualdad de todos los brasileños que no tuvieron la misma suerte que yo tuve», agregó al diario Globo en el 2020.

El delantero de Brasil creció en un barrio donde los pandilleros, las drogas y las armas eran lo cotidiano. Él mismo sufrió un atraco a punta de pistola. Les enseñó el balón y lo dejaron irse. La pelota, siempre fue salvavidas.