El sueño de la Europa League desde un parque de Bruselas

DEPORTES

Stephanie Lecocq

El Union Saint-Gilloise, con un pintoresco estadio para diez mil personas, busca las semifinales tras ascender desde la cuarta división belga

20 abr 2023 . Actualizado a las 15:41 h.

A la misma final de la Europa League que anhela el Sevilla, en el Puskas Arena de Budapest el 31 de mayo, aspira un modesto e histórico club de Bruselas que hace apenas dos años competía en la segunda categoría belga, tras un suplicio de décadas, y de proclamarse el año pasado, en su histórico regreso a la élite, campeón de la liga regular. El estadio Joseph Marien, con capacidad para solo 9.400 personas, queda incapacitado por la UEFA para recibir hoy (21.00 horas, Liga de Campeones 4) al Bayer Leverkusen tras la igualada (1-1) de la ida. «La primera vez que entré al campo pensé: Esto no puede ser un estadio», cuenta Dennis Eckert, delantero del Royale Union Saint-Gilloise, el equipo que ha sorprendido a Europa.

«Las gradas están en un parque y, al otro lado, son calles integradas en la ciudad. Es todo demasiado antiguo. Es un sitio que no tiene nada que ver con lo que había visto antes», describe Eckert, de madre gallega, sobre un recinto que conserva algunos bancos de madera y en el que está mal visto, por decisión de sus aficionados, silbar o dedicarle cánticos al equipo contrario. «Cada partido es un día de fiesta. Es como una familia muy grande, siempre vienen los mismos y creo que ya se deben conocer todos entre ellos», cuenta, entre risas, el que fue jugador del Celta, al que llegó en el 2017 como recambio de Borja Iglesias y con el que llegó a debutar en Primera División.

Tiene su marca de cerveza

«Si tienes la oportunidad de venir alguna vez al estadio, te darás cuenta de que un partido aquí es algo especial. Nuestra afición es gente de clase trabajadora, le gusta reunirse dos horas antes de los partidos y tomarse unas cervezas», cuenta Eckert. Pueden hacerlo con su propia marca, la 1897, en honor al año de fundación del club, que atrajo a mucha inmigración española en la década de los 50 y 60 del pasado siglo.

La historia del Royale Union Saint-Gilloise está quebrada por la Segunda Guerra Mundial. Hasta que el conflicto bélico se desató, fue el equipo más laureado de Bélgica. Ganó once títulos y obtuvo otros tantos subcampeonatos. Llegó a encadenar una histórica racha de 60 partidos sin perder. Pero, en 1936, se cortó su nómina de trofeos. El club no se profesionalizó y fue devorado por el vecino Anderlecht, desde entonces el hegemónico equipo de la capital. Tras muchas temporadas de sinsabores, el Union descendió en 1973 y entró en una deriva que lo acabó condenando, una década después, a la cuarta categoría.

Lo rescató un jugador de póker

En el 2018, Tony Bloom, jugador de póker profesional que había adquirido el Brighton & Hove Albion nueve años antes, se convirtió en su máximo accionista. El club estaba entonces en la tercera división. Se rodeó de un equipo de gente joven. Le entregó el mando a Alex Muzio, inversor y presidente, con Philippe Bormans como consejero delegado y nombró a Chris O’Loughlin director deportivo. Pese a su condición de millonario, logró el ascenso a Segunda sin gastar apenas en fichajes y devolverlo a Primera en el 2022, 48 años después de su descenso. La pasada temporada, la de su vuelta a la élite, con el tercer presupuesto más bajo de la categoría, el Saint-Gilloise se convirtió, con una plantilla que integraba catorce nacionalidades distintas, en el primer equipo recién ascendido que ganó la liga regular belga, lo que le permitió competir por el título —que se juega en un play off con los cuatro mejores clasificados y ganó el Brujas— y volver a competición europea.

Esta temporada marchan segundos, a dos puntos del Genk. «Ya no puede llamarse suerte», incide Eckert. En octavos de final de la Europa League, el Saint-Gilloise eliminó al Unión Berlín tras igualar en la ida (3-3) y golearlo (3-0) en la vuelta en el Lotto Park. En el Joseph Marien, integrado en el parque Duden de Bruselas, ya sueñan con tumbar a otro germano y llegar a semifinales.

Dennis Eckert: «¿Por qué no vamos a ser campeones?»

Dennis Eckert, en el centro, celebra uno de sus goles con el Union Saint-Gilloise
Dennis Eckert, en el centro, celebra uno de sus goles con el Union Saint-Gilloise

Dennis Eckert (Bonn, 1997) llegó el pasado verano al Saint-Gilloise desde el Ingolstadt de la segunda germana, el equipo en el que recaló tras abandonar Vigo. «Llevaba tres años y el club entró en una dinámica que no me apetecía. A mí gusta me jugar al fútbol, no solo luchar balones largos. Tenía la sensación de que el equipo había tomado un camino que no era para mí. El Union me ofreció la oportunidad de jugar en Europa y no me lo pensé». Firmó por tres temporadas.

Empezó como delantero titular, pero las lesiones lo crucificaron. Este fin de semana reapareció tras casi tres meses sin competir por una lesión de rodilla. Y fantasea con ser importante en lo que queda. «He vuelto en lo más bonito. Queremos seguir en Europa. ¿Por qué no vamos a ser campeones este año?», mantiene el ariete, que reconoce tener en mente su regreso para jugar en España.

De padre alemán y madre de Tui, Eckert tiene familia en Guillarei y alquilada una casa en Vigo para pasar las vacaciones de verano con su familia. «Es mi tierra, me siento parte de ella, y eso no va a cambiar nunca. Es un sitio que siempre va a formar parte de mi vida».

«El Celta no me quiso en la foto»

En el recuerdo de Dennis, su paso agridulce por el Celta. «Era mi equipo desde niño y poder llegar a ser profesional fue algo increíble. Unzué y Mohamed contaron conmigo y confiaron en mí. Tenía 20 años y el equipo lo era todo para mí. Fueron pequeñas cosas la que me minaron. Fui titular y luego alguien prohibió que saliera en la foto oficial del primer equipo. No lo entendí. Hubo una persona que consideraba que yo no merecía estar allí», recuerda sobre su salida del Celta, al que llegó desde el filial del Monchengladbach.