El infierno de la selección femenina de fútbol: relato de medio siglo de vejaciones y machismo

Iván Antelo REDACCIÓN

DEPORTES · Exclusivo suscriptores

FERNANDO VILLAR | EFE

Comentarios denigrantes, excesivo control, purgas y ahora el beso a una jugadora, el calvario de un equipo que va por su tercera rebelión en ocho años

01 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Que al primer grupo de mujeres futbolistas que representó a España la acuñasen como la selección clandestina, lo dice casi todo. Aunque la UEFA reconoció al fútbol femenino como disciplina oficial en 1970, en la península no fue hasta 1983 cuando se reconoció este derecho. Casi una década después de la muerte de Franco y de que llegase la democracia. «No lo veo muy femenino desde el punto de vista estético. La mujer en camiseta y pantalón no está muy favorecida. Cualquier traje regional le sentaría mejor», decía el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), José Luis Pérez-Payá, en la década de los setenta. Y en ese ambiente nació la llamada selección clandestina. El 21 de febrero de 1971 se jugó en el estadio de La Condomina, en Murcia, el primer duelo internacional entre España y Portugal. Kubalita, Virginia II, García, Herrero, Feijóo, Angelines, Vázquez, Virginia I, Cruz, Conchi Amancio y Laura fueron las artífices de aquel logro. Tal era el odio que despertaba tal afrenta, que la RFEF les impidió participar en el Mundial de 1971 y rechazó organizar el de 1972, a pesar de que la FIFA llegó a ofrecérselo.

La lucha de la selección española femenina empezó ahí. Y los frutos comenzaron a recogerse el 5 de febrero de 1983, con la celebración del primer encuentro con el reconocimiento de oficial. Las protagonistas: Paqui, Montse, Aurora, Geli, Merche, Juani, Elisabeth, Inma, Milagros, Lis y Rori, con Carmen, Esperanza, Encarna y Susana, saliendo desde el banquillo. De ellas, cinco eran gallegas: Lis Franco, Inma Castañón, Ángeles Olmo, Aurora Martínez y Encarnación Pérez, todas ellas del mítico Karbo.

1983-2013

Treinta años, pocos cambios

Aquel primer paso, que debía suponer una revolución, en realidad no fue así. La RFEF no reconoció un campeonato de liga hasta el año 1988, pero siempre con un carácter aficionado y una precariedad que solo se fue abandonando con el cambio de siglo y la aparición de clubes como el Athletic, Levante y Espanyol. Y eso que en 1987, la selección había logrado una histórica clasificación para su primera Eurocopa, con un elenco en el que destacaban nombres como Toña Is, Arantza del Puerto, María Ángeles Parejo, Auxi Jiménez y Maider Castillo. Sin embargo, tuvo más repercusión el fichaje por el Rayo Vallecano de la brasileña Milene Domingues, pero por ser la entonces pareja de Ronaldo Nazario.

La irrupción de Vero Boquete

En aquel fútbol femenino germinal irrumpió el nombre de una jugadora gallega. Vero Boquete apareció con fuerza tras ganar el Europeo sub-19 femenino en el año 2004. Ella, junto a compañeras de cosecha como Miriam Diéguez, Jade Boho, Ruth García. Ama Romero, Iraia y Natalia Pablos, y otras que se fueron sumando, formaron las bases de la selección absoluta que, sin medios, fue poco a poco peleando por meterse en grandes torneos hasta conseguirlo. Para el recuerdo, aquel tanto inolvidable de la compostelana en la repesca ante Escocia que dio la clasificación para la Eurocopa 2013. Fue en la última jugada del partido y tras haber fallado un penalti dos minutos antes. Aquel gol que lo cambió todo se produjo en la Ciudad del Fútbol de las Rozas. Hace una década, no había grandes estadios para el fútbol femenino, ni siquiera para este tipo de citas históricas.

mundial 2015

La primera rebelión, que acabó con 27 años de Quereda

«Al Mundial de Canadá llegamos dos días antes del primer partido, sin jugar amistosos en los seis meses anteriores, con un staff al mínimo...», recordaba Vero Boquete, recientemente, en La Voz. «Yo era la única que había estado jugando fuera y que sabía lo que se podía tener y las condiciones que debían ser. Poco a poco se fueron sumando futbolistas, que veían cómo sus equipos iban creciendo y que comprobaban el contraste con la selección», añadía, explicando las causas que originaron el primer motín, que terminó con 27 años de Ignacio Quereda como seleccionador nacional femenino.

Del «chavalitas», al «tú lo que necesitas es un macho»

Muchas de esas afrentas del Mundial 2015 quedaron recogidas en el libro No las llames chicas, llámalas futbolistas, de Danae Boronat. En sus 192 páginas, y en el posterior documental, las futbolistas recuerdan constantes comentarios machistas del entonces seleccionador. «Hacía muchos chistecillos del tipo: ‘Esta lo que necesita es que le metan una guindilla por el culo'», explicaba Mar Prieto. «A ti lo que te hace falta es un buen macho», denuncian las jugadoras que llegó a decir en un determinado momento. «A otras compañeras las llamaba gordas delante de todas las demás», añadía Prieto. Y todo, en medio de una dinámica general de llamarlas «chavalitas», «niñas» o «pitufas». Todo eso salió a la luz tras el Mundial. «No dijimos nada antes por miedo a quedarnos fuera», explicaron las protagonistas.

2015-2022

Algunos cambios y castigos a las líderes de las rebeldes

Jorge Vilda, que comenzaba a tener éxitos en las categorías inferiores de la selección, cogió el testigo de Quereda en la absoluta. Con él llegaron algunos cambios en lo referente a tomar un poco más en serio al equipo nacional femenino, pero también castigos. Apartó a jugadoras como Vero Boquete, Vicky Losada y Natalia Pablos, señaladas como líderes de aquella revuelta.

eurocopa 2022

El segundo motín

El fútbol femenino ya había cambiado mucho. España ganaba continuamente grandes torneos internacionales de base y muchas de sus jugadoras eran campeonas de Europa con el Barcelona, además de recoger premios individuales de prestigio (Alexia, Balón de Oro). En sus equipos gozaban de tratamientos profesionales y empezaron a exigir lo mismo en la selección. «Es un cúmulo de todo. Son entrenamientos... Que nos tomen más en serio... Son cosas de las que al final nosotros no nos tendríamos que encargar, por así decirlo. Hay veces en las que hemos estado en el campo nueve jugadoras del Barcelona y aun así no jugábamos igual», explicó Mapi León, una de las 15 jugadoras que renunciaron a la selección tras aquel Mundial, para exigir un trato más profesional.

El excesivo control de Vilda

«En mi época, en las concentraciones que estuve con Jorge Vilda, sí que lo viví [el excesivo control] y se habló con él para que eso lo cambiara. No dejábamos de ser futbolistas en una concentración que sabíamos lo que teníamos que hacer para no perjudicar el escudo que llevábamos en el pecho», explicó Natalia Pablos en la Cope, hace un año. Según Mundo Deportivo, citando fuentes de las jugadoras, Jorge Vilda obligaba a las futbolistas a tener abiertas las puertas de sus habitaciones hasta las doce de la noche para, a esa hora, comprobar él mismo que estaban allí antes de ir a dormir. «Era el propio Vilda el que se encargaba de cerrar la puerta tras comprobar que las internacionales estaban allí», explicaba en el texto, el subdirector Fernando Polo. Además, también detallaba que el seleccionador les revisaba las bolsas cuando iban a comprar y debían detallar con quién habían estado en ese tiempo libre.

mundial 2023

El beso de Rubiales

El segundo motín conllevó más cambios, aunque por el medio se quedaron 12 jugadores sin Mundial. Hubo psicólogo, nutricionista, un staff amplio, los familiares las acompañaron y se viajó en vuelo chárter. El resultado, casual o no, ganar el Mundial. Pero todo quedó deslucido con el beso del presidente de la RFEF, Luis Rubiales, a Jenni Hermoso, la última afrenta machista que ha provocado el tercer plante en ocho años.