El boxeador más rápido del mundo es de Mieres: «Por genética siempre supe que tenía facilidad»

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Juanma Llaneza, el mierense que se ha coronado como boxeador más rápido del mundo
Juanma Llaneza, el mierense que se ha coronado como boxeador más rápido del mundo

Juanma Llaneza, el mierense que se ha coronado como boxeador más rápido del mundo El asturiano ha batido el récord Guinness de golpes con el brazo extendido: 412 en un minuto

10 mar 2024 . Actualizado a las 12:16 h.

El boxeador más rápido del mundo es de Mieres. Juanma Llaneza ha batido el récord Guinness de golpes con el brazo extendido en un minuto, con la asombrosa cifra de 412, lo que supone casi siete golpes por segundo. En el video que atestigua su hazaña, sus brazos van tan rápido que es imposible distinguir cada golpe a simple vista. Según asegura, la clave de su éxito tiene dos pilares: la genética y la técnica.

Todo comenzó en 2020 cuando Llaneza, boxeador de toda la vida, entrenador y directivo de la Federación Asturiana de Boxeo, vio en una revista que el eslovaco Pavel Trusov había batido el récord hasta situarlo en 333 golpes. Entonces se dijo que él podría superarlo. «Por genética siempre supe que tenía facilidad», afirma. De las cuatro aptitudes del deporte del boxeo, fuerza, flexibilidad, resistencia y velocidad, esta última es la que menos se mejora con el entrenamiento. «O eres rápido o no lo eres». Él sí es rápido, y para batir el récord la clave estaba en entrenarse y depurar su técnica para conseguir multiplicar el número de golpes por segundo.

Se decidió entonces a entrenar. «En serio, me lo tomé dos meses, preparándolo con la dieta adecuada y con un trabajo específico ideado por mí, con ejercicios propios», relata. Se trataba de un trabajo técnico y muy estudiado más que de un esfuerzo colosal. «No es cuestión de echar horas; yo hacía microsesiones de 15 minutos tres veces al día o de dos, preparándome para el ejercicio; para qué vas a entrenar una hora para un minuto, es mejor un cuarto de hora», asegura.

 La complicación del ejercicio no es el hecho de dar puñetazos sino de que tiene que estirar completamente el brazo en cada golpe para que cuente. De hecho, él había hecho 414 golpes pero dos no se los dieron por buenos. Y el movimiento es peligroso si no se hace bien. «Hay que ser muy metódico porque te puedes lesionar fácil», señala, sobre todo en el codo, que es el que más sufre si el movimiento no es el correcto.

Entonces, para conseguir su objetivo, estudió mucho la posición del cuerpo y la distancia con el punto de golpeo, para conseguir los ejercicios menos lesivos y que ganasen más velocidad. Y cuando se había planteado definitivamente que podría batir el récord, le llegó un nuevo obstáculo. El iraní Yousef Imani consiguió batirlo y situarlo en 403 golpes, poniéndoselo aún más difícil al mierense.

Con todo, pudo superarlo. Pero fue en su segundo intento. El primero tuvo lugar el 19 julio de 2022, y el tiempo jugó en su contra. No el del cronómetro sino el otro, el atmosférico. El azar quiso que el día que eligió para batir el récord fuera el más caluroso del año en Asturias: nada menos que 41 grados. El calor lastró su rendimiento y, aun así, se quedó a tan solo nueve golpes. Lo volvió a intentar en septiembre del mismo año en mucho mejores condiciones, y lo consiguió.

Su mérito no es pequeño, porque mientras que sus predecesores batieron el récord a edades más tempranas, él lo hizo con 46 años. «Lo que más valoro no es el récord sino la edad», asegura. ¿Y por qué la constatación del récord le llega ahora? Por problemas técnicos. Cuando enviaba el video, le exigían una documentación y unos formatos que, al parecer, no cumplía conforme a las exigencias de los responsables del récord Guinness. Pero finalmente, gracias a un amigo informático, consiguió cumplir con todos los parámetros y se lo concedieron. Ahora toca esperar a que se publique el libro Guinness el próximo otoño, y que en el tiempo que pase hasta la edición nadie vuelva a batir su marca. Solo en este caso, en el de que alguien superase sus 412 golpes, se plantearía volver a afrontar el reto.

Llaneza, que ha practicado kick boxing y boxeo, además de entrenador es un gran promotor de este deporte. Cuando era un chiquillo, en una familia que amaba el fútbol, él siempre tiró por estos otros deportes. En los años noventa, cuando el full contact se puso de moda, lo practicó, y de ahí se pasó al boxeo, que ya no abandonaría.

Al margen de sus hazañas deportivas, uno de sus objetivos es «poner al boxeo donde se merece». Valorar lo que se lama «el noble arte», que «ayuda a mucha gente a canalizar sus problemas, a perder el miedo, a ganar en seguridad». Y le gusta tirar por tierra, también, muchos mitos sobre la agresividad de los boxeadores. Él asegura que es al contrario, que son todos pacíficos. «Los macarras, los que van a mala fe, no duran en las clases; duran los que van con un poco de miedo, los que creen que los van a matar a golpes y descubren que no es así».

Porque el boxeo, hoy en día, «está muy controlado, y además puedes practicarlo simplemente por entrenarte, sin falta de pelear con nadie». Los boxeadores ven su arte «como una estrategia, no como una pelea; para combatir tienes que desarrollar un plan bien organizado», y aunque puede haber algún pique como en cualquier competición, prevalece la amistad. «Yo hice muchas amistadas en el mundo del boxeo, y la competición es muy guapa, no hay insultos, hay un ambiente muy caballeroso».

Sabe que la vida no le va a cambiar por este récord, y para él lo que cuenta es la «satisfacción personal». Que, por otra parte, no le llega solo por el boxeo. Porque Juanma Llaneza es, también, escritor, y ha tenido reconocimientos importantes. Uno de sus libros, «El método egipcio» fue finalista del prestigioso premio de novela negra Wilkie Collins. Nadie puede negar que trabaja con energía y eficacia tanto el cuerpo como la mente.