El bisnieto de Castropol que toma las riendas de Cuba

La Voz REDACCION

EMIGRACIÓN

Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez
Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez

Miguel Mario Díaz-Canel, descendiente de una familia de emigrantes, es el primer dirigente que no luchó contra Batista en detentar el poder en La Habana

16 abr 2018 . Actualizado a las 13:54 h.

El segundero de la historia pasa también en Cuba. Esta semana dejará su escaño Raúl Castro y se elegirá un sucesor que no lleve el apellido de Fidel por primera vez en medio siglo. Raúl Castro se retira de su puesto como presidente del Consejo de Estado y de Ministros, máximo órgano del Gobierno. Todas las quinielas apuntan como favorito para la sucesión a Miguel Díaz-Canel, actual vicepresidente primero, un ingeniero electrónico de 57 años que ha ido escalando lentamente y sin estridencias en el organigrama gubernamental cubano. El relevo generacional sería claro porque Díaz-Canel tiene 29 años menos que Castro, y nació después de la Revolución de 1959. Su elección supondría, además, un cambio significativo de perfil. El favorito a la presidencia solo tiene tres años de experiencia militar en una unidad de misiles antiaéreos. Esto puede significar que los uniformes verde olivo de los Castro cambiarían por las camisas blanca de los dirigentes «civiles».

Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, actual Vicepresidente del Gobierno y del Consejo de Estado, representa, sin duda, el futuro del régimen y su moderada renovación. Es bisnieto de Ramón Díaz-Canel, un emigrante de Castropol (Asturias) que marchó a finales del siglo XIX para triunfar en los negocios.

Los Díaz-Canel regentaban en La Habana la famosa fábrica de muebles La Perla, que se ubicaba en la calle Roma. Miembros de esta familia fueron directivos de la Casa de Castropol en La Habana. Uno de sus descendientes, Nemesio Díaz-Canel, fue reportero deportivo de gran éxito en Nueva York y otro, alcalde de Castropol en 1944.

El actual delfín de Raúl Castro y número dos del régimen nació en 1960 y es ingeniero electrónico. Denominado el Richard Gere cubano representa el relevo generacional del castrismo. Fue líder del partido en las provincias de Villa Clara y Holguín y en los años 80 se significó en el apoyo al sandinismo de Nicaragua. En 2003 fue incluido en el Politburó del Partido Comunista y en 2009 fue nombrado Ministro de Educación. Y ahora es la primera vez, desde la llegada de los Castro al poder, que el régimen cubano nombra a un número dos que no luchó en sus filas contra Batista. Las raíces asturianas en los gobiernos de los hermanos Castro tienen también otro precedente: hay que recordar que José Ramón Fernández, también asturiano, fue durante años uno de los hombres fuertes de la revolución. 

Está considerado una persona reservada, sencilla y que sabe escuchar. Ingeniero electrónico de profesión, destacó muy pronto en la Unión de Jóvenes Comunistas. Fue escalando en el partido hasta ser designado, en 1994, primer secretario de la organización en Villa Clara, un cargo que equivale al de un presidente provincial. 

Transformó la vida cultural de la zona, apoyando, por ejemplo, el centro social El Mejunje, en Santa Clara, primer lugar donde se celebraron eventos de travestismo en el país. En aquellos años se le veía mezclado entre la población subido en su bicicleta. En el 2003 fue nombrado primer secretario en la provincia de Holguín, estratégica por sus recursos naturales, y fue además elegido miembro del poderoso buró político del Partido Comunista. Sigue siendo uno de sus miembros más jóvenes.

Raúl Castro, su padrino en el órgano dirigente del PCC, le nombró ministro de Educación Superior en el 2009, tras una reestructuración del Gobierno que dejó fuera a una decena de ministros del anterior Ejecutivo dirigido por Fidel. Después de cuatro años en el puesto, en el 2013, fue nombrado vicepresidente primero. «El compañero Miguel Díaz-Canel no es un novato ni un improvisado», dijo Castro tras su designación destacando también su «sólida firmeza ideológica».

Amante de The Beatles, el favorito a la presidencia es reacio a dar entrevistas. Sí habla en actividades públicas, como antes de dar su voto el pasado marzo, cuando se presentó a las urnas de la mano de su segunda mujer, la académica Liz Cuesta, un gesto raro entre los dirigentes cubanos. «Estoy seguro que más tarde que temprano venceremos el designio imperialista y que también derrumbaremos el bloqueo con el apoyo internacional contra EE.UU.», dijo entonces.

 Se ha mostrado partidario de un mayor uso de las nuevas tecnologías y de una prensa más crítica, que ya apoyó en su provincia, pero, eso sí, que no sea «contrarrevolucionaria». En una grabación filtrada el pasado agosto, alertaba a varios miembros del partido de los medios alternativos y la difusión de ideas contrarias a los preceptos revolucionarios. Deberá ganarse la confianza de la cúpula militar y de los revolucionarios históricos en sus primeros meses de mandato en caso de ser finalmente elegido presidente.