«Admiro la organización de los alemanes, pero no saben improvisar»

Carmen Fernández REDACCIÓN

EMIGRACIÓN

Rebeca García Murias en Mannheim, Alemania
Rebeca García Murias en Mannheim, Alemania

Rebeca García Murias es una ovetense que trabaja como investigadora en la Universidad de Mannheim. Después de cuatro años en la ciudad cuenta cómo es el modo de vida

30 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Rebeca García Murias vive en un aprendizaje constante desde que en 2015 comenzó su andadura por tierras alemanas, y lo dice como conocimiento de causa ya que es doctora en Ciencias de la Educación. «Uno de los aprendizajes mayores es el convivir, integrarse e inmiscuirse en la cultura del país de destino, con sus gentes, con sus costumbres, sus hábitos, su idioma», afirma esta ovetense que se trasladó a Mannheim debido a una adjudicación de un contrato de Investigación Postdoctoral en la Universidad de la ciudad. Después de haber trabajado como docente e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela su destino cambió para poner rumbo fuera de las fronteras españolas y aprender a vivir otro estilo de vida completamente diferente. 

La llegada a su nuevo lugar de residencia supuso un gran estímulo y emoción para la asturiana, a pesar del vértigo lógico del cambio de país, cultura e idioma. Su suerte residió en que ya conocía la ciudad previamente, por lo que la adaptación le resultó más fácil: «El período de aclimatación resultó ser más fácil por previo conocimiento de la ciudad, del lugar de trabajo e incluso, de una estrecha red de contactos». No obstante, reconoce que es una experiencia más dura que la de movilizarse por motivos académicos, como puede ser por ejemplo un Erasmus, ya que en su caso fue por razones de índole profesional, «los niveles de autoexigencia, los intereses y preferencias varían bastante...», puntualiza.

Sobre todo, a lo que más tuvo que adaptarse fue a la forma de trabajar en la Universidad de Mannheim, ya que reconoce que las diferencias en el modo de organizarse, así como la relación con sus nuevos compañeros de trabajo y responsabilidades fueron muy distintas: «Sin duda, una cuestión de sumo interés pero que requiere un largo proceso de aprendizaje ya que se trata de un aspecto ligado al ámbito social y cultural (otro estilo de vida -otros horarios, otras rutinas, otros hábitos, etc.)». Porque, tal y como relata, el carácter alemán no conoce la palabra improvisación: «admiro la organización que poseen, pero esa exhaustividad, rigurosidad, etc., en la vida privada resulta en ocasiones extrema».

Admite que en la ciudad no hay afluencia asturiana y que en el trabajo es la única española, por lo que vive la distancia con la tierrina «con nostalgia, pero con orgullo», sobre todo por su familia, a la que echa mucho de menos, y aunque no se cierra ninguna puerta en el futuro, de momento seguirá viviendo en Alemania. Eso sí, visita Asturias cada vez que puede, la última vez este mes de abril donde pudo comprobar una pequeña evolución en su ciudad: «Siempre se perciben cambios por muy pequeños que sean y todos para bien».